Pascacio Taboada Cortina/Jorge Martínez Cedillo
El espíritu permanente de los mexicanos por ser mejores cada día, los ha llevado a alcanzar metas y objetivos excepcionales en todas las ramas de la ciencia y la tecnología, la cultura y el humanismo. El secreto: esfuerzo y trabajo constantes. Todo lo que se señale en contrario, ¡“al carajo con el conformismo; es práctica de necios e improvisados”.
El ejemplo de un hombre que salió del anonimato y pobreza extrema, lo tenemos en Don Benito Juárez García, tan celebrado por su clara inteligencia, su aptitud y actitud ante la vida y conocedor de la conducta de los seres humanos; siendo un niño al momento de huir de su pueblo, San Pablo de Guelatao, Oaxaca, hacia la ciudad de México, lo hizo convencido de que su vida como pastor de ovejas, no lo sacaría de la pobreza ni de la ignorancia.
Huyó con la aspiración firme y decidida de encontrar oportunidades para cambiar su vida y ser un hombre útil a su Patria, capaz de gobernarla y defenderla, muchos años después, de invasiones imperialistas y, así, diseñar –no al azar—un esquema de gobierno con leyes que aún tienen vigencia a más de 160 años de haberse emitido.
Don Benito Juárez nació en 1806 –a pocos años del inicio del movimiento de Independencia de México, en 1810 –encabezado por otro prócer con “aspiraciones” de cambiar el rumbo de la Historia, Don Miguel Hidalgo y Costilla—Juárez, justo en su madurez, tuvo oportunidad de participar en las luchas por lograr el triunfo, tras el amago de instalar en nuestro país un segundo imperio dependiente de Francia. Con valentía y heroísmo, ordenó fusilar al invasor, Maximiliano de Habsburgo.
Así como en el pasado existió un hombre con las características y el perfil de Don Benito Juárez, en el México contemporáneo seguramente existen miles de hombres y mujeres con el espíritu de Juárez, que se “parten la madre” todos los días para lograr un país digno y orgullo de las presentes y futuras generaciones.
En Estados Unidos viven, de acuerdo con estadísticas reconocidas, más de 30 millones de mexicanos, muchos de ellos indocumentados, que han tenido que huir en la búsqueda de oportunidades. Seguramente las han encontrado, porque mensualmente y de manera puntual, envían alrededor de 4 mil millones de dólares en remesas.
Aquí solamente al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se le ocurre decir que son benditos los migrantes que remiten ese monto de divisas, para fortalecer la precaria economía de las familias que tienen la “fortuna” de contar con parientes del otro lado de la frontera.
A estas alturas de casi la mitad del periodo de gobierno del presidente López Obrador, casi todos los mexicanos ignoramos qué significan las críticas del mandatario a quienes clasificó como “clase media”, compuesta por “aspiracionistas”, que no votaron a su favor en las elecciones llamadas intermedias, por lo menos en la Ciudad de México.
En el supuesto de que todas las posiciones políticas y administrativas que se sometieron a elección, las hubiera ganado el partido del presidente, simplemente hubiera sido una “dictadura”, donde no habría oposición. Esperamos que nunca exista alguien con esa “aspiración”, porque, entonces, tendríamos que “desempolvar” las armas de nuestros abuelos y bisabuelos, e incluso del propio Hidalgo y Juárez.
Otro asunto preocupante, “novedoso”, se refiere a que, en una de las pláticas mañaneras del presidente, 22 de junio, anunció un “modelo” económico en materia hacendaria e incluso, no se supo si en broma o en serio, “se patentaría”, una vez que el actual secretario de Hacienda, Arturo Herrera, se convierta en el gobernador del Banco de México.
Esto sería así, por virtud de que, tal modelo, ofrece muy buenos resultados para fortalecer la economía nacional. Mencionó entre las bondades, que no ha habido devaluaciones, que la inflación se ha mantenido baja, que hay una distribución equitativa del ingreso hacendario, que la economía se recupera de manera inesperada incluso con la pandemia, y que el gobierno no se ha endeudado, no ha recibido préstamos del extranjero…
Ahora nosotros, tendríamos que recapitular en la realidad de la economía mexicana. Primero, hay 12 millones más de pobres y seguramente desnutridos en México, hasta llegar a 50 millones que padecen determinados grados de hambre, debido a la falta de empleo y de condiciones financieras para recuperar pequeñas empresas que, prácticamente, desaparecieron del mapa, desde antes y durante el proceso de la pandemia de Covid 19.
No perdamos de vista que, los 80 mil millones de pesos que correspondían a los Fideicomisos, en este 2021 están en ejercicio de gasto de las “obras faraónicas” del actual gobierno y, por supuesto, los 600 millones de dólares que se pagaron por la compra de la refinería de Deer Park, en Texas, EEUU, a los que hay que añadir casi mil millones de dólares que, la misma refinería, viene arrastrando “de pasivos”, viles deudas.
Hay que señalar, como remate, que, si el gobierno no tiene dinero para el presupuesto de 2022, que ya pronto se empezará a analizar en la Cámara de Diputados, pues allí está el “bolsillo de los pobres”. Sí, porque “primero los pobres”, o a ver qué jugada nos salen con eso del “modelo económico” que patentará el gobierno