Los tlaxcales no solo endulzan el paladar, sino que también cuentan la historia de un pueblo que celebra su identidad a través de sus sabores ancestrales.
Los tlaxcales son uno de los postres tradicionales más representativos de Tlaxcala, cuyo origen se remonta a la época prehispánica. Su nombre proviene del náhuatl tlaxcalli, que significa “tortilla o pan de maíz”. Este postre, elaborado principalmente con masa de maíz, piloncillo y canela, es un símbolo de la riqueza culinaria y cultural del estado.
Los tlaxcales tienen raíces en la dieta de los antiguos tlaxcaltecas, quienes basaban su alimentación en el maíz como uno de los principales cultivos. Eran preparados para ceremonias religiosas y ofrendas a los dioses, especialmente durante rituales de agradecimiento por las cosechas. Su receta original era sencilla, utilizando ingredientes básicos disponibles en las comunidades indígenas. Con el paso del tiempo, se incorporaron nuevos elementos como la canela y el azúcar, resultado del mestizaje gastronómico tras la Conquista.
Este postre no solo representa un alimento, sino también una conexión con las tradiciones y costumbres ancestrales de Tlaxcala, conservando técnicas de preparación transmitidas de generación en generación.
El tlaxcal es una especie de galleta de textura crujiente y sabor dulce, elaborado con masa de maíz, piloncillo, canela molida y, en ocasiones, manteca. La mezcla se amasa y se moldea en pequeñas figuras o discos que se hornean en comales de barro. Su preparación conserva la esencia de la cocina tradicional mexicana, al no depender de procesos industriales y mantenerse artesanal.
Hoy en día, los tlaxcales son un emblema de la cocina tlaxcalteca y un recordatorio del legado cultural del estado. En mercados y festivales de la región, su venta sigue viva, atrayendo tanto a habitantes locales como a turistas que buscan probar un pedacito de historia en cada bocado. Su simplicidad y significado histórico los convierten en un postre único que honra las raíces indígenas y la esencia de Tlaxcala.
