Luis Manuel Vázquez Morales

Existe un lugar en donde uno puede encontrar una amplísima variedad de productos de temporada, verduras, frutas, plantas, hierbas, hortalizas, flores, semillas, chiles secos, carnes, quesos, vinos, abarrotes, dulces y botanas, insectos comestibles, especias, pescados y mariscos, plásticos, incluso medicamentos, así como también productos de diferentes estados y muchos países, todo organizado bajo el son del abecedario: la Central de Abasto de la ciudad de México, considerada por la Unión Mundial de Mercados Mayoristas como el centro de suministro de alimentos más grande del mundo.

Visitarla con frecuencia es una tradición que no se debe abandonar, ya que la experiencia es única y además es la manera más directa para apoyar a los productores locales. Su organización evoca las ricas descripciones de Hernán Cortés sobre los mercados de Tlatelolco y Ocotelulco, donde tal y como sucede actualmente, cada producto tenía su lugar y acudían, como acuden hoy en día miles de personas entre comerciantes y compradores.

Día con día miles de trabajadores se preparan cuando la mayoría de las personas aun duermen. Así como en su momento los Reales de Minas aglomeraban muchas actividades relativas a los bienes y servicios para satisfacer las necesidades de los mineros y que posteriormente dieron origen a muchas ciudades, en la Central de Abasto se han acondicionado los medios para acercar y atender al personal, incluso, en las inmediaciones entre Canal de Churubusco y Río Churubusco, los vecinos han encontrado la oportunidad para rentar desde casas, cuartos o departamentos para los trabajadores, ya que buena parte de ellos viven en provincia.

Rondando las 02:00 horas desde diferentes puntos de la ciudad y el Área Metropolitana, los trabajadores salen de sus casas para llegar puntalmente a las 03:00, hora en la que los bodegueros y transportistas empiezan a abrir los negocios y quitar lonas de los camiones para ofrecer los productos que el día anterior fue cosechado de los campos de cultivo, es decir, la mayoría de las verduras, frutas y legumbres son frescas.

Sobra decir que a esa hora es muy difícil encontrar transporte, por lo que en algunas zonas los transportistas han acordado pasar por ellos y llevarlos de manera segura hasta la central cobrándoles un poco más de lo que habitualmente se paga. Bien abrigados, incluso adormilados, llegan a su destino, eso sí, previa parada en el sector, lugar en el que les rentan el diablo para trasladar los productos. Los diablos están reforzados y las llantas bien lubricadas y listas para cargar desde una caja de 20 kilos hasta 10 costales cuyo peso ronda los 500 kilos.

Otra actividad que ha desarrollado es la de los alimentos. No se puede iniciar un día de labores en la Central de Abasto sin pasar a una de las muchas cocinas que desde muy temprano ya están ofreciendo el café, que, acompañado de una concha, un cuerno, un bísquet o una torta, son el desayuno ideal para los trabajadores.

Al momento que se abren los trailers y camiones empieza el concierto. Cajas de calabazas, pepinos, aguacates, jitomate, bultos de papas, zanahorias, limones o tomates empiezan a circular por todos los pasillos con los gritos característicos, desde los muy tranquilos “ahí va el diablo” o “aguas que te lleva el diablo”, hasta los que van acompañados de multitud de palabras altisonantes. Todo en un lapso de dos horas, porque a partir de las 06:00 hasta las 08:00 los compradores empiezan a vender sus productos en los tianguis y mercados de la ciudad y Área Metropolitana.

La Central de Abasto es un mundo de oportunidades, comerciantes de todo tipo, incluso los pepenadores recogen los productos que se van cayendo de los camiones, ya sea para consumo propio o para vender. Todo ocurre durante el día y la noche, ya que todo lo que se comercia debe estar listo para ir mercado y ahí a los hogares.

Consultado su sitio de internet se pudo recabar un poco más de información. Su construcción fue a principios de los años 80 “como respuesta a una de las demandas imperativas de la capital del país, cuyo mercado principal, La Merced ya no respondía a las necesidades de la época, dado que el espacio físico que ocupaba en el centro de la ciudad y la creciente demanda de consumidores ocasionaban congestionamientos vehiculares y el retraso en la carga y descarga de los productos”. La Central de Abasto abrió sus puertas en 1982.

Su extensión es de 327 hectáreas, para visualizar la magnitud del terreno basta señalar que en esa extensión cabría 51 veces el Zócalo Capitalino. El arquitecto Abraham Zabludovsky diseñó una ciudad dentro de la gran capital, que siempre está en movimiento y no descansa.

Se presentan algunos datos para conocer un poco más sobre este mercado, que es considerado como uno, sino es que el más grande del mundo, y claro está, se encuentra en la ciudad de México.

Tiene capacidad para almacenar 120 mil toneladas y al día distribuye el 35% de la producción hortofrutícola nacional. Además de ser considerada como una ciudad comercial tan grande, que más de 13 mil 800 carretilleros prestan servicio de carga a los compradores.

El valor de operación comercial de compra y venta anual asciende aproximadamente a 9 mil millones de dólares, cifra que solo es superada por el mercado bursátil manejado en la Bolsa Mexicana de Valores. Al día acuden en promedio 500 mil visitantes a realizar transacciones comerciales y en épocas especiales como de Semana Santa, Día de las Madres, Día de Muertos y Navidad, se recibe hasta 600 mil personas.

Todos los días convergen aproximadamente 62 mil vehículos, 2 mil tráileres, mil 500 camiones torton y 58 mil 500 automóviles y camionetas para el abasto y desabasto. Recibe productos de todos los estados de la República Mexicana y más de 15 países, entre ellos Canadá, Chile, Turquía, España, Alemania, India, Nueva Zelanda, Argentina, Nigeria, China, Sudán, Perú, Francia, Italia, Holanda, Estados Unidos, entre muchos otros.

En la CEDA se comercializan más de 15 mil productos provenientes de todos los estados del país, por lo que opera como centro rector, el cual es referente para fijar los precios de las mercancías a nivel nacional. Por lo que el 80% de la comercialización de la Central de Abasto es en la Zona Metropolitana. El ahorro de las familias fluctúa entre el 25% y 30% en el total de la canasta básica contra los precios recabados por la Procuraduría Federal del Consumidor.

La presente descripción atiende únicamente a un sector de la Central de Abasto, el área de frutas y verduras. Aún falta conocer las zonas de abarrotes, cremerías, hortalizas, flores, chiles secos y claro, la Nueva Viga. En estos tiempos de pandemia sus actividades son casi normales con los debidos controles de sanidad. Este mercado no puede parar, ya que la demanda de productos es cotidiana.

Si no conoces la Central de Abasto, que esperas, toma una bolsa y atrévete a vivir una experiencia única.

luis_clio@hotmail.com

@LuisVazquezCar

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