José Miguel C. Núñez Núñez

Gracias al voto libre, ciudadano e informado, México no regresó las manecillas del reloj ni del calendario. Por mandato soberano, por mandato de las urnas, no habrá calendario ni hora presidencial.

Ahora la pelota estará en la cancha del PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano y hasta del PVEM. Que hagan valer el voto de las y los electores, quienes claramente están ordenando: No al control absoluto del Ejecutivo federal en la toma de decisiones, en las reformas y en las iniciativas de ley. Esto, porque para muchos ciudadanos y ciudadanas, resultó penoso dar su voto a la alianza PAN-PRD-PRI y optaron por el PVEM y por el Movimiento Ciudadano.

Obvio. Esos electores libres que no votaron por Morena ni por el PT, están enviando un mensaje contundente: No al dedo presidencial.

Esta es la responsabilidad que los electores están encargando a los legisladores federales del PAN, PRI, PVEM, Movimiento Ciudadano y PRD. Allá ellos si venden su voto en la Cámara, tanto para hacer la mayoría simple y aprobar iniciativas y reformas de ley o la mayoría calificada, para realizar reformas constitucionales, a modo del presidente.

No se trata de no aprobar reformas e iniciativas del presidente, solo por ser del presidente. Se trata de aprobar iniciativas y reformas de ley y constitucionales que sean en beneficio de México, para el mejor futuro de las y los mexicanos, a favor de sus derechos políticos y ciudadanos, a favor de la democracia, que fortalezcan el ejercicio de la Ley, de la trasparencia, de la rendición de cuentas.

Se trata de que en la Cámara de Diputados se escuche la voz plural de México. Y no solo se escuche, sino que se legisle conforme a la Ley, integrando todos los puntos de vista y tenga positividad en el futuro, un futuro que será más global de lo que ya es ahora.

Se pretendió en esta primera mitad de la administración lopezobradorista, gobernar como si México fuera una isla. Olvidando que hay tendencias mundiales que no son solamente inevitables, son indispensables e imprescindibles en y para el futuro de México.

Por lo anterior, México ha perdido tiempo irremediablemente en muchas áreas y materias: inversiones públicas y privadas, educación, salud, pobreza, sustentabilidad, legalidad, derechos políticos y humanos, justicia y por ende en materia de combate a la corrupción y a la impunidad. En 2021 México tiene millones de pobres más y es más corrupto e impune, que hace tres años.

Los legisladores federales electos, deben tener claro que por encima de México y de la Constitución, no puede estar proyecto político alguno. Mucho menos, una persona, así sea el presidente de la República.

En la misma situación están los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. O hacen valer la Constitución, que para eso están ahí, o se asumen como un poder dependiente del Poder Ejecutivo, dejando de ser un poder soberano, autónomo e independiente.

El combate a la corrupción no depende de una persona. La corrupción no se combate con palabras. El combate a la corrupción depende de que se aplique la Ley y que todas y todos, gobernantes y gobernados, estemos sujetos a ella.

Para que el combate a la corrupción sea eficaz, hay que fortalecer leyes e instituciones. Esto no es nada nuevo. Este ha sido el camino que han seguido los pueblos que han conseguido una mejor justicia e igualdad. En cambio, donde el combate a la corrupción depende de una persona, el resultado siempre ha sido más corrupción, más impunidad, más injusticia y más desigualdad. Al final, más pobreza.

La Cámara de Diputados federal y la sociedad, ciudadanas y ciudadanos libres y organizados, pueden y deben restablecer los caminos del diálogo, del encuentro, del acuerdo, para hacer valer en los hechos, en la agenda nacional y en las leyes, la pluralidad de México, pluralidad que está y llega más allá de los partidos políticos, en tanto ninguno de ellos representa al ciudadano libre.

En tanto los partidos políticos no asuman con responsabilidad y legalidad su papel de intermediarios, pues han olvidado que solo son medios, millones de ciudadanas y ciudadanos, se mantendrán alejados de ellos.

Los partidos políticos, mientras no se conviertan en escuelas de participación política democrática, seguirán siendo remedos del PNR-PRM-PRI.

A pesar del triunfo arrollador de Morena en los estados que gobernará, falta ver si sobrevive a López Obrador, porque mientras no genere su propia fuerza, su propia vida, dependerán de López Obrador, hoy presidente. ¿Y mañana? ¿Cuándo ya no sea presidente? ¿Cuándo ya no tenga superdelegados, arrasarán en los estados?

 

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