Panorama agrícola 2025
Con el arranque del mes de mayo, Tlaxcala da paso al ciclo agrícola primavera-verano 2025, uno de los más relevantes para el campo tlaxcalteca. Este periodo concentra cerca del 90 por ciento de la producción anual del estado, de acuerdo con estimaciones previas de la Secretaría de Impulso Agropecuario (SIA).
Aunque aún no se han publicado las cifras definitivas para 2025, el año pasado la intención de siembra en este ciclo fue de aproximadamente 219 mil hectáreas, distribuidas en más de 20 cultivos. Para este año, se espera una tendencia similar, con el maíz grano como cultivo dominante, seguido por cebada, trigo y avena forrajera.
En 2024, el maíz ocupó unas 120 mil hectáreas, generando más de 345 mil toneladas. De mantenerse ese comportamiento, en 2025 podríamos superar el millón de toneladas de alimentos en total.
Un dato estructural clave del agro tlaxcalteca es que el 93 por ciento de la superficie cultivable depende directamente de las lluvias, según el Censo Agropecuario 2022. Esto significa que el inicio efectivo de las siembras está condicionado por el comportamiento del clima, especialmente en las regiones del altiplano y la zona poniente.
En 2024, la llegada tardía de las lluvias obligó a más de mil productores a modificar sus cultivos, migrando de maíz a forrajes ante el riesgo de pérdidas. Para este 2025, autoridades y campesinos esperan que el temporal sea más regular.
En respuesta a la variabilidad climática, en municipios como Hueyotlipan o Calpulalpan algunos productores están apostando por semillas resistentes al estrés hídrico, variedades experimentales impulsadas por el CIMMYT, y prácticas agroecológicas que mejoran la retención de humedad en los suelos.
El avance de la siembra para este inicio de mayo se concentra en distritos agrícolas como Huamantla, Tlaxco, Apizaco y Calpulalpan. Municipios como Altzayanca, Cuapiaxtla, Ixtacuixtla y Chiautempan registran ya miles de hectáreas sembradas, sobre todo con maíz y avena forrajera.
El campo tlaxcalteca arranca este mayo de 2025 con grandes expectativas pero también con incertidumbre climática. La resiliencia del sector dependerá de cómo se adapten los productores a los retos que plantea un entorno ambiental cada vez más cambiante.