Por: Víctor Gálvez
Definitivamente en el mundo de las finanzas personales la deuda siempre estará presente. He escuchado a muchas personas que dicen que “nunca” se van a endeudar; esto es muy respetable desde mi particular punto de vista, sin embargo va a ser muy complicado y mucho más difícil que logren sus objetivos que están relacionados con el dinero. Por ejemplo: Si una persona quiere iniciar un negocio, es más fácil pedir un préstamo al banco e invertir en el negocio que trabajar durante muchos años para tener el capital suficiente para iniciar. La diferencia es la forma en que se usa esta deuda. La realidad es que no todas las deudas son iguales y por eso en finanzas se habla de deuda buena y deuda mala.
¿Cómo se puede distinguir entre ambas? La principal diferencia entre la deuda buena y la deuda mala es el uso que se haga de ella, aunque también se podría incluir el nivel de endeudamiento de la persona para distinguirlas. Lo que define a las deudas buenas es su destino, para qué se utilizan. En concreto, se consideran que son deudas buenas las que sirven para adquirir un activo. Es decir, las que sirven para financiar algo que puede aportar un ingreso adicional en el tiempo, que te ayudarán a ganar más dinero del que has pedido prestado más los intereses.
En el lado contrario está la deuda mala, que todo lo que no entra dentro de la definición anterior. Las deudas malas están normalmente relacionadas con el consumo. Son préstamos y créditos que se usan para comprar un pasivo, algo que no te va a generar un ingreso el día de mañana. Hay miles de ejemplos de deuda mala, como los préstamos para financiar las vacaciones, una televisión, bodas, comuniones e incluso fiestas.
En resumen, las deudas son parte del día a día de la economía de un hogar o de una empresa. Casi nadie puede permitirse el lujo de comprar una casa, un coche o maquinaria y pagarlo de una sola vez. Endeudarse, por tanto, no es un problema, pero sí lo es no gestionar bien esas deudas. Entender esta gestión como una estrategia para cuidar la salud financiera y hacer frente con solvencia a las obligaciones adquiridas son las claves para acometer proyectos con éxito.
En este contexto, crear un presupuesto mensual o anual, que incluya las deudas, es el mejor camino para que no se conviertan en un problema. Los expertos consideran que el límite de la capacidad de endeudamiento de una familia está alrededor del 35% de los ingresos netos mensuales. Este porcentaje debe incluir los gastos derivados de la devolución de todos los préstamos y créditos contratados: desde una hipoteca hasta el pago a plazos de un coche o las cuotas de las tarjetas de crédito.
Ahora que ya identificas las deudas buenas y malas, te invito a que si en algún momento del tiempo tienes algún proyecto en mente, puedes acudir a alguna institución bancaria y previo a una muy buena planificación financiera; no temas el endeudarte. Créeme que la deuda buena te ayudará a realizar más rápido tus objetivos.
La siguiente semana no te pierdas de más consejos acerca de “Gastos silenciosos que afectan tus finanzas”
Y por último quiero que recuerdes que no importa dónde y cómo te encuentres hoy, siempre es buen momento para comenzar con finanzas saludables…