El diagnóstico precoz de artritis reumatoide aumenta la efectividad de tratamientos farmacológicos y terapéuticos existentes para ralentizar el deterioro del tejido articular que causa la patología, afirmó Angélica Hayleen Peña Ayala.
En cambio, es irreversible el daño que haya al momento del diagnóstico, como deformidad articular y limitación en la capacidad funcional, y hace que el pronóstico sea mucho menos promisorio.
En este contexto, hizo un llamado para que, en coordinación con el personal médico de primer contacto, y en caso de experimentar dolor o inflamación en al menos una articulación sin causa aparente, acudan a revisión con un especialista en reumatología porque puede tratarse de artritis reumatoide y es indispensable que reciban tratamiento inmediato.
Hasta 70 por ciento de los pacientes que llega al instituto nunca había tenido contacto con un especialista en reumatología; de ellos, ocho de cada 10 tienen una enfermedad reumática establecida, debido a que transcurrieron, en promedio, cinco años para recibir el diagnóstico, y eso empeora la calidad de vida en el mediano y largo plazos.
Angélica Hayleen Peña explicó que la artritis reumatoide es un padecimiento autoinmune; esto significa que las defensas naturales del paciente no atacan solamente a los agentes patógenos potencialmente dañinos, como debería ocurrir en condiciones normales, sino al organismo, en este caso, a la membrana sinovial de las articulaciones, provocando inflamación y dolor.
Dijo que, en el mundo, la artritis reumatoide afecta entre 0.5 y 1.0 por ciento de la población. En México existen estudios que muestran que en algunas comunidades la prevalencia es de 1.6 por ciento.
La artritis reumatoide puede limitar funcionalmente a las y los pacientes, por lo que el objetivo del tratamiento es detener su progresión para evitar secuelas funcionales a largo plazo; “se trata de una enfermedad crónica que no tiene cura, pero que se puede controlar de forma satisfactoria”.