Reinterpretación moderna del equinoccio de primavera
La fecha del 21 de marzo representa un evento social significativo para algunos sectores de la población.
Debido a que realizan actividades y representaciones entorno al inicio de la estación temporal de la primavera en espacios correspondientes a sitios arqueológicos.
Lo anterior, debido a la creencia de que en el inicio de la primavera acontece la presencia especial de energía solar con la que se puede uno cargar.
Actividad que se cree correspondería a una una tradición antigua realizada por nuestros antepasados. Y de ahí el interés de practicarla en sitios y zonas arqueológicos.
Sin embargo, ¿qué tan cierto es esto? ¿Realmente hay una relación puntual entre el evento astronómico denominado equinoccio, los espacios arqueológicos, la cosmovisión prehispánica y la idea actual de la recarga de energía?
Hablemos primero del equinoccio, en este caso de primavera, ya que recordemos que existe también el de otoño.
Este año, el fenómeno natural o evento astronómico ha ocurrido el día de ayer, 20 de marzo a las 03:01 horas dando inicio a la estación de la primavera en el hemisferio norte. Que implica una duración del día y la noche de forma equitativa debido a la posición de la Tierra respecto al Sol y la inclinación del Eje Terrestre en esta época que implica que en el Hemisferio Norte, en que estamos, haya mayor recepción y por lo tanto, duración de luz solar.
Situación que va cambiando con el transcurso de los días, alargándose la presencia de luz solar hasta llegar al solsticio de verano, por eso la calidez en esta estación primaveral.
Por lo que hablamos principalmente de un fenómeno natural relacionado a la rotación, traslación e inclinación de la Tierra.
Ahora bien, en los sitios y zonas arqueológicos se han identificado marcadores de tiempo en algunos de estos espacios.
Lo que se logró realizar a través de la observación astronómica y la arquitectura, debido a que los registros astronómicos realizados en la época prehispánica fueron plasmados en los edificios a través de su alineación, orientación y posición.
Una gran evidencia del registro de las matemáticas y la observación celeste que no necesariamente implica una anotación textual sino plasmada en la ejecución de un edificio.
Así, se identifican construcciones realizadas como observadores astronómicos y otros en los que los que cierto elemento, forma o posición de su arquitectura funge como marcador de tiempo y por tanto de registro de diversos eventos astronómicos. Y no únicamente del equinoccio de primavera, o incluso marcando otro tipo de eventos temporales.
De tal forma que, representa un modo de registro del tiempo cíclico que permitió la organización del mismo y por tanto, la identificación y delimitación de temporadas que permitió además los conteos o calendarios. Teniendo así una noción y percepción del tiempo en la época prehispánica.
Ya hemos hablado del evento natural como de la percepción del tiempo.
Pero en ambos casos no hay intrusión o evidencia del tema de la “recarga de energía”. Por lo que científicamente, natural e históricamente, no forma parte de ello.
¿Entonces, de dónde se ha originado esta idea?
Como parte de los diversos pensamientos y movimientos sociales iniciados en la década de 1960, causó auge una serie de prácticas religiosas que plasmaron una nueva percepción y/o alternativa de creencias en la década de los 70’s.
Entre ellas, esta práctica de asistir a sitios y zonas arqueológicos para cargarse o recargarse de energía durante el equinoccio de primavera, esto como una parte de las nuevas apreciaciones espirituales que se formaron en la época.
Y que formaron parte del afán de vincularse bajo este modo con los espacios ancestrales, y de esteblecerlos como lugares de ordenamamiento para la limpieza y renovación de ciclos energicos de cada persona. Como reflejo de la renovación de la naturaleza.
Por lo que no se trata de una práctica de nuestros antepasados, sino de una actividad moderna producto de las dinámicas sociales del siglo XX.
Un pensamiento que refleja una reinterpretación contemporánea ajena al fenómeno natural como a la cosmovisión prehispánica.
Por: Citlali Rosas Jiménez