Tras la tradicional Bajada de la Virgen de Ocotlán por las principales calles de la capital tlaxcalteca, personal de limpieza del Ayuntamiento de Tlaxcala implementó un operativo especial para restituir el orden y la limpieza en la vía pública.

Como cada año, brigadas de servicios municipales acompañaron el recorrido de la imagen de Ocotlán, asegurándose de que, una vez concluido el paso de los peregrinos, las calles quedaran libres de residuos, flores secas, papel, restos de alfombras de aserrín y otros materiales utilizados durante la festividad.

La peregrinación, que cubrió aproximadamente 9 kilómetros desde el Santuario de Ocotlán hasta puntos como el Antiguo Hospital y el Ex Convento de San Francisco, congregó a miles de personas, generando una considerable acumulación de desechos orgánicos e inorgánicos a lo largo de la jornada.

Entre escobas, bolsas y carretillas, don Roberto Martínez, trabajador del área de limpieza desde hace cuatro años, compartió su experiencia:

Siempre es igual cada año, termina la fiesta y ahí vamos atrás, limpiando todo. Pero también es bonito, porque es nuestra forma de acompañar a la Virgen. Aunque estemos trabajando, también le pedimos y le damos gracias”, dijo mientras barría una alfombra de aserrín deshecha en la Plaza Xicohténcatl.

El director de Servicios Públicos del municipio señaló que, además del equipo habitual, se sumaron cuadrillas de refuerzo para agilizar los trabajos de recolección y barrido manual. “Sabemos que es una de las celebraciones más importantes del año y queremos que la ciudad recupere su ritmo lo antes posible, sin afectar la movilidad de los ciudadanos”, expresó.

De acuerdo con autoridades municipales, el operativo se mantuvo activo hasta altas horas de la noche, y en algunos puntos continuó durante la madrugada para garantizar que las vialidades estuvieran en condiciones óptimas este martes.

El Ayuntamiento agradeció también la colaboración de la ciudadanía, que en muchos casos apoyó de manera voluntaria en la limpieza de banquetas y fachadas.

Con este esfuerzo coordinado, la tradición religiosa y el cuidado del entorno urbano encontraron un equilibrio que permite seguir preservando las festividades sin descuidar el orden y la funcionalidad de la ciudad.

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