La migraña es un trastorno neurológico crónico e incapacitante que afecta a más de mil millones de personas en el mundo y representa una de las principales causas de discapacidad, revela la encuesta realizada por la American Health Foundation (AHF); sin embargo, sigue siendo poco reconocida y tratada en muchos sistemas de salud.
Impone una carga significativa en la vida de los pacientes, hasta el grado de interrumpir su trabajo, educación y bienestar general, especialmente durante los años más productivos.
A pesar de su alta prevalencia, sobre todo en mujeres, muchas personas siguen sin diagnóstico o reciben atención con barreras como altos costos personales, cobertura de seguro limitada y difícil acceso a servicios especializados, lo que evidencia una necesidad urgente de mayor reconocimiento, diagnóstico oportuno y acceso equitativo al tratamiento.
Entre los resultados más relevantes de la migraña se encontró que el 76 por ciento de los participantes en la encuesta eran mujeres, lo que confirma la carga única que supone la migraña para la salud y la productividad de las mujeres.
Los episodios de migraña varían considerablemente en duración: mientras que el 15.1 por ciento duran menos de cuatro horas, más del 44 por ciento reportan crisis superiores a nueve horas y un 8.4 por ciento supera las 72 horas, afectando gravemente la calidad de vida.
Además, un 25.2 por ciento de los participantes esperó más de cinco años para recibir un diagnóstico.
Muchos pacientes siguen trabajando a pesar del dolor de la migraña: más de la mitad de las participantes (52.9 por ciento) afirmaron no haber faltado al trabajo en el último mes, lo que revela el presentismo: siguen trabajando a pesar de los ataques de migraña incapacitantes.
La migraña perturba gravemente la vida cotidiana, ya que más de la mitad de las participantes afirman que las actividades de ocio (57.9 por ciento) y las tareas cotidianas (53.8 por ciento) se ven afectadas a menudo o siempre.
Los signos de alerta temprana son frecuentes, 55 por ciento experimenta síntomas prodrómicos, pero muchos seguían teniendo dificultades para identificar los factores desencadenantes.
Siete de cada 10 participantes lidian con los efectos posdromos (síntomas posteriores como fatiga, confusión y falta de concentración) después de la mayoría de los ataques, lo que subraya una carga que con frecuencia se pasa por alto en el cuidado y manejo de la migraña.
Más del 25 por ciento tardó más de cinco años en obtener un diagnóstico, y casi el 28 por ciento aún no cuenta con uno.
Aunado a que uno de cada tres participantes se sintió insatisfechos con sus tratamientos actuales para la migraña y necesitan mejores opciones de atención y el 43.7 por ciento sintió que sus síntomas fueron minimizados o ignorados por profesionales de la salud antes de recibir un diagnóstico.