El yo-yo mexicano se distingue de los fabricados en otros países, pues dentro de su modelo tradicional su fabricación consta de dos discos de madera que al unirlos dejan una pequeña ranura, donde  se introduce un hilo que le permite subir y bajar cuando la persona se pone el hilo entre los dedos.

Esta singularidad permite que se realicen trucos propios del juguete mexicano como: El dormilón, paseando al perro, rebobinar y la media vuelta. Sin embargo es bien sabido que una gran parte de estos no podrían realizarse con un yo-yo antiguo, pues no contaban con materiales como baleros y otros complementos “modernos” de su fabricación.

El primer juguete yo-yo mexicano fue fabricado por la marca Sheiro. Aunque ya existían múltiples versiones “caseras”, la marca fue la responsable de extender el uso del yo-yo como juguete en todo el país.

El juego era considerado algo exclusivo para hombres hasta que en el año de 1962, la empresa plastimarx, fabricante de yo-yos de plástico lanzó una campaña promover el uso del juguete dentro de las niñas.

Actualmente es difícil encontrar personas haciendo uso del juguete, sin embargo aun es bastante demandado, pues instituciones como  “La Asociación Mexicana del Yo-Yo” y “La Asociación Mexicana de Trompo y Yo-yo del Caribe”, se esfuerzan por mantener la tradición viva.

El juguete fue popularizado en todo el mundo por Donald F. Duncan por lo cual se Eligio su fecha de nacimiento seis de junio para conmemorar el Día Mundial del yo-yo. A pesar de esto se cree que la palabra yo-yo es de origen filipino .

Jugar con este artefacto ayuda a aliviar el estrés, fomenta la creatividad, la concentración y coordinación por lo cual a pesar de ser considerado un juguete tradicional continua vigente hasta nuestros días.

 

 

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