Escrito por: Psic. Gabriela Rodríguez Gutiérrez
Estimado lector, para comenzar la columna de esta semana me gustaría que me
acompañaras con la siguiente metáfora, por favor, trata de imaginar que eres el
protagonista de la historia que te planteo a continuación:
Imagina que te encuentras parado en un campo abierto en donde no hay nada más
que naturaleza y áreas verdes, en ese momento, pese a disfrutar de la hermosa
vista que ofrece el paisaje, te preocupa vislumbrar cómo vas a encontrar aunque
sea un pequeño vistazo de civilización para así poder reintegrar te a la vida en
comunidad a la que estabas acostumbrado, con los privilegios y comodidades que
conlleva habitar en un entorno urbano, distinto a donde te encuentras actualmente.
De repente, y después de tanto caminar, te encuentras a otra persona a la que
recurres para que te oriente acerca de cómo salir, la respuesta que obtienes es la
siguiente: “Sí quieres salir de aquí y regresar a la civilización, necesitas regresar por
el mismo camino que tomaste para llegar aquí. Piensa en cada paso que diste, en
cada giro que tomaste y deshaz todo hasta que encuentres el punto de partida. Solo
así podrás volver a la vida que conocías.»
Decides seguir este consejo y comienzas a retroceder, tratando de recordar cada
detalle del camino que te trajo hasta aquí. Sin embargo, pronto te das cuenta de que
el paisaje ha cambiado, los caminos que antes estaban claros ahora están cubiertos
de vegetación y los puntos de referencia que intentas recordar se han desvanecido.
Cada intento de regresar al pasado parece llevarte más lejos del presente,
llenándote de frustración y desesperanza.
A medida que avanzas, o más bien retrocedes, te das cuenta de que revivir y
desandar el pasado no te está llevando a ningún lugar nuevo. Estás atrapado en un
ciclo sin fin de repetición, intentando corregir cada error y recuperar cada momento
perdido. El pasado, como una sombra, sigue allí, inalcanzable y estático, mientras tú
sigues perdiendo tiempo y energía en una búsqueda inútil.
Finalmente, exhausto y desilusionado, te detienes. Te das cuenta de que regresar
por el mismo camino no solo es imposible, sino también infructuoso. Te das cuenta
de que el pasado no se puede cambiar ni desandar. Aceptas que el presente es lo
único que tienes, y que debes encontrar una nueva manera de avanzar desde
donde estás, no desde donde estuviste
Después de la historia presentada anteriormente no me resta más que cuestionar la
viabilidad de “sanar aquello que ha sido con la intención de mejorar aquello que
será”.
En el mundo de la psicoterapia, existe una noción prevalente de que para avanzar,
es necesario «sanar el pasado». Sin embargo, esta idea, aunque bien intencionada,
puede ser limitante y a veces contraproducente.
Este enfoque, aunque popular, sugiere que la clave del cambio y la mejora en el
ámbito psicoterapéutico está en los eventos que han ocurrido en la historia de vida
de los consultantes, hechos que, por su propia naturaleza de “eventos pasados” son
inamovibles e irreversibles, por lo que buscar en ellos el cambio es, hasta cierto
punto un despropósito.
Aunque revisar “el pasado” desde la historia de vida de una persona es útil porque
nos dota de un historial que nos puede poner en contexto del origen y la evolución
de una problemática en psicología, nos hace un flaco favor al intentar dar solución
desde el pasado, por el contrario nos limita al encontrar las cosas que mantiene
dicho problema en el presente, aquello que es realmente funcional como
herramienta de cambio.
Los enfoques psicoterapeúticos actualizados y basados en evidencia proponen que
la acción en el presente es de mayor utilidad qué la reflexión constante sobre el
pasado, ya que dota al consultante de la conciencia , el conocimiento y las
herramientas necesarias para tomar medidas concretas hacia metas claras en en el
presente, tomando como base lo que es impotente para la persona en el momento
actual.
La idea de “sanar el pasado” como requisito indispensable e inamovible para
avanzar en el presente puede ser una trampa. Hasta cierto punto nos impide
identificar y construir sobre las fortalezas y recursos actuales del individuo.
La vida ocurre en el presente, por lo que los cambios necesarios para alcanzar el
bienestar psicológico se logran eficazmente cundo trabajamos en la forma en laqe
nos relacionamos con los eventos actuales, cuando somos conscientes de como lo
que hacemos aquí y ahora nos acerca o nos aleja de la persona que esperamos
alcanzar en un futuro relativamente próximo, tomando acción hoy para alcanzar
estas metas después.
En resumen, aunque el pasado puede ofrecer contexto y comprensión, centrar la
intervención terapéutica en «sanar el pasado» no siempre es la vía más efectiva.
Enfocar la terapia en el presente, en la acción y en la aceptación puede ofrecer un
camino más directo y esperanzador hacia una vida más plena y significativa.
Te recuerdo, querido lector, que tu servidora brinda atención psicológica en el
Centro de Psicoterapias Basadas en Evidencia CENPSIBE en el centro de Tlaxcala,
si gustas iniciar tu proceso psicológico.
Centro de Psicoterapias Basadas en Evidencia
Morelos no. 5-b Col Centro, Tlaxcala
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