El tan sencillo y complejo servicio de salud…actores y agentes, clientes y proveedores, enfermos y tratantes …al final un círculo nada virtuoso.
Por Isabel B. Lerín
En estos últimos días he tenido la oportunidad de observar con cierto detenimiento, mayor énfasis a los distintos actores y agentes que llamados algunos enfermos, otros médicos, enfermeras (tratantes en general) sin denostar su formación profesional por supuesto, así como los denominados clientes (enfermos-pacientes) de alguna manera todos involucrados en esta trama tan difícil que es la salud.
Me permito compartir algunas situaciones que llaman la atención o que deberían por lo menos ofrecernos la oportunidad de reconsiderar ¿qué pensamos que es la salud?, ¿por qué pensamos que la salud tiene un precio?, ¿qué precio le ponemos a la salud?, ¿cómo nos afecta el pensar en la salud no como un derecho sino como un producto a un servicio?, ¿debemos recurrirá a los servicios de salud si solo sí es necesario o bien si solo sí tenemos los recursos?
No es mi intención generar un debate sobre si los servicios de salud pública son mejores que los servicios que se otorgan en el sector privado, es bien sabido, que en el sector público se ubican profesionales de primer nivel que a su vez ejercen su práctica clínica o médica en el sector privado, a veces derivando a sus propios pacientes por la relación espacio temporal compartida y es quizás hasta común encontrar a estos mismos profesionales de la salud ubicados en el sector público en dos clínicas o en dos subsistemas o en dos sistemas tanto públicas como privadas, la verdad es que ignoro cómo funciona este sistema de contrataciones y permanencia del personal del sistema de salud, lo que sí sé es que he podido corroborar la existencia de personal de atención médica (léase otorrinolaringólogo) con atención clínica en el IMSS por la mañana y con atención clínica en el ISSTEP por la tarde debo señalar que esto nadie me lo platicó, lo pude corroborar inclusive fui testigo de que este profesional de la salud descalificó su propia actuación señalando que había sido una intervención errónea o mal calificada la que se me había otorgado, siendo el mismo quien me la había proporcionado pero en otro sistema de salud ¿curioso no? Pensemos como el sencillo acto de calificar o descalificar a los demás, faltando quizás un principio ético básico, genera dudas, desconfianza y quizás se está poniendo en riesgo la salud del llamado paciente, en mi caso de no haber podido constatar que los especialistas eran la misma persona, podría haber puesto en duda la intervención o actuación de alguno de ellos poniendo en riesgo mi propia salud.
Los ciudadanos estamos poco informados sobre el sistema de contratación, no quiero alterar, ni definir como erróneo algo que no conozco, pero sí valdría la pena preguntarnos cómo funciona, qué sabemos de, cómo nos interrelacionamos o responsabilizamos de quienes finalmente recibimos el servicio de atención médica.
Tampoco, me interesa discutir los derechos laborales de los trabajadores, por supuesto que siempre estaré a favor de todos los derechos de todos los trabajadores, lo que no es aceptable para mí, es una práctica antiética, dañina o perjudicial simulando ser derechos laborales.
También, pude observar a otro agente o actor fundamental: el paciente o enfermo, quien llega demandando servicios de salud sobre todo en el sector público, no me refiero a quienes llegan con una situación agravante o claramente definida por el riesgo en la vida, más bien a quienes llegan en la búsqueda de un documento que les permita justificar ausencias o situaciones de rezago o retraso en el ámbito laboral, se presentan haciendo hincapié del uso de sus derechos, los cuales no niego, es posible emitir una opinión negativa sobre ello, pues restan recursos, atención, tiempo, desvían la posibilidad de un servicio médico integral para quién realmente lo requiera, aquí tenemos una cara de la moneda que no dudo también se presente en la práctica privada, aunque es difícil que se acepten constancias, justificantes o documentos que no tengan ciertos requerimientos que aseguren veracidad. Me he referido en estas líneas a situaciones sencillas que pueden resultar complejas por supuesto.
Hace algunos años recibir la idea de un médico de una clínica privada de participar en un hecho un tanto fraudulento, me ofreció un catálogo de productos y me señaló que se me otorgaría un “producto especial” de un precio distinto o diferente al que se presentaría en la factura, pero a cambio recibiría un paquete de acceso a otro tipo de servicios médicos como los dentales, es interesante forma de participar de un proceso no ético en el que el riesgo a la salud es evidentemente lo que no es importante.
Qué decir cuando en el sistema público los medicamentos no se otorgan poniendo en riesgo la salud de quien ya está enfermo, no dudo sea resultado de políticas públicas deficientes o erróneas, las respuestas ante la ausencia de medicamentos son sencillas “ no hemos convenido proveedores”, “se trabajará sobre ello”… se otorgan vales sobre vales para obtener un medicamento que en muchos casos arriesga la vida del enfermo, más aun cuando no se tiene la posibilidad económica de adquirir medicamentos en las farmacias que abundan en las distintas ciudades bajo distintas nomenclaturas y que pueden presentar precios de un mismo medicamento en un abanico desde los pesos hasta los miles dependiendo donde se adquiera.
Situación sencilla y compleja, es sencillo adquirir el medicamento siempre y cuando se tenga el monto económico para adquirirlo, lo complejo es tener el monto económico, el factor tiempo es vital para volver simple lo complejo y viceversa. Ni hablar de la complejidad que lleva un servicio hospitalario que inicia con sencilla tarea del diagnóstico hasta la tarea más compleja: la atención de cirugías, la atención en los servicios públicos está sobrepasado y los privados condicionan a la economía, permite a muchos que no gozan de un servicio de atención de salud público ingresar al servicio de atención con detrimento en su economía, incluyendo la posibilidad infinita de endeudarse por un largo tiempo sin certeza, existen grupos sociales en este país a los que no me refiero y sencillamente hacen el intercambio servicio- dinero o dinero – servicio, sin mayor dificultad, recibirán la atención, adquirirán medicamentos y atenderán su salud sin riesgo evidente, es aquí donde me pregunto nuevamente ¿cuánto vale la salud?… la respuesta es de manera sencilla: no tiene precio, pero de manera compleja claro que tiene un precio, que es tan alto e inalcanzable para muchos como estrellas en el firmamento.
En otro orden de ideas, hacen unos años escuché por primera vez, fuertes críticas sobre todo el personal médico en términos de la llamada falta de empatía para y con los pacientes, es decir que médicos y enfermeras fundamentalmente, dejaban de “ver” a las personas para “ver” las patologías o los órganos a tratar, como si solo miraran un órgano o patología en lugar de a una persona, poniendo en duda en múltiples ocasiones las propias expresiones de los enfermos, a quiénes se les hacen comentarios como: ya no te debería doler… no tiene por qué dolerte… es natural que te duela …es un dolor simple, no se puede evitar que duela…
Para compartir con ustedes, me quedo con el trato humano, decente y ético de un grupo de enfermeras en el área de ginecología que guiaron y acompañaron a las madres primerizas en los difíciles momentos de acercamiento con una vida nueva. Es evidente e inminente, que habrá mujeres no primigestas, pero eso no implica que se desestime su experiencia, también hay que observar el otro lado, el personal enfermero regañando, gritando enjuiciando, descalificando y sobre todo generando culpas en las madres sobre el proceso de crianza de sus hijos …qué tristeza de una compleja situación que es el arribo esta vida se traduce en una sencilla instrucción: amamante es lo mejor para usted y su bebé… no quiero enjuiciar, ni levantar situaciones de cuestionamiento sobre la importancia o no de la lactancia materna, lo que sí creo es que debemos cuidar la forma, el método, el valor y el contexto de cada persona en estas circunstancias, además de pensar como análogas las situaciones de trauma, cirugías de alto riesgo y necesarias para el funcionamiento de los órganos.
No quiero dejar de mencionar una de las situaciones quizás más complejas que terminan en situaciones a veces de tipo aberrantes, me refiero a la Salud Mental, aunque sea manifestado, en la política pública de este país la necesidad de la atención, está aún más distante y diría carente para muchísimos grupos de la sociedad en general, recientemente conocimos como sociedad las situaciones escandalosas y deshonrosas de una persona que faltando a todos principios cometió indignantes actos, haciéndose pasar por personal formado en áreas de Salud Mental sin que fuera verdad, señalado incluso el respaldo de una comunidad médica, acostumbrados como estamos a las redes sociales, el caso fue altamente difundido y expuso áreas que poco observamos o decidimos observar: la psiquiatría y la psicología, son áreas diferentes pero que tratamos como análogos y además si es que las tratamos en nuestro imaginario como acciones necesarias para nuestras vidas.
A lo largo de mi vida he observado a muchísimos psicólogos que en sus conocimientos y formación profesional son descalificados continuamente, sustituidos por profesiones pseudocientíficas y desestimados casi de manera natural; en el caso de los psiquiatras, son otro tema y otro nivel de consideración, pues para quienes con dificultad participamos de la salud física como prevención, queda entonces en la irrelevancia total la Salud Mental.
Quizás en este momento les parezca un alto nivel de aburrimiento el contenido y no les culparía por ello, reitero que estas son solo cotidianidades y lo que importa es lo que cada quien concluya.