En el sur del estado, se conservan recetas ancestrales que forman parte de la identidad local durante la Semana Santa.
En esta temporada, miles de familias mexicanas mantienen una arraigada tradición culinaria: evitar el consumo de carnes rojas como acto de penitencia y reflexión, especialmente durante la Semana Mayor. Esta costumbre, con profundas raíces religiosas y culturales, ha dado lugar a una riqueza gastronómica que honra tanto la espiritualidad como la identidad regional.
En todo el país se preparan platillos elaborados a base de pescados, mariscos, legumbres, verduras y granos. Resaltan recetas que han pasado de generación en generación. Entre los más representativos se encuentran: tortas de camarón con romeritos bañadas en mole poblano, típicas del centro de México. Pescado a la veracruzana, una fusión de sabores mediterráneos y prehispánicos. Capirotada, postre tradicional de pan remojado en miel de piloncillo, con frutas, nueces y queso, así como los tamales sin carne roja, con variantes regionales que se adaptan a las prácticas y costumbres locales.
En Tlaxcala, y particularmente en comunidades con profundo legado cultural, como el sur del estado, se conservan recetas ancestrales que forman parte de la identidad local durante la Semana Santa Mayor: tlatlapas, una sopa espesa elaborada a base de frijoles molidos, chile, epazote y masa de maíz, servida caliente con acompañamientos como nopales o quelites. También son muy comunes los nopales en pipián, en los que los nopales se bañan en una salsa espesa de semillas de calabaza y chiles secos, evocando las antiguas tradiciones prehispánicas.
Otros platillos son los tamales de frijol con hoja de aguacate, una preparación milenaria que se destaca especialmente en los días santos. Y en el norte del estado el atole agrio o atole morado, tradicionalmente servido junto a pan de maíz y de gran relevancia en rituales indígenas.
María Luisa, cocinera tlaxcalteca de San Luis Teolocholco, comenta que “Cada platillo que preparamos en nuestra tierra no es solo una receta; es un legado viviente que conecta nuestras raíces ancestrales con la fe y la devoción que sentimos en Semana Santa.”
Estos platillos, llenos de sabor y tradición, no solo nutren el cuerpo, sino que también reafirman la identidad y el espíritu de las comunidades, establecen un puente entre el pasado y el presente. La cocina de Semana Santa en México es, sin duda, una celebración de la cultura, la historia y la fe, donde cada bocado cuenta una historia de resistencia y herencia cultural.