José Miguel C. Núñez Núñez
“No deshonra a un hombre equivocarse.
Lo que deshonra es la perseverancia en el error”
Benito Juárez
“En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos. Los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral. Este principio deberá guiar el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las políticas públicas dirigidas a la niñez.”
El texto entrecomillado es el mandato del noveno párrafo del artículo cuarto constitucional.
¿Qué pasó durante 2020? ¿Qué está pasando en este 2021?
El 17 de noviembre de 2019 se detectó oficialmente el primer caso de COVID-19 en el mundo, específicamente en Wuhan, China. El 11 de enero de 2020, se registró la primera muerte por el virus, en ese país.
En México, el 28 de febrero fue registrado el primer caso de coronavirus. El 2 de marzo de 2020, las autoridades de salud dieron la alerta nacional e inició la cuarentena, con la suspensión de clases escolares y de las actividades económicas no esenciales.
Cuarentena conocida como la Jornada Nacional de Sana Distancia, que concluyó el 30 de mayo, con cifras de 9 mil 779 muertes y 87 mil 512 casos confirmados, dando inició a la llamada “Nueva Normalidad”.
Desde que se registró el primer caso de COVID-19 en México, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud en la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, desestimó el uso del cubrebocas y la aplicación masiva de las pruebas Covid.
“Es evidente que algo ha fallado. Poco se puede hacer ya para cambiar la historia, pero queda margen para rectificar. Algunas lecciones globales de estos infaustos meses de pandemia son claras: imponer el uso de cubrebocas o caretas en lugares públicos, aumentar drásticamente el número de pruebas y el rastreo de contactos. Justo tres cosas que… López-Gatell ha desestimado una y otra vez. Si no queremos… convertirnos en un obsceno moridero a ojos del mundo, ha llegado la hora de que nuestro epidemiólogo estrella tenga la humildad de reconocer… sus errores.” (La Prueba de Gatell. Jorge Volpi. codigotlaxcala.com 6.07.2020)
Lo escrito por Jorge Volpi, lamentablemente se está cumpliendo, nos hemos convertido “en un obsceno moridero”.
“El premio Nobel de Química, Mario Molina, recomendó a la población en general, incluido el presidente Andrés Manuel López Obrador, el uso del cubrebocas cuando realicen actividades públicas, ya que esto evita la propagación del Covid-19… en el marco de una conferencia del gobierno de la Ciudad de México, a la que Molina fue invitado. Un presidente si está rodeado con sana distancia y en una conferencia de prensa, está bien que no se lo ponga (el cubrebocas), pero si va a hacer una gira donde va a estar con mucha gente, sí sería importantísimo que lo use para poner el ejemplo, señaló el científico.” (tlaxcalaaldia.com 15.06.2020)
Está claro que ni el presidente ni el subsecretario, quisieron escuchar. Es más, pareciera que la posición de la 4T, es opuesta a las mejores prácticas sanitarias que se aplican en los países con mayor población que México y hasta en países en condiciones económicas menos favorables. Manuel Bartlett, al identificar el cubrebocas como bozal y Gerardo Fernández Noroña, al convocar a dejar de usar el cubrebocas como medida de prevención frente al COVID-19, testifican la posición de la 4T, contraria a cualquier prevención, a pesar de ser nuestro país como lo escribe Volpi “un obsceno moridero”, confirmado con la estadística mundial que coloca a nuestro país como el cuarto, a nivel mundial, con más decesos.
En este escenario y más cuando México está alcanzando el pico más alto de la tercera ola COVID-19, se decretó el regreso a clases, presenciales.
Es correcto haber iniciado el ciclo escolar 2021-2022. Lo que no fue correcto, es que se impusiera que fuera presencial, en tanto no se realizaron acciones durante 2020 y 2021, para adecuar las instalaciones escolares a la nueva realidad: ampliar salones de clases, construir aulas más amplias, ventanas y ventilas que se puedan abrir, pero sobre todo, dotarlas de agua potable, electricidad e internet. Prepararlas para un mundo post-covid, que puedan operar en las dos modalidades: presencial y a distancia, dependiendo en cada entidad federativa, del semáforo epidemiológico.
El mandato del artículo cuarto constitucional es muy preciso: el Estado mexicano debe velar y cumplir con el interés superior de la niñez. Si nos basamos en el orden en que establece el interés superior, aparecen en primer lugar: alimentación y salud. Sin embargo, los dos primeros intereses superiores, no cumplirían su propósito de desarrollo integral de las nuevas generaciones de mexicanas y mexicanos, si no se acompañan de la educación y el sano esparcimiento.
“El Estado garantizará que los materiales didácticos, la infraestructura educativa, su mantenimiento y las condiciones del entorno, sean idóneos…”. Esta es la disposición constitucional establecida en el noveno párrafo del artículo tercero, luego entonces, el incumplimiento de esta garantía en la mayoría de las escuelas, por no decir en casi todas, obliga primero a hacer idóneas las instalaciones y de esa forma garantizar un regreso seguro a clases en los salones.
¿Veremos ahora un obsceno contagiadero de menores de edad?
Que no se pierda de vista que el COVID-19 deja secuelas. Tampoco, que muchos de los contagiados, son asintomáticos y estos son los transmisores del COVID-19 más peligrosos y peor si no usan cubrebocas. Finalmente, el punto en cuestión no es si deben o no, ir a la escuela. El punto en cuestión es que la gran mayoría de las y los alumnos, para ir a la escuela, utilizan necesariamente transporte público. Es ahí en donde está el mayor riesgo. Urge sacar de la circulación como transporte público, a las combis en donde no cabe en su interior una persona de pie y desde luego urge más, que no lleven más pasajeros, que los que pueden ir sentados.