Por: Ariel Texis Muñoz 

Como parte de una de las ramas de la antropología, la arqueología se encarga de estudiar los restos materiales del pasado. Esto comprende restos arquitectónicos y objetos utilizados por las personas en la antigüedad, como piezas de alfarería u otros tipos de artefactos. La arqueología ha logrado traer partes del pasado al presente, y ha sido una herramienta clave para establecer identidades nacionales y locales.

Es común escuchar sobre la antropología y la arqueología en diversos ámbitos sociales. Sin embargo, pocas veces se nos explica qué son y cuál es su utilidad, a pesar de que, sin darnos cuenta, su influencia ha permeado a la sociedad mexicana. En este texto, haremos una breve introducción de estas ciencias sociales para comprender cómo se estudian las sociedades del pasado y del presente.

La antropología surge, en primera instancia, como una forma de entender el origen, el comportamiento, las variaciones físicas y los cambios culturales de los seres humanos. Aunque se originó durante el colonialismo como un intento de comprender a las poblaciones subyugadas, se ha transformado en una ciencia social holística que busca comprender diversos aspectos de la humanidad. Con ese objetivo, se ha dividido en diferentes ramas, como la lingüística, la antropología física, la antropología cultural (o social), y la arqueología.

En ocasiones podemos confundir la historia con la arqueología, ya que ambas buscan entender e interpretar el pasado. Sin embargo, la arqueología se centra en el estudio social a partir de los restos materiales, y no en los textos y documentos escritos en el pasado. En la tradición europea, la arqueología sí se deriva de la historia y la geología. No obstante, en México y otros países de América, la arqueología nace de la antropología y se separa de la historia.

Es importante destacar que, aunque a menudo se ha considerado la arqueología como una herramienta para descubrir la verdad, nunca podremos entender por completo a las sociedades antiguas. Es decir, no existe una verdad absoluta al estudiar el pasado. La arqueología nos permite abrir ventanas y puertas, pero nunca tendremos una imagen completa, solo fragmentos que con el tiempo se irán complementando.

Comúnmente cuando pensamos en esta disciplina, se nos viene a la mente excavaciones, piezas antiguas, arte prehispánico, entre otros. Sin embargo, eso solo representa una pequeña parte de lo que es la arqueología, y deja de lado uno de los motivos por los cuales ha estado presente en nuestro país por más de un siglo.

En el caso de México, la arqueología se ha desarrollado a través de instituciones gubernamentales como el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia), con un origen ligado al Estado mexicano y un objetivo claro: establecer la identidad nacional como parte de la construcción y consolidación del Estado-Nación Mexicano después de su independencia y como una nación moderna. En términos sencillos, a través de la arqueología y sus exploraciones, se buscaba el poder definir “lo mexicano”, un aspecto que hasta hoy resulta difícil de precisar, dado que en nuestro territorio coexisten múltiples y diversos “Méxicos”.

Tras la independencia, como nación joven, en México se vio la necesidad de forjar una única identidad que fomentara un fuerte sentido de pertenencia. Diversos grupos humanos buscan crear una identidad propia para diferenciarse de los demás, y en la época moderna la arqueología se ha presentado como la herramienta perfecta para lograrlo. A través de esta disciplina se ha tratado de ligar los mitos de fundación, es decir, las historias que permiten explicar cómo surge una sociedad, y esto no es exclusivo del caso mexicano, podría considerarse que esto es natural en los seres humanos.

Uno de los proyectos arqueológicos fundamentales para consolidar y fortalecer la identidad mexicana fue, sin duda, la exploración y el estudio de la zona arqueológica de Teotihuacan. Este proyecto, dirigido por Leopoldo Batres entre 1905 y 1910, formó parte de las celebraciones del centenario de la independencia, promovidas por el entonces presidente Porfirio Díaz. Este proyecto buscaba enaltecer el pasado prehispánico, describiéndolo cómo un periodo de máxima expresión artística, donde los elementos recuperados en las exploraciones empezarían a formar parte de la presentación del mito de creación del estado mexicano moderno.

Al igual que los mexicas y otros pueblos de la época prehispánica, Teotihuacan representaba el origen del universo, donde los dioses crearon el mundo, aprovechando este mito antiguo, Porfirio Díaz, pudo haber visualizado a este mismo sitio como el lugar perfecto para el nacimiento del México del siglo XX.

Como hemos visto, la arqueología va más allá de las excavaciones, las piezas antiguas, y atuendos al estilo de Indiana Jones, sin que nos demos cuenta, su influencia está en cada uno de los símbolos que nos representan como mexicanos, y en este caso como tlaxcaltecas. Gracias a la arqueología, somos capaces de asomarnos al pasado, para estar en posibilidad de comprender nuestras raíces, además de fortalecer nuestra identidad.

Congusto estaré colaborando con el periódico Síntesis de Tlaxcala para traerles pequeños temas relacionados a mi campo de estudio, y cómo éste permea a nuestra sociedad actual. Actualmente, soy estudiante de doctorado en Antropología, y estaré compartiendo pequeñas anécdotas y datos relevantes de la arqueología mexicana, así como propiamente de la tlaxcalteca, ya que nos aproximamos a la celebración de los 500 años de la fundación colonial de la ciudad capital.

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