Desafían el adultocentrismo y toman la voz en la lucha feminista
En Tlaxcala, un grupo de mujeres adolescentes ha decidido alzar la voz, organizándose y asumiéndose como agentes políticas en su propio derecho. Frida, Alexandra, María José, Valentina y Bárbara han roto con la idea de que la lucha feminista es solo para adultas. Su presencia y acción desafían la mirada adultocentrista del espacio social, demostrando que la edad no es un límite cuando se trata de cuestionar y transformar la realidad.
Desde el primer momento, el proceso no fue improvisado. Antes de sumarse a la marcha del 8M, estas adolescentes se prepararon. Algunas asistieron a un taller de seguridad en Apizaco, el viernes 7 de marzo, impartido por Pau y Liz Montoya. Posteriormente, replicaron los conocimientos adquiridos con otras niñas y jóvenes que, aunque tenían inquietudes, no contaban aún con la información necesaria. Con cada encuentro, con cada plática, su convicción se fortalecía.
Las madres también fueron pieza clave, no desde el protagonismo, sino desde el respaldo incondicional. “Nosotras solamente éramos meras choferes y proveedoras de mantas y pinturas”, comentó entre risas Karen Sharon Martínez Velázquez, madre de Frida y Bárbara. Sin embargo, su papel trascendió la logística. El acompañamiento materno dio seguridad a las jóvenes, les permitió moverse, aprender y tomar la palabra con confianza. De hecho, la movilización no solo dejó huella en las adolescentes, sino también en sus madres, quienes ahora han comenzado a organizarse por cuenta propia.
El día de la marcha, cada una de ellas cargaba no solo carteles y consignas, sino también datos duros que habían recopilado con antelación. Frida, quien al principio dudaba en hablar, terminó por apropiarse del espacio. “Primero habló del movimiento en general, explicó qué era el 8M, y la segunda vez que alzó la voz, también tomó valor con los relatos que escuchó y se transformó”, expresó su madre con admiración.
Las voces de las niñas resonaron con fuerza. Una de ellas recordó que en México, el 58 por ciento de las mujeres enfrenta violencia diariamente. Otra, citando datos del INEGI, subrayó que el 76.6 por ciento de las mujeres mayores de 15 años ha vivido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Sus palabras no eran solo consignas; eran verdades respaldadas por cifras, reflejo de una preparación y una toma de conciencia profunda.
“Por mis bisabuelas y tatarabuelas que nunca pudieron ejercer sus derechos, que nunca pudieron marchar”, expresó una joven con firmeza.
“Vine con mis hermanas, para que las mujeres ya no sean maltratadas por los varones”, enfatizó otra de las más pequeñas, recordando que esta lucha no es solo por ellas, sino por quienes vendrán después.
La movilización de estas adolescentes no termina aquí. Su activismo sigue evolucionando, ahora con nuevas formas de organización entre ellas y sus madres. Su existencia como pequeñas con capacidad de agencia política es una muestra de que la mirada social tiene que cambiar. No se trata de un movimiento efímero o de una moda, sino de una transformación que está en marcha y que, gracias a ellas, seguirá creciendo.