La cultura del México actual es heredera de la grandeza de los pueblos mesoamericanos, cuya presencia se encuentra en diversas poblaciones, grupos y comunidades indígenas que representan una mayoría de la población del país, cuya historia se ha ido forjando a través del tiempo.

Dentro de la mayoría se encuentran una serie de minorías que han prevalecido gracias a los usos y costumbres que se han insertado en la dinámica de la sociedad actual, adaptándose a las normas y proyectos que no son compartidos por el resto de la población. Poco a poco estos grupos, segregados de los procesos de desarrollo nacional, después de 500 años no son tomados en cuenta por no compartir los patrones occidentales que ha adoptado la sociedad.

La búsqueda de diferentes formas de resistencia, que en la mayoría de los casos ha llegado a la rebelión armada, se enmarcan en un largo proceso histórico que ha tratado de aceptar la pluralidad de México, al mismo tiempo que no ha permitido su integración al proceso de civilización del que han sido excluidos;

De un tiempo a la fecha, la historia de las civilizaciones mesoamericanas ha sido entendida como todo un complejo cultural debido a los elementos en común que los diferentes pueblos comparten entre sí, independientemente de las diferencias espacio temporales que existen. Para los mexicanos que habitan las tierras conquistadas, el pasado indígena se vive como algo glorioso, pero muerto, impenetrable y desconocido. En el cómo se ha asimilado la cultura occidental, es lo que determina el modo de pensar de la sociedad actual.

Desde la conquista de las distintas regiones de América, el europeo puso énfasis en la inferioridad del indígena, de hecho, a todo lo aborigen se le llamó indígena sin diferenciar culturas ni zonas geográficas. Al momento de la repartición de la riqueza, las tierras y demás medios, los indios quedaron en el último lugar de la sociedad. Quizá fueron medidas para mantener la estratificación, o simplemente raciales; razones de control, disfrazadas con la idea de protección paternalista. Se crearon dos repúblicas sujetas a distintas leyes, tribunales y autoridades religiosas y civiles. La existencia de esas dos repúblicas se marcó incluso en la geografía urbana, provocando el surgimiento de dos zonas de habitación. En la ciudad de México-Tenochtitlan los españoles recibieron los solares del centro, mientras que a los indios se les confino a los cinco barrios periféricos.

Con el tiempo se asumió que la cultura prehispánica había muerto, y se negó su existencia después de la conquista. ¿Qué fue lo que quedó de ella? Los grupos indígenas. Pero, en varias naciones del mundo, los grupos indígenas son un lastre para las naciones en vías de desarrollo, hay que educarlos o en pocas palabras civilizarlos.

Lo peor que pudo pasarle al indígena, fue creer en esa inferioridad atribuida a su cultura, e intentar pese a ello occidentalizarse. Al paso del tiempo la mezcla racial fue inevitable, así la fusión de culturas jamás pudo darse, provocando una dualidad en la mentalidad del mexicano. A aquel mexicano que durante el periodo colonial no asimiló la cultura occidental se le llamó pelado, para distinguirlo de la gente bien que eran los descendientes de europeos. Esta categorización se percibe en distintos sectores de la población y en tiempos recientes se les llama nacos. Naco es aquél que por ignorancia o falta de posibilidades asimila de manera errónea la cultura occidental y las costumbres de la gente bien.

La mayor parte de los pueblos indígenas desapareció, y los que sobrevivieron se han enfrentado, desde la conquista, al etnocidio, que consiste en la insistencia del grupo dominante de incorporarlos a su civilización, obligándolos a abandonar su lengua, costumbres y cosmovisión, que durante varios siglos fueron el eje rector de su razón de ser. Después de la conquista los franciscanos se acercaron a los indios con el fin de convertirlos a la verdadera religión. Aprendieron sus lenguas y con diversos métodos escribieron libros acerca de sus costumbres y creencias, de un modo no tan estricto para alejarlos del demonio y de sus prácticas idolátricas.

En el siglo XVII Miguel Sánchez refirió que los indios que visitaban a la virgen morena en el Tepeyac, en realidad veneraban un milagro de la aparición, aunque el nombre de Guadalupe era desconocido por los indígenas que asistían al santuario le dieron origen a la tradición guadalupana. Este hecho se utilizó como un testimonio de que los criollos eran los elegidos y privilegiados, en lugar de inferiores frente a los peninsulares valiéndose de las costumbres y tradiciones indígenas.

Después de la independencia se buscó dar unidad a la nueva nación. Al indígena se le utilizó para perseguir los ideales de la clase dominante, pero en el proceso se ignoraron sus verdaderas necesidades. Había que sustentar la antigüedad de la nación en el devenir histórico para lo cual se recurrió a la historia prehispánica. Se rescató a la raza de bronce, pero con atributos y rasgos occidentales.

Pese a que muchos intelectuales se percataron de que una parte de México estaba formada por una variedad de etnias indígenas, se les pluralizó y se hicieron esfuerzos para su incorporación al país en vías de la modernización. Se tomó interés por sus lenguas para acercarse a ellos y así poder transmitirles la nueva cultura. En los proyectos históricos de la civilización occidental las culturas mesoamericanas no han tenido cabida más que como un objeto de estudio.

Con el tiempo México se ha ido polarizando hasta convertirse en un país dividido. Por un lado, está un México, el que se ha construido por las clases dominantes de ascendencia europea, gente de cultura occidental, con base en los modelos europeos y que, imagina que la otra parte no existe; piensan en la modernización del país, a pesar de la cantidad de gente que no está integrada a su idea de progreso.

También existe el otro México, conformado por las masas que están en un proceso de aculturación, que no dejan sus raíces y no aceptan la implantación de las nuevas formas de vida. Comprende desde las zonas más escondidas del país, hasta las zonas urbanas, donde persiste una forma de vida indígena, con mentalidad y costumbres que han perdurado.

Desde el siglo XIX se ha visto al indígena como ignorante, supersticioso, flojo y alcohólico, al que había que sacar de su estado. Se pensó que la mezcla racial sería la solución, pero, lo que llama la atención es que los mexicanos hayan repetido que la mezcla era para mejorar la raza.

Como estos ejemplos existen muchos que perduran en la actualidad, a tal grado, que se han creado dependencias de carácter filantrópico para la población indígena, que tienen como fundamento el aproximar a los indios a la cultura occidental.

Actualmente, las ideas del indígena y su cultura son confusas. Cuando los indígenas dejan sus comunidades buscando fortuna en las grandes ciudades son vistos con carácter despectivo, a tal grado que, para insertarse en la dinámica social, dejan de hablas su lengua materna y cambian de costumbres, ahora piensa y vive a la forma occidental. En poco tiempo ha dejado de ser indio. Los indios dejaron de ser reales para convertirse en imágenes de los libros.

La nación mexicana, por su larga tradición indígena, puede y debe construir el ambiente propicio para que las lenguas, tradiciones y creencias indígenas dejen de ser segregadas y anuladas por la sociedad actual. La cosmovisión y cosmogonía indígenas, únicas en el mundo, deben ser incorporadas al patrimonio de la humanidad.

luis_clio@hotmail.com

@LuisVazquezCar

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