Las tradiciones mexicanas son elementos de identidad que han pasado de generación en generación y se celebran con algarabía año con año en cada uno de los hogares de los mexicanos. Es tal la efervescencia con que se viven, que, en muchos casos, al levantar la ofrenda de Día de Muertos, de inmediato se limpia el hogar. De colores naranja y morado se pasa a una amplia gama de luces multicolor que iluminan el hogar hasta el fin de año y en algunos casos hasta el mes de febrero con el día de la Candelaria.

A mediados de diciembre, particularmente, del 16 al 24, se realizan las tradicionales posadas. Su celebración representa a María y José en la búsqueda de un lugar para pasar la noche en Belém previo al nacimiento de Jesús. Las nueve noches de las posadas son una novena y representan los nueve meses de gestación de Jesús. Los misterios de Adviento y Navidad se componen de una selección de textos de los evangelios que son representados preferentemente por niños.

Desde hace muchos años las posadas se realizan en todos los hogares sin distinción de clase social, aunque en cada región adquiere los matices del lugar donde se llevan a cabo. Las organizan personas allegadas a las comunidades eclesiásticas con la finalidad de unir a los vecinos en esta fiesta popular. Incluso, en las escuelas y considerando los principios de laicidad de la educación, los alumnos festejan el inicio de las vacaciones decembrinas rompiendo piñatas en el patio, mientras en los salones, los maestros los esperan con su bolsa de dulces adornada con motivos navideños. Pero, qué hay detrás de las posadas, cual es el origen de esta celebración que se considera típicamente mexicana.

Como es sabido, en la mayor parte de las celebraciones religiosas que se llevan a cabo en México convergen rasgos de las tradiciones y festividades indígenas con los elementos que introdujeron los misioneros que evangelizaron a los indios durante la época colonial.

Ante la necesidad de implantar la fe en los indígenas de las tierras recién conquistadas y el desconocimiento de las lenguas, los frailes se valieron de las formas de expresión, como los códices para adaptar los preceptos de la religión para hacerlos llegar a los indios en los colegios. Tal es el caso de los Códices Testerianos que representan las principales oraciones por medio de dibujos.

Es indudable que en la mayoría de las actividades religiosas populares se encuentran rasgos de ambas culturas. En el caso de las posadas, por el tiempo en que se realizan, se han relacionado con las fiestas del calendario mexica que se celebraban en honor a los dioses, temporada que coincidía con la celebración de la Navidad.

Antes de hablar que la celebración de la Navidad se empata con una fiesta del calendario ritual mesoamericano en particular, se debe tomar en cuenta que las fiestas variaban de acuerdo con la región. En el caso de Tlaxcala, consultando el Calendario de fray Francisco de las Navas, las Posadas y la Navidad se realizaban durante el mismo mes que la fiesta de Quecholli, en honor a Mixcóatl, dios de la caza.

Se ha atribuido a los frailes de la Orden de San Agustín el origen de la celebración de las Posadas, quiénes sustituyeron el culto a las antiguas deidades por las figuras de Jesús, María y José. Probablemente en San Agustín Acolman, situado al noroeste de la Ciudad de México, por el camino a Teotihuacan, tuvo origen la práctica de las posadas, cuando en 1587 fray Diego de Soria obtuvo una Bula del Papa Sixto V, en la que autorizaba la celebración en la Nueva España de las misas de aguinaldo como preparación para la Navidad, que se celebraban del 16 al 24 de diciembre en el atrio del convento. Al finalizar la misa se realizaba un festejo en el que se conversaba sobre pasajes y escenas de la Navidad. Conforme se fue asimilando la celebración, poco a poco se fueron integrando los elementos que se conocen hasta el presente.

Con la proximidad de la Navidad y como complemento a esta celebración, los agustinos integraron una novena de oración, la cual estaba caracterizada por la representación del viaje que hicieron José y María desde Nazaret hasta Belén, como lo registra Lucas en su evangelio.

Cada día representa los días que fueron pidiendo posada en su recorrido hasta terminar su peregrinar el 24 de diciembre, la víspera del nacimiento de Jesús. Por esta razón los nueve días se asimilaron a la novena, come ha realizado durante muchos años desde los tiempos de la Nueva España.

Gracias a fray Juan de Béjar y a las monjas Concepcionistas, quienes fueron los principales promotores de la realización de las posadas, para finales del siglo XVIII ya eran una tradición independiente a su origen, pasaron a ocupar un lugar principal en la liturgia y se celebraban en los principales barrios y ciudades de la Nueva España.

Al ser fiestas de carácter religioso, los elementos que componen a las posadas están cargados de simbolismo como las figuras de los peregrinos que siempre van al inicio del contingente. Durante la caminata y al llegar al hogar donde serán hospedados por una noche, se les recibe con rezos y letanías que narran las jornadas de los peregrinos antes de llegar a Belén. Un dato curioso es que en algunas comunidades el privilegio de cargar a los peregrinos durante la procesión correspondía a las señoritas de la comunidad. Con el paso del tiempo esta tradición se ha modificado, por lo que el honor de llevar a la sagrada familia se comparte entre niños, jóvenes y adultos.

Con el paso del tiempo y como uno de los atractivos de la temporada, se fueron agregando diversos elementos a la celebración como luces de bengala, cohetes, piñatas y villancicos. A la par se fueron ofreciendo poche preparado con frutas de temporada y los tradicionales aguinaldos con dulces y frutas para los niños, así como algunos alimentos de acuerdo con las posibilidades de la comunidad. Pero lo que nunca falta son las tradicionales colaciones, galletas de animalitos y cacahuates. Ya en épocas recientes se integró el baile, situación que convirtió a las posadas en verdaderas verbenas.

No se puede comprender una posada sin las tradicionales piñatas. Al parecer el origen de esta tradición se encuentra en China. Se ha atribuido a Marco Polo haber llevado las piñatas a Italia en el siglo XII.

Los evangelizadores trajeron a la Nueva España las piñatas, dándole un significado cristiano, para explicar la lucha contra el pecado. Existen diferentes tradiciones sobre la significación que los evangelizadores le dieron a cada uno de los elementos de la piñata, los cuales consideran los elementos de la evangelización: la Fe, la lucha contra el mal, la gracia de Dios y la recompensa final.

La piñata representa a Satanás, el cual atrae y seduce a los hombres por medio de sus brillantes colores. Los dulces y las frutas con que la llenaban representaron las tentaciones. La persona, con los ojos vendados, representa la lucha en la oscuridad de la fe; el palo representaba la bondad, ya que sólo el bien puede vencer al mal. Cuando se rompía la piñata, los dulces y la fruta que contenía representaron la recompensa que Dios da a los que se dejan guiar por la fe.

Otra versión señala que los frailes enseñaron a los indígenas que la piñata simbolizaba las tres virtudes teologales: La Fe, porque se va con los ojos vendados con la guía de las personas que están alrededor. La esperanza, por el premio que se anhela y la Caridad, porque al romper la piñata, se destruye al pecado y se comparte con los demás su contenido.

Los villancicos nacieron como una expresión popular que poco a poco fueron utilizados para cantar temas relacionados con las historias del nacimiento de Jesús. Los que se conocen actualmente fueron adaptados durante el siglo XIX; a partir de ese momento se escuchan en diferentes países y culturas del mundo.

Estas posadas que recién inician y que culminaran en la Navidad del año 2020 pasaran a la historia porque estarán limitadas por la situación sanitaria que se vive en el mundo. No por eso pierden su valor, se intensifica porque serán un momento para la reflexión y la unión familiar.

Las tradiciones que se arraigaron en México son únicas. El matiz que les dio lo mexicano las hace ser admiradas en el mundo. Las posadas no son la excepción. Por lo pronto, las notas de campana sobre campana, el burrito sabanero y los peces en el río sonarán en el seno de los hogares, al vapor de un vaso de ponche, mientras todos están listos para lanzarse a la piñata.

luis_clio@hotmail.com

@LuisVazquezCar

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