Junio, mes del orgullo da pie para hablar de diversidad y para ello es esencial abordar la cuestión del género. El libro «Cuerpos, géneros y sexualidades, Contextos mesoamericanos y contemporáneos» forma parte de los esfuerzos de la Secretaría de Cultura federal y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah) por generar un diálogo en torno a la discriminación, el género y la sexualidad que se vive en México.

Está compuesto por 11 ensayos que, a través de la arqueología, la antropología física, la etnografía y la historia, examinan las concepciones sobre el cuerpo, la sexualidad y el género. Estos abarcan desde el contexto mesoamericano de las antiguas poblaciones hasta la formación de las sociedades contemporáneas, tras haber atravesado diversos procesos normativos.

En el libro se define al género como la adscripción de roles y estatus sociales diferenciados, y la atribución de significados culturales diferenciados a las personas, basándonos en el dimorfismo sexual. En la actualidad, el androcentrismo que caracterizó tanto a la antropología sociocultural clásica como al conocimiento científico está siendo cuestionado por diversas investigaciones. Esta nueva lectura sobre los roles de género en distintas culturas nos permite ampliar nuestro entendimiento de la diversidad.

Raúl Lugo Rodríguez, en su obra “Género, poder y sexualidad: la crisis actual de las iglesias” (2022), señala: «Distinguir sexo de género es, probablemente, una de las más grandes aportaciones del siglo pasado […] El sexo hace referencia a las características biológicas que distinguen al hombre de la mujer. Son diferencias de carácter universal.

El género, en cambio, hace referencia a las diferencias sociales entre mujeres y hombres, que han sido aprendidas e interiorizadas a lo largo de los años. Estas diferencias no son universales, sino que dependen de la cultura y sufren transformaciones con el paso de los años.

La gran ventaja de este descubrimiento es que permite identificar lo que es natural de lo que es socialmente construido y revela con claridad que no es el sexo en sí mismo la causa de la desigualdad de las mujeres, sino su posición de género, que es socialmente construida».

En conclusión, el género no está vinculado a lo biológico, sino a lo cultural y a lo social. Comprender esta distinción es fundamental para entender y abordar la diversidad en nuestra sociedad.

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