Estimaciones actuales aseguran que 70 millones de personas sufren de tartamudez en algún momento de su vida. La tartamudez se define como la dificultades para comenzar y sincronizar el habla lo cual resulta en pausas y repeticiones.
En el pasado, muchos terapeutas erróneamente atribuyeron el tartamudeo a una serie de causas y defectos en la lengua y la laringe, ansiedad, traumas o incluso mala crianza . Sin embargo patólogos del habla y el lenguaje hoy en día asocian el padecimiento con problemas neurológicos.
La iniciativa de esta ultima teoría llegó en 1991, cuando los investigadores encontraron un flujo sanguíneo alterado en el cerebro de las personas que tartamudean y en las ultimas dos décadas un mayor número de investigaciones apuntan a que la tartamudez se encuentra en el cerebro.
A pesar de este contexto aun queda mucho por investigar al respecto, neurocientíficos han observado diferencias sutiles en el cerebro de las personas que tartamudean, pero no pueden estar seguros si las diferencias son resultado o causa de la afección.
A los científicos aun les resulta imposible entender por qué aproximadamente el 80 porciento de los niños que tartamudean crecen y tienen patrones normales del habla, mientras que el otro 20 porciento continua tartamudeando hasta la edad adulta.
Estudios reflejan que en los niños que pierden la tartamudez, las conexiones entre las áreas involucradas en la audición y los movimientos de habla se fortalecen con el tiempo.
Teniendo en cuenta los problemas que las personas que sufren tartamudez enfrentan, es muy importante brindar apoyo a las personas que padecen esta condición, pues en muchas ocasiones sufren un sin fin de conflictos al ser cuestionados sobre su inteligencia.
Cada 22 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Tartamudez como una fecha de apoyo para aquellos que sufren a causa de la condición brindándoles herramientas para su día a día.