José Miguel C. Núñez Núñez

 

“La salud no se obtiene por decreto”

Raúl Rojas Soriano

 

Que en 2021 se siga la misma ruta de 2020, es suicida. Criminal. Van, vamos a seguir muriendo más mexicanos y ¿sin ser responsable alguien, varios, muchos?

Llama la atención que ningún grupo parlamentario, por lo menos no lo han hecho público, se haya dado a la tarea de comparar cómo han manejado la pandemia de la Covid-19, países similares a México y que como resultado de sus políticas de atención a la salud, han tenido menos, muchos menos casos positivos de Covid-19 y por lo tanto, menos decesos, hablando más claro, menos seres humanos muertos.

En el año 2010, se sabía ya de la probable presencia letal del COVID-19 en México:

“… hacia el año 2020 se introduce en México un nuevo virus de alta letalidad para el que no existe cura conocida. A pesar de las restricciones en su transmisión (muy corta vida en condiciones ambientales normales), se estima que a causa de él fallece cerca de medio millón de personas. Sin embargo, luego de varios meses, las medidas preventivas introducidas permiten controlar la epidemia…”

Tal prospectiva quedó registrada en el libro “Los Futuros de la Salud en México 2050”, publicado por la Secretaría de Salud, a través del Consejo de Salubridad General, en el año 2010.

Se tenían que haber realizado acciones de fortalecimiento del sector salud, enfocadas a prevenir los efectos del virus, que desde 2010 en México, se tenía información fundada de que se podría presentar.  La falta de previsión en todo el mundo, es lo que estamos viendo y falta todavía por ver, como resultado del Covid-19.

El virus, no es la consecuencia de la falta de previsión. El virus es consecuencia del desapego y destrucción de la Naturaleza e inobservancia de sus leyes. La falta de previsión es lo que está causando los millones de contagios y de muertes.

La presencia del Covid-19 no debería ser visto como algo que no se tenía ni idea, en tanto ya vimos que la propia autoridad sanitaria de México, la Secretaría de Salud, publicó “Los Futuros de la Salud en México 2050”, en el año 2010, previendo desde entonces, que en 2020 “se introduce en México un nuevo virus de alta letalidad”.

Además, una publicación como “Muy Interesante”, en su edición de febrero de 2014, presentó en su portada la imagen de un niño con cubrebocas y el título de su artículo principal del mes: “La Pandemia que viene”. Los subtítulos en portada son reveladores: “los brotes de nuevas enfermedades que podrían poner en peligro al mundo”. “¿Estamos preparados?”

Es obvio que la gente, los países, los gobiernos, no hicieron caso. Nadie se preparó para enfrentar al virus. Y México no fue la excepción. La cuestión es que no podemos como país, mantener el mismo comportamiento de 2020.

Académicos y científicos mexicanos han expresado y enviado documentos con propuestas al presidente de México y al Consejo de Salubridad General encabezado por el titular de la Secretaría de Salud, para reducir tanto el número de contagios como de muertes, pero hasta el momento no han sido escuchados.

Necesariamente tiene que darse un cambio en el tratamiento que se ha seguido ante la pandemia del Covid-19. Seguir hablando de que ya se controló a la pandemia, cuando miles de mexicanas y mexicanos siguen muriendo todos los días, es algo que tiene que terminar ya. Ni seguir diciendo cosas que no son, ni permitir que sigan muriendo más seres humanos. Está visto que con decir, no se reducirán los contagios ni las muertes.

Inegi dio a conocer que tiene registrados 44.8 por ciento más muertes por covid-19, que los reportados por la Secretaría de Salud en sus diarias sesiones informativas.

Ante desoladora y mortal realidad, es urgente que se recupere el abasto de vacunas para las y los menores de 6 años de edad, pues van dos años, que dicha población infantil no ha contado con sus cuadros completos de vacunación.

Urge instalar bancos de sangre y gabinetes de estudios clínicos y radiológicos, fuera de las instalaciones de los hospitales, o en todo caso, ubicarlos en anexos que permitan en situaciones como la que vivimos en 2020, que quienes no padecen la pandemia, puedan ser atendidos extramuros de los hospitales y realizar sus estudios, reduciendo riesgos de contagio.

Establecer lugares como centros de aislamiento para pasar la cuarentena, en los casos de personas que no cuentan con espacio suficiente en sus viviendas y desde luego es obligado hacerlo, en el caso de los vuelos nacionales e internacionales, para los casos sospechosos, en igual forma aplicaría para las centrales de autobuses y demás servicios de transporte.

Financiar la fabricación de una vacuna mexicana contra el Covid-19, pues no se trata solo de la vacuna inicial, se trata que pueda desembocar en una vacuna no solo contra las nuevas cepas del Covid-19, sino unirla en un momento dado con la de la Influenza.

Se tienen que hacer cosas distintas a las realizadas en 2020, si queremos evitar más muertes. Con palabras no se curan los enfermos y van a seguir muriendo más mexicanas y mexicanos. Obvio: no se está cumpliendo con el artículo cuarto constitucional, por más que se repita propagandísticamente que la salud es un derecho y no un privilegio. En los hechos no se cumple y entre más se demore la aplicación de la vacuna contra el Covid-19, la salud y la vida están en riesgo. En igual forma, si las y los menores de edad, no cuentan con sus cuadros de vacunación completos.

 

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