Para Norberto Bobbio, el totalitarismo es despotismo o absolutismo político, como lo sostiene en su obra “Igualdad y Libertad”.

Quien usó por primera vez el término totalitario, fue Benito Mussolini. Andrés Manuel López Obrador, al participar de manera virtual en la Asamblea General de la ONU con motivo del 75 aniversario de su creación, en septiembre del año pasado, presumió que Benito Mussolini se llamó así, en honor de Benito Juárez.

La mención de la referencia por parte del presidente de México, en aquel evento de carácter mundial, me permito recordarla, ya que precisamente Mussolini usó por primera vez el concepto de totalitario, el 22 de junio de 1925, en un discurso, por cierto mañanero, en contra de la oposición italiana.

Héctor Rivera Estrada, conceptualiza y contextualiza el nacimiento del totalitarismo: surge después de la Primera Guerra Mundial, al interior de las democracias sociales; se caracteriza por la existencia de un líder auxiliado por una élite, subordinándose el líder y la élite a una ideología que persigue el control del Estado, la sociedad y el individuo; hace énfasis en la transformación de principios morales públicos y privados; apoyado en la movilización de las masas para legitimarse.

Rivera Estrada, cita a Carl J. Friedrich, quien “… hace patente que los totalitarismos necesitan de una ideología oficial que convoque a la sociedad a fin de lograr un Estado final perfecto, a través de la conducción de un solo partido de masas liderado por una persona… que mantenga el monopolio del uso de las fuerzas armadas… del control de los medios de comunicación… y de un sistema policiaco basado… en el terror… psicológico.” (Aspectos en torno a la idea del Estado de Derecho. Instituto de Estudios Legislativos de la LIII Legislatura del Estado de México).

“… el totalitarismo es un régimen basado en el liderazgo, cuya ideología permite  legitimidad al líder, su… función es mantener inerte… la fuerza que otras instituciones… otros partidos e incluso la del partido al que pertenece… y de cualquier otra que pudiera menguar su poder… hace uso indiscriminado de todos los instrumentos a su alcance, incluyendo los jurídicos y morales (creación de grupos de espionaje… los principios de la moral pública y de la privada devienen del partido y del dictador)… convirtiendo a su persona en algo sagrado… el Estado… subsiste… le conviene respetar a fin de consolidar su poder personal supremo… a través de la implementación del referéndum o del plebiscito… La adhesión a la “moral” totalitaria, permite gozar de un sentimiento de seguridad; el dictador responde a los miedos apropiándose de ellos… ideologizándolos… borra la referencia a las amenazas reales, transformándolas en fuerzas demoniacas… -demoniza- los peligros… los miedos… los sentimientos de culpabilidad ciudadana, perciben al enemigo… en su afán de combatirlo asumen su compromiso con el régimen del dictador, apoyándolo y entregándose a la nación que se encarna en él… El movimiento totalitario se basa en una postura utópica, que proclama el arribo a soluciones perfectas para problemas graves…” (ibid).

En colaboraciones anteriores hemos referido las características de los gobiernos de Porfirio Díaz y de Adolfo Hitler, siendo evidente que lo que se da en llamar la 4T, su comportamiento como gobierno, asume todas las características de los totalitarismos, como es evidente en la presente colaboración y de las dictaduras, como la de Porfirio Díaz.

En los tres casos, Díaz, Hitler y López Obrador, contaron y cuenta con el apoyo de la élite, a pesar de haberla demonizado López Obrador durante más de dos décadas, con el epíteto de “la mafia del poder”, está gobernando con ellos y los mismos están participando en sus obras más apreciadas.

Todos estamos viendo, como López Obrador busca por todos los medios, eliminar o dejar morir, todo tipo de oposiciones y contrapesos. En estos últimos días, sin dejar de fustigar a medios de comunicación, periodistas y jueces, quienes, solo están cumpliendo con su función, función protegida por la Constitución que todavía nos rige, se han lanzado con todo, contra el Instituto Nacional Electoral (INE), el mismo que le entregó el poder y que está presidido por el hijo de uno de los que fuera amigo e ideólogo del propio presidente Andrés Manuel, Arnaldo Córdova (+).

El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, en un desplante característico de los totalitarismos, expresó muy seguro de sí mismo que se tiene que pensar seriamente en “renovarlo o exterminarlo”. En su página de internet, en lugar de usar la palabra exterminarlo, la cambia por extinguirlo. Mario Delgado, el mismo que es acusado en Tlaxcala de vender las candidaturas de Morena al mejor postor. Dicho por los propios morenistas.

A prácticamente dos meses de las elecciones, pretender eliminar al INE, indica que al interior de Morena “tienen otros datos” y no los multianunciados en las encuestas que les dan desde ahora supuestos triunfos apabullantes en casi todo el país. Si los números de las multicitadas y tan publicitadas encuestas fueran ciertas ¿por qué estar pensando en cambiar o eliminar al INE?

México requiere que la sociedad, las y los ciudadanos, se activen en defensa de la Democracia y de las instituciones, imperfectas y todo, son mejores que depender únicamente de las decisiones y emociones de una sola persona o de un partido. Siempre será mejor el imperio de la Ley, que el imperio de una persona, como lo dejó asentado Aristóteles, desde hace 25 siglos.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here