Parece que vivimos en una época donde todo se soluciona con un clic: un masaje aquí, una
meditación allá, un par de sesiones de terapia y listo (aunque a veces así nos gustaría),
muchos de nosotros hemos escuchado o incluso dicho frases como “estoy en terapia” con la
misma naturalidad con la que se menciona que tenemos la última actualización de una app, sin embargo, ¿realmente basta con eso? muchas de las cosas que estamos a punto de abordar parecieran indicar que no, porque como casi siempre, la situación es mucho más compleja y lo que no te dicen es que la terapia no es una varita mágica ni un espacio donde todo se resuelve por arte de magia (aunque a veces así nos gustaría), gran parte de lo que sucede en el consultorio depende de una serie de factores que van mucho más allá de la simple acción de ir y sentarse en el consultorio y desahogarse por lo que nos está pasando (aunque a veces así nos gustaría).

El mito de “solo necesito a un buen terapeuta”

¿Quién no quiere el terapeuta perfecto? el que tiene la combinación ideal entre empático,
analítico y con un toque de sabiduría y misterio, eso sin contar que tiene que entenderme y
hacer su trabajo rápido y cobrando poco, primera desilusión, y seamos sinceros, tener un buen terapeuta es como ganar la lotería, y no me refiero solo a la competencia o profesionalismo, sino a ese vínculo especial que se da entre el terapeuta y el consultante, no todos los psicólogos son una “pastilla mágica”, y no todo cliente está preparado para el reto que implica iniciar su proceso, eso sin contar que hay terapias y teorías que aunque suenen bonito y te prometen bajarte la luna y las estrellas, simplemente no tienen manera de comprobar que esto que están prometiendo está funcionando, ni mucho menos cómo lo piensan lograr.

Aquí es donde la cosa se empieza poner interesante, ya que parece no ser suficiente con tener a un gran terapeuta, también se necesita que el enfoque de este profesional esté basado en evidencia (que eso para que veas si es complicado de conseguir), nada de teorías sacadas de la manga o enfoques tan “modernos” que parecen más un experimento (que podrán a prueba contigo) que una técnica, a lo que se le tiene que poner especial atención es a las herramientas que el terapeuta te ofrece están respaldadas por estudios científicos y no solo por anécdotas de “yo lo hice así, y me funcionó” , porque, ¿sabes qué? la evidencia nos dice que ciertas terapias son más efectivas que otras para problemas específicos, por mencionar algo, las terapias conductuales, contextuales y cognitivo conductuales, cuentan con un buen historial en el tratamiento de ansiedad, depresión y problemas de comportamiento, entonces, si tu terapeuta no usa un enfoque que sea ampliamente reconocido por su eficacia, ya estás en desventaja (y créeme que eso sí pesa un buen).

La magia de las tareas fuera de la consulta

Ahora, hablando de tareas: sí, las tareas, esa palabra que a muchos nos hace pensar en
“deberes” y “responsabilidad” (y no en un sentido positivo como en el mayor de los casos nos han enseñado), la terapia no es un espacio para recibir un diagnóstico (eso será tema para otra columna) y unas cuantas palabras reconfortantes que suenan bien, en todos los casos es un proceso que requiere compromiso, mismo que no termina al final de la sesión, así que puede que tengas que escribir, hacer ejercicios de exposición, reflexionar sobre tus pensamientos y comportamientos, o incluso cambiar tu rutina diaria, esto puede sonar complicado, pero es que el cambio real ocurre en el mundo real, y no todo en un espacio de 50 minutos semanales.

Es como ir al gimnasio, no basta con ir tres veces al mes y esperar tener abdominales de
hierro, incluso si vas diario, pero no cuidas tu descanso y alimentación, el progreso tardará
mucho en reflejarse y eso podría hacer que te desanimes en el proceso, si no pones de tu parte entre sesión y sesión, el progreso será mucho más lento, o peor, inexistente, por ello es que la terapia no es solo el espacio de hablar; es la acción que tomas fuera de ella, y sí, el camino es cansado, a veces frustrante, pero si estás buscando una transformación, el esfuerzo personal tiene que estar presente, en dado caso que no estés dispuesto/a a pagar el precio, igual sería bueno que ni empieces.

¿Y qué pasa con lo estructural y social?

Este es un punto que muchas veces se olvida (tanto a terapeutas como a los consultantes): la terapia, por más efectiva que sea, no está aislada de la realidad estructural y social, si vives en un entorno donde tus necesidades básicas no están cubiertas, donde las oportunidades son limitadas o, peor aún, donde te sientes constantemente rechazado o discriminado, y careces de seguridad social (que muchas veces eso pesa mucho a la hora de hablar de problemas psicológicos), no importa cuántas técnicas de afrontamiento aprendas ni el tiempo que tengas pensado invertir, el entorno juega un papel fundamental en tu bienestar psicológico, ¿De qué sirve ser el “mejor yo” que puedes ser, si el sistema en el que vives está diseñado para desmotivar y oprimir? y cuando a quienes se les olvida esta parte es a los psicoterapeutas, veremos a muchos profesionales alardeando que las personas no mejoran porque no van a terapia. Aquí entran los aspectos sociales, económicos y políticos que están más allá de lo que un terapeuta puede solucionar en su consultorio (por mucho que lo intenten), gran parte de las veces la raíz del problema no es una cuestión interna, sino un reflejo de circunstancias externas, si tu vida está marcada por la inseguridad, el desempleo o la discriminación, la terapia, por sí sola, será solo una parte de la solución, o tal vez igual sea parte del problema.

La respuesta no es mágica, es la suma de todo.

No nos engañemos: la terapia no es un “remedio rápido” ni la solución a todos tus problemas, es un proceso que requiere tiempo, esfuerzo y compromiso, y su efectividad depende tanto de la calidad del terapeuta como de tu disposición a trabajar en las tareas fuera de la consulta y a enfrentarte a los factores estructurales que también influyen en tu bienestar, entonces, si estás buscando resultados rápidos y sin esfuerzo, te tengo una mala noticia: no los encontrarás en el consultorio de un terapeuta, ni por mucho que la terapeuta sea la mejor del mundo, sin embargo, si estás dispuesto a poner de tu parte, hacer las tareas, cuestionarte, aprender y transformar aspectos de tu vida diaria, entonces sí, la terapia puede ser una herramienta poderosa, solo recuerda que no basta con sentarse, hablar y esperar que el cambio suceda, lo que cuenta es lo que haces después de la consulta y tomando en cuenta que tus condiciones estructurales jueguen a tu favor, de lo contrario, la estrategia de intervención no está en manos de un psicoterapeuta.

Espero que estas líneas te sean de ayuda en dado caso que estés considerando iniciar un
proceso psicológico, para que por lo menos tengas noción de a qué le vas a tirar y no termines tirando tu tiempo y dinero a la basura, recuerda que si tuvieras dudas en específico me las puedes hacer llegar mediante mis redes sociales y con gusto buscaré apoyarte, nos saludamos la siguiente semana y recuerda, puedo estar equivocado.

 

Por: El Psicólogo Carlos

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