En conmemoración del día de la persona agricultora

En el sur del estado, donde los maizales tiñen de verde el horizonte durante la temporada de lluvias, la tierra no espera y el tiempo se mide en soles y cosechas. En este contexto, don Eulalio Pérez, agricultor de 58 años oriundo de Zacatelco, abre la puerta de su milpa para compartir lo que significa ser agricultor en Tlaxcala, en el marco del Día de la Persona Agricultura.

“Aquí no hay domingos”, dice con una sonrisa cansada. “El maíz no sabe de descanso. Si no se riega hoy, mañana ya es tarde”. Su jornada comienza antes del amanecer, cuando el aire aún guarda el frío de la madrugada. Camina unos 20 minutos hasta sus terrenos, cargando herramientas y esperanza.

Don Eulalio cultiva maíz criollo en tres pequeñas parcelas. A pesar de las dificultades como la sequía y el aumento en los precios de insumos, se mantiene firme. “Mi papá sembraba, y su papá también. Yo no lo estudié, pero lo aprendí con las manos”, dice mientras acaricia una mazorca tierna que cuelga de una milpa que ya promete cosecha.

Cuenta que gran parte del maíz que cultiva es para autoconsumo. “Mi esposa lo muele para las tortillas de todos los días, hacemos atole, tamales… No sabe igual que el que venden en la tienda. Este es nuestro, es limpio, sin químicos”.

Además del cultivo, se encarga de deshierbar, reparar cercas, limpiar los canales de riego cuando hay agua, y cuidar que los animales no entren a destruir la milpa. “A veces parece que el trabajo nunca se acaba, pero ver crecer lo que uno siembra, eso sí da gusto”.

Este 15 de mayo, en que se conmemora a las personas agricultoras en México, la historia de don Eulalio es una entre miles que reflejan la persistencia del campo tlaxcalteca. Un trabajo silencioso que sostiene mesas, tradiciones y territorios.

“Yo no quiero que se pierda esto. Ojalá los jóvenes vean que aquí también hay futuro, que la tierra todavía puede dar si uno la cuida”, concluye, con la mirada fija en el horizonte, donde ya se asoma el sol de otro día de trabajo.