Para una gran parte la sociedad la mención de Oscar Wilde trae a la mente de forma instantánea obras como El retrato de Dorian Gray, El niño estrella y el Príncipe Feliz; para la comunidad LGBTQ+, es un claro ejemplo de que desde hace muchos años en la mayoría se suele dar un juicio precipitado de una persona de cuando se “descubre” su orientación sexual pasando por alto las aportaciones que se realizaron a la sociedad.
A finales del siglo XIX Oscar Wide gozaba de los frutos de su trabajo como escritor y crítico en lo que muchos consideran la cúspide de su fama. Ante la sociedad se mostraba como un hombre pleno dentro de un matrimonio con dos hijos.
Sin embargo los tiempos de prosperidad para el escritor acabarían a raíz de su relación con Alfred Doglas hijo del Márquez de Queensberry, este último comenzó a perturbar la vida de Wilde con amenazas; por lo que harto de la situación Oscar lo denunciaría por difamación.
El juicio se realizó ante la constante atención del ojo público a causa de la posición que ostentaban los involucrados, rápidamente se hizo ver que esto acabaría mal para Wilde, pues ante los tribunales instigados por Queensberry aparecieron hombres que afirmaban haber tenido relaciones sexuales con el escritor, aunque el respondería a si lo había hecho con uno de esos chicos con un «Oh, por supuesto que no. Es un chico particularmente soso». Esta declaración jugaría a favor del marqués, pues con esto se aseguró que sus afirmaciones eran ciertas.
A pesar de esto durante el primer juicio el jurado fue incapaz de llegar a un acuerdo razón por la que casi inmediatamente se inició otro juicio en donde se declararía al escritor culpable de sodomía.
Como consecuencia de este “juicios mediáticos”, la sociedad en general exigió un castigo ejemplar y se le condenó a dos años de trabajos forzados en prisión donde a causa de los malos tratos enfrentaría problemas graves de salud y una lesión en el oído derecho.
Tras obtener su libertad se reencontraría con Alfred en Nápoles, pero solo estarían juntos tres meses. Su esposa le prohibiría ver a sus hijos y múltiples amistades se alejarían de él a causa de su estilo de vida “indecoroso”.
La lesión en el oído que contrajo en prisión es vista como la probable responsable de la meningitis que acabó con su vida en 1956.