Este río atraviesa 25 municipios de Tlaxcala
El río Zahuapan, uno de los afluentes más importantes del estado de Tlaxcala, se encuentra hoy en una situación crítica debido a la acumulación de contaminantes, descargas residuales no tratadas y una gestión ambiental deficiente. A lo largo de sus más de 70 kilómetros de recorrido, atraviesa 25 municipios y recibe más de 150 vertidos directos de aguas residuales provenientes de zonas industriales, domésticas y agropecuarias, sin que exista un control efectivo ni una estrategia integral de saneamiento. Las autoridades estatales, a través de la Secretaría del Medio Ambiente (SMA), han reconocido la gravedad del problema, pero también admiten que la falta de recursos, coordinación intermunicipal y voluntad política han impedido avances sustantivos en su recuperación.
Históricamente, el Zahuapan ha sido un eje vital para las comunidades tlaxcaltecas, no sólo por su papel en la agricultura tradicional, sino también por su importancia cultural y simbólica. Sin embargo, en las últimas décadas se ha transformado en un cuerpo de agua prácticamente muerto, con niveles elevados de coliformes fecales, metales pesados y residuos sólidos. Investigaciones realizadas por instituciones como la Universidad Autónoma de Tlaxcala y el Instituto Nacional de Ecología han documentado los daños acumulativos tanto a la biodiversidad como a la salud de las comunidades ribereñas, quienes han reportado afecciones dérmicas y respiratorias, además de un aumento en enfermedades gastrointestinales.
La situación del Zahuapan es también un reflejo de una política ambiental fragmentada. Aunque existen proyectos de reforestación de la cuenca alta y algunas plantas de tratamiento en funcionamiento, estos esfuerzos resultan insuficientes frente al volumen de contaminantes que recibe diariamente el cauce. La propia SMA ha señalado que sólo el 40% del agua residual que llega al río recibe algún tipo de tratamiento previo, y que muchas de las plantas instaladas en los municipios operan por debajo de su capacidad o están completamente fuera de servicio por falta de mantenimiento.
Expertos consultados coinciden en que la recuperación del Zahuapan requiere no sólo inversión pública, sino un cambio estructural en la gestión del agua y una vigilancia ambiental efectiva. “El problema del río es sistémico. No se trata de limpiar tramos, sino de cambiar la relación que tenemos con el agua y su uso”, señala el doctor Raúl Pérez García, investigador en ciencias ambientales de la UATx. En este sentido, colectivos ciudadanos y organizaciones ambientales han empezado a presionar para que se declare una emergencia ambiental en la cuenca, lo cual permitiría acceder a recursos federales y establecer medidas obligatorias de saneamiento.
En comparación con otros ríos altamente contaminados del país, como el Atoyac en Puebla o el Santiago en Jalisco, el Zahuapan comparte una constante: el abandono institucional frente a la degradación ambiental. Mientras tanto, el río sigue avanzando, gris y silencioso, convertido en un símbolo de lo que ocurre cuando la negligencia supera al compromiso. “El Zahuapan ya no es un río: es un espejo de lo que no queremos ver”, afirma una habitante de Chiautempan que vive a escasos metros del cauce.
Sin una intervención decidida y coordinada, el Zahuapan podría volverse irrecuperable en los próximos años. Más que un problema ambiental, se trata de una crisis que involucra salud pública, derechos humanos y el futuro sostenible de Tlaxcala. El tiempo para rescatarlo se agota.