Luego de que se esperaba que la semana anterior fuera votada en el cabildo poblano la iniciativa de prohibir la celebración de espectáculos taurinos, será en próximas fechas cuando podría concretarse uno de los atentados de mayor alcance a las libertades ciudadanas, cuando se apruebe esa intransigente medida ante el infundado activismo de la alcaldesa de Puebla, Claudia Rivera Vivanco.

En plena época electoral y en las vísperas de comenzar las precampañas que darán paso a las campañas para la elección de junio de este año, la polémica presidenta municipal poblana descuida otros sectores de su administración tan primordiales, por ejemplo, el de salud y seguridad pública, para atentar contra un espectáculo que genera miles de empleos y que, a la vez, provoca una derrama económica calculada en varios millones de pesos.

Puebla es una sede taurina de mucha tradición para la zona centro del país. Su plaza de toros “El Relicario”, es una de las de más sabor en la región, y ha sido sede de capítulos memorables en la historia contemporánea de la fiesta brava mexicana.

La prohibición de los espectáculos taurinos en la muy cercana capital poblana, pondría en jaque no únicamente esa tradición, sino también la fuente de empleo de cientos de familias que dependen de este tipo de espectáculos para generar riqueza.

Lamentablemente, tal como se ha dicho en múltiples vitrinas de opinión, la fiesta brava se convierte en un botín político en épocas electorales. Ahora que Claudia Rivera Vivanco ha declarado su aspiración a reelegirse en el cargo como presidenta municipal de Puebla, encontró en la fiesta de toros un inmejorable aliado para hacerse de las voluntades de aquel público ajeno al espectáculo.

Más aún, valiéndose de una disque encuesta realizada a no más de 200 personas, Rivera Vivanco pretende abanderar la causa de un puñado, ignorando la opinión de miles.

A todas luces es una situación lamentable, y que atenta contra las garantías constitucionales de cualquier ciudadano mexicano.

La presidenta está a tiempo de replantear la medida, valorar los alcances que tiene la fiesta brava en Puebla, y evitar convertirse en un perfil político que distinga por la intransigencia y la falta de tolerancia.

Lo que es cierto, es que se trata de una presidenta de las menos populares que ha tenido la capital poblana en los últimos años, y que, más aún, de acuerdo con fuentes consultadas en aquella ciudad, tiene bajos niveles de aprobación. Ya veremos qué sucede.

Rafaelillo, a por la última en La México

El torero tijuanense pero avecindado en Tlaxcala, Rafael Gil “Rafaelillo”, no descarta la posibilidad de poder despedirse como matador en la Monumental Plaza de Toros México.

En una franca campaña de preparación, el bohemio y agitanado torero mexicano se ha metido al campo bravo para tentar y lidiar a muerte diversos ejemplares.

Con 70 años a cuestas, y con una afición como pocas, “Rafaelillo” mantiene viva la esperanza de cortarse la coleta en el coso mayor de México, y con ello, cerrar una carrera de contrastes que actualmente se enmarca por ser uno de los últimos románticos que le quedan a la fiesta brava mexicana.

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