Por: El Psicólogo Carlos Muñoz
Y hasta he llegado a pensar si no es que todos ellos tendrán un grupo de Whatsapp ultra secreto en donde alguien así como un desafiador maestro, les comparte las técnicas y estrategias milenarias para alterar el orden con su pesimismo y mala actitud, algo así como el club de la pelea, pero en versión quejarse de todo, en donde en lugar de mandar imágenes de piolín que dicen “bendiciones”, utilizan frases motivacionales del mal como: “Hoy será un pésimo día para todos, de eso me encargo yo” o “¿Pero por qué a ellos si les dan (ponen, prestan, traen, regalan, justifican, benefician) y a mí no?” o algo así como “Que nadie te diga lo que tienes que hacer o cómo tienes que vivir” y ya con eso arranca su día con toda la actitud de quejarse, cuestionar y desacreditar lo que se encuentra establecido.
Y con esto no estoy diciendo que el cuestionar y retar al sistema sea malo, ya que el hacerlo de manera saludable nos habla de una capacidad de autoconocimiento, saber específicamente con qué nos sentimos cómodos y con qué no, con qué congeniamos y con qué discrepamos, hasta ahí no hay problema, este surge cuando esta actitud desafiante se convierte en nuestro Santo Grial y a todo lo que nos dicen automáticamente le buscamos lo malo, lo turbio y lo apócrifo, donde no importa que nos digan ni la manera, y estamos predispuestos a afrontar de forma negativa las cosas, esto nos lleva a realizarlas de mala gana o en su defecto optamos por ni siquiera asistir o hacerlo.
El ser humano es un ser social, sin embargo, dentro de este colectivo y durante el paso de los años hemos tenido que generar normas que permitan y favorezcan la sana convivencia, por lo menos en el ideal, es así como surgieron las leyes, como una manera de regular el comportamiento natural del hombre (si es que eso pudiera existir), así se evita que alguien haga justicia por su propia mano y no sea castigado por ello, ya que esto podría poner en peligro la existencia humana, unos mataríamos a otros, y nuestros amigos y familiares nos vengarían y luego sus amigos a los nuestros, algo así como las guerras, pero no tan socialmente bien vistas y apoyadas, pero todo esto será… para otra columna; así que al lugar al que lleguemos encontraremos normas, reglas o leyes, ya sean implícitas o explícitas que tiene la finalidad de evitar el caos.
Todo esto parte de la premisa que las normas establecidas son sólidas, sin embargo, la historia nos ha dicho que todo el tiempo es necesario cuestionarlas y adecuarlas a las necesidades propias de la evolución, hace algunos años las personas se quejaban porque las mujeres pudieran votar, hoy nos quejamos porque un hombre por sus pantalones no se quiere levantar de un asiento reservado para mujeres, utilizando el argumento de que se identifica como fémina, y sabrá Dios de qué nos estaremos quejando mañana
Lo interesante surge cuando nos ponemos a analizar el por qué de las cosas, en este caso en particular sería, ¿Por qué cuestionamos a la autoridad? la respuesta corta es depende, ya que no existe una explicación universal, sin embargo, sí podemos explicar diversas causas, y ya tú serás responsable de ver si algo de esto coincide con tu situación o bien no te pasa nada de esto, ni nada de nada, es más eres perfecto y ahora empezarás a cuestionar el por qué estás leyendo esto, pero si eso no pasa, continúa hasta el final.
Porque es necesario: Y si leíste bien, la teoría de los grupos nos dice que para que un grupo pueda coexistir, es necesario que todos sus integrantes cubran ciertos roles específicos, dentro de los principales podemos mencionar a: un líder, un organizador, un chivo expiatorio, un negativo, un saboteador, por mencionar algunos, y aquí es donde paramos, ya sea alguno de estos dos últimos serán los encargados de desacreditar y desobedecer las normas, simplemente por la función que deben cumplir, y el grupo es tan dinámico que si alguno de ellos se va, otro integrante del mismo grupo asumirá ese rol o bien se integrarán nuevos miembros para que dicho grupo siga existiendo.
Porque no existen límites en casa: Se habla mucho de que lo que se aprende en casa se replica en la vida, así que si en el hogar no se establecen límites claros y se cumplen, es muy probable que el adolescente no tenga una estructura que pueda respetar las reglas establecidas, y un jóven que no respeta reglas, será un adulto desafiante, que probablemente siga replicando el modelo.
Por el estilo de personalidad: Así como el grupo necesita saboteadores para poder existir, también por probabilidad existen tipos de personas con características desafiantes, es algo así como combinar el temperamento, las experiencias y lo aprendido en casa, si la personalidad predispone, también se puede reflejar en la interacción social.
Por el tipo de liderazgo: Es cierto que las normas regulan la convivencia social, sin embargo, a lo largo de esta podremos identificar que existen algunas que parecieran no tener pies ni cabeza, es en donde las personas suelen cuestionar más, muchas veces con razón de causa, muchas veces con la carencia de esta, lo que si es que la retroalimentación que recibimos de nuestras autoridades condiciona mucho la gestión de dichas inconformidades.
Por aceptación: Muchas veces no es tanto cuestión personal, sino que esta rebeldía está condicionada por nuestro círculo social, y para poder pertenecer y ser aceptado es necesario comulgar con el ideal colectivo, recordando que mientras más grande sea la masa social, menor será la identidad personal.
Estas son solo algunas de las razones, mismas que no son ni buenas ni malas, simplemente suceden e interactuan, se suele pensar que el desafiar el orden establecidos de las cosas es algo negativo, sin embargo, nos abren el panorama a nuevas posibilidades siempre y cuando se propongan nuevas alternativas, es muy sencillo criticar, juzgar, desobedecer, burlar y romper las reglas, lo complicado es construir nuevos caminos que colaboren con el bienestar social, pero bueno, puedo estar equivocado.