Escrito por: Psic. Gabriela Rodríguez Gutiérrez

 

Querido lector, la columna de esta semana está inspirada en una pregunta que me
hicieron recientemente en una reunión social a la que asistí, evidentemente no en
modo “psicoterapeuta”, pero sí con personas quienes me conocen y saben a lo que
me dedico. Una de estas personas con la que conversaba, tuvo la apertura y la
confianza de contarme que había decidido iniciar por fin su proceso terapéutico;
resultó gratificante escuchar la manera en que me narraba su experiencia (positiva
en general) muy emocionada y con evidente entusiasmo. Cuando llegó a lo que
parecía ser el final de su relato percibí que algo en su semblante cambió, el
entusiasmo que antes mostraba se convirtió en una expresión de duda, era evidente
para mí que había algo que no estaba quedando del todo claro. Mis sospechas
fueron confirmadas cuando me lanza una inesperada pero valiosa pregunta: Voy al
psicólogo y me siento muy bien en terapia pero… ¿Cómo sé que la terapia
está funcionando?

Recibir esta pregunta después de haber escuchado un “me siento muy bien en
terapia” resultó algo contrastante para mí, ya que había asumido que la persona se
estaría “sintiendo bien” (lo que sea que “sentirse bien” signifique para ella) porque la
terapia funcionaba… no?. En ese momento, para mí, ambas situaciones eran
equivalentes.

Más tarde, estando tranquila en casa, con la oportunidad, el espacio y las
condiciones ideales para reflexionar al respecto, pude darme cuenta a lo que se
refería. Muchas veces ocurre que ir a terapia se siente “bien”, pero solo “sentirse
bien” rara vez es el objetivo de un consultante en terapia, a pesar de que
inicialmente pueda ser verbalizado como tal. La realidad es que sentirse bien
significa algo muy diferente para cada uno de nosotros, y eso es una de las
principales tareas en terapia: identificar qué es para mí “sentirme bien” y cómo
sabría que esto está ocurriendo, incluso entender ese bienestar es transitorio y
cambiante a lo largo de la vida (pero este es un tema para otra columna).
Cuando los pacientes entran al consultorio, con frecuencia lo hacen agobiados,
ansiosos, confundidos, etc. y nuestra tarea en sesión es ocuparnos de aquello que
detonó estos episodios y buscar una forma de lidiar con ello de la forma más
eficiente posible. Sin embargo, en el ínter ocurre algo muy interesante: ¿alguna vez
has sentido que después de contar un problema te sientes mejor? como si el mero
hecho de contar aquello que te agobia te haya quitado un peso de encima; bueno,
pues eso también ocurre en terapia.

Y con esto no estoy diciendo que expresar cómo te sientes a alguien de confianza
sea negativo, al contrario, puede ser un factor protector enorme el contar con una
red de apoyo sólida, sin embargo esta no puede ser la única función de la terapia.
La terapia psicológica busca el bienestar psicológico, y este bienestar se alcanza
cuando los usuarios pueden realizar cambios en sus patrones de conducta y
generalizarlos en su entorno para mejorar su calidad de vida. Esto suena una
premisa muy simple pero resulta tan amplia que sería complicado exponerlo en la
presente entrega de esta semana.

Mi respuesta final a la pregunta que planteo al inicio de la columna es la siguiente:
sabemos que la terapia funciona cuando alcanzamos los objetivos planteados
(¿cuales son estos objetivos? eso depende de cada caso particular). Basar la
efectividad de un proceso psicológico lógico en “se siente bien estar en terapia” o
“cuando salgo me siento más tranquilo” no es un indicador confiable, por el
contrario, la sensación de bienestar puede ser transitoria y momentánea, quizá te
sientes mejor al salir de la sesión pero… ¿qué tal el resto de la semana? ¿hay
habilidades nuevas para practicar? ¿existe claridad de lo que representa el
“verdadero problema” y las acciones que debemos llevar a cabo? ¿lo que haces en
terapia y fuera de ella te acerca a tus objetivos?

Cómo psicoterapeuta puedo decir que la terapia no siempre te hace “sentir bien” en
términos de ser agradable y placentera, por el contrario, con frecuencia nos enfrenta
a realidades duras y dolorosas, nos lleva a lugares incómodos pero necesarios para
el cambio, nos reta con nuevas habilidades que requieren cierta pericia de la que
inicialmente carecemos… La terapia con frecuencia es incómoda. ¿Por qué lo
hacemos entonces? Porque la incomodidad de permanecer como hasta ahora
es aún mayor, tanto que en algunos casos ya es insostenible.

Te recuerdo, querido lector, que tu servidora brinda atención psicológica en el
Centro de Psicoterapias Basadas en Evidencia (CENPSIBE) en el centro de
Tlaxcala, si gustas iniciar tu proceso psicológico.

Centro de Psicoterapias Basadas en Evidencia
Morelos no. 5-b Col Centro, Tlaxcala
Citas: 2463670876

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here