Luis Manuel Vázquez Morales
La fundación del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco contó con la participación de diferentes autoridades de la Nueva España. Las figuras que se encuentran relacionadas en esta empresa son el arzobispo Juan de Zumárraga, el presidente de la segunda Audiencia, Sebastián Ramírez de Fuenleal y el virrey Antonio de Mendoza, como los principales promotores de su fundación y su consolidación bajo la figura del emperador Carlos V.
Mención aparte merece la figura de los franciscanos, ya que mucho se ha dicho sobre su participación, inclusive se adjudica a ellos la idea de su fundación. Esta situación se ha planteado desde que se atribuye la fundación al arzobispo Juan de Zumárraga, que, por el hecho de provenir de la orden, se cree que favoreció la participación franciscana en dicha empresa. Quienes se han inclinado por esta postura, no han tomado en cuenta que, una vez que se elige a un fraile para ser consagrado obispo o arzobispo, se aleja de las actividades de la orden.
Los elementos que se conjugaron para el establecimiento de esta institución se encuentran en la fundación del colegio de San José de los Naturales por fray Pedro de Gante en el convento San Francisco en 1527. Dentro de las actividades académicas que se desarrollaban en dicho colegio se encuentran las clases de latín, castellano, gramática y filosofía, combinadas con las de catecismo y liturgia.
Por otra parte, el segundo elemento viene a ser el nombramiento de fray Juan de Zumárraga como obispo de la Nueva España. Hombre imbuido en el ambiente renacentista que permeaba en Europa, que con un humanismo integral sobresalió de sus correligionarios al interesarse por la educación de los jóvenes indígenas, hijos de los antiguos gobernantes que buscaban formar parte de la naciente sociedad novohispana.
A poco de su llegada a la Nueva España se percató de los resultados que se estaban obteniendo en el colegio de San José de los Naturales, de la habilidad de los jóvenes para aprender la lengua, la gramática y la buena doctrina para ser cristianos, por lo que quiso proporcionarles un colegio especial donde pudieran ampliar sus estudios y llegar a servir de maestros.
Fray Juan de Zumárraga viaja a España en 1532 para ser consagrado obispo. Algo que se puede inferir es que al emprender su viaje llevaba consigo todo un plan para la fundación del colegio, que, aprovechando la buena estima que guardaba con el emperador, podía obtener una serie de beneficios, siendo uno de ellos, el que se refiere al citado colegio.
Mientras el obispo Zumárraga se encontraba en España, el personaje que toma la iniciativa para continuar con los planes del colegio es el presidente de la Segunda Audiencia, don Sebastián Ramírez de Fuenleal. La confusión de noticias que se tiene sobre la participación de estos personajes en la fundación del colegio permite hacer propuestas sobre su devenir, así como inferir sobre el rumbo de las decisiones que tomaron al momento de consolidar el proyecto del colegio.
La participación de Ramírez de Fuenleal se fortalece al momento de hacer promoción y ser el portavoz de las ideas de obispo Zumárraga que se fueron fraguando con las actividades educativas que los franciscanos, de la mano de fray Pedro de Gante, venían desarrollando desde el colegio de San José de los Naturales en San Francisco. Por lo que las circunstancias y la labor que venían desempeñando por su frente cada uno de los actores se amalgamaron para dar forma al Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco.
Don Sebastián Ramírez de Fuenleal escribe al emperador Carlos V que ha solicitado a los franciscanos que enseñen gramática romanzada en lengua mexicana a los naturales, cuya respuesta fue el nombramiento de un religioso, quien la enseña y muestra satisfacción por la capacidad que manifiestan los indios y la ventaja que tienen sobre los españoles. Al mismo tiempo que informa del cuidado que tiene sobre la empresa, solicita al monarca gastar dos mil fanegas de maíz para la manutención de los estudiantes y doscientos pesos para pagar a los maestros que se encargan de la enseñanza.
En el frente franciscano, durante el Capítulo que se llevó a cabo en 1533 se nombró custodio de la orden a fray Jacobo de Testera. Al tomar el cargo, ordenó a dos religiosos del convento de San Francisco unirse a la parcialidad franciscana de Tlatelolco para ayudar en la administración de los sacramentos, además de leer a los indios que iban a cursar estudios superiores.
Lo anterior viene a dar cohesión a lo que se ha venido planteando, pues en este punto se ve claramente la participación de las distintas autoridades de la Nueva España en la promoción de la educación de los indios. La presencia de los poderes eclesiásticos se fortalece en dos frentes, por un lado, la figura del obispo Juan de Zumárraga y por el otro, la del custodio de los franciscanos fray Jacobo de Testera.
Por su parte, el poder civil se encuentra representado por el presidente de la Segunda Audiencia, don Sebastián Ramírez de Fuenleal, que se verá fortalecido con la llegada del primer virrey, don Antonio de Mendoza. La cooperación entre dichas instancias se consolidará con el regreso del obispo consagrado, Juan de Zumárraga, que aprobó lo que en su ausencia habían dispuesto el presidente de la Audiencia y el custodio de los franciscanos.
Otro factor que fortaleció e impulsó la fundación del colegio fue que en 1535 la custodia franciscana de México se elevó a la dignidad de provincia bajo la advocación del Santo Evangelio, nombrando primer ministro provincial a fray García Cisneros. Él, como el padre Testera, se había manifestado a favor de la educación superior de los indios. Por otra parte, se cree que los franciscanos eligieron el barrio de Tlatelolco para la construcción del colegio al lado de su convento, acordando con las autoridades que el colegio se dedicase a la Santa Cruz.
Como se había mencionado, la cooperación que tuvieron el presidente de la Segunda Audiencia y los franciscanos se fortaleció con el regreso del obispo y se consolidó con el arribo a fines de 1535 del primer virrey, don Antonio de Mendoza.
La fecha de inauguración del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco fue el 6 de enero de 1536 ante el virrey don Antonio de Mendoza, el obispo don Juan de Zumárraga, el presidente de la Segunda Audiencia don Sebastián Ramírez de Fuenleal y el provincial de los franciscanos fray García Cisneros, además de un buen número de religiosos franciscanos que más adelante se ocuparían de la instrucción de los indios.
Después de la fundación del colegio, la administración y control recayó en la figura del obispo Zumárraga y del virrey Mendoza, quienes, en continua correspondencia con el emperador y el Consejo de Indias, informaban sobre el buen funcionamiento de la institución, inclusive, el obispo dirige una carta al emperador a fines de 1536, en la que le atribuye la fundación al virrey, quien le recomendaba cuidar de las necesidades del colegio; mientras que Zumárraga debía recurrir al emperador en busca de recursos.
La precariedad de la primera construcción del colegio fue manifestada en una carta a la Corona enviada por los obispos Zumárraga de México, Marroquín de Guatemala y López de Zarate de Oaxaca, en noviembre de 1537, solicitando mejorar la construcción, con una distribución del edificio destinada a las aulas, en la parte inferior, y los dormitorios, librería y demás dependencias, en la parte superior. Pues al estar edificado en nombre del rey, al tomarlo bajo su protección, se edificó en su nombre y patronazgo. A partir de este momento se habla del Colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco.
Hasta este momento participa el rey en la administración del colegio. La respuesta a las peticiones de los obispos se dio en agosto de 1538 en dos cédulas, en las que se solicita al virrey y a la Audiencia, reedificar el edificio, además de agradecer a los religiosos y demás personas que tenían a su cargo la instrucción de los indios.
Dentro de las actividades del virrey se encontraba el manejo de los recursos económicos, que, en manos de un representante, se encargaba de los ingresos y de los gastos. La participación del virrey se encontraba reforzada por el apoyo de los obispos Zumárraga, Marroquín y López de Zarate, quienes no se limitaban a solicitar que en el colegio se instruyeran a unos pocos estudiantes; buscaban que fuera la base de formación de profesores indígenas, quienes serían los encargados de enseñar en su propia lengua a los naturales, además de ser quienes los llevarían a la verdadera religión y hacerlos a la usanza española.
Al hacer este seguimiento sobre la participación de los actores en la fundación del Colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco, se pretende reasignar la importancia que tuvo cada uno de ellos en dicha empresa. Pues una de las limitantes que se presenta al hacer este tipo de estudios, es la inclinación que se manifiesta por ensalzar la figura de algún personaje o la participación de un grupo dentro de la naciente sociedad novohispana.
Este proyecto, único en su género, viene a ser el portavoz y el germen de la cultura humanista en la Nueva España que buscó consolidarse con la fundación de la Real y Pontificia Universidad de México.
luis_clio@hotmail.com
@LuisVazquezCar