La historia de una tanatopractora tlaxcalteca

En un entorno donde la muerte suele ser motivo de miedo o tabú, hay quienes la observan desde otro ángulo: con respeto, paz y empatía. Tal es el caso de Sandra Moreno López, embalsamadora y tanatopractora tlaxcalteca, quien comparte su experiencia diaria en un oficio poco conocido, pero profundamente humano.

En entrevista, Sandra explica que para ella el preparar un cuerpo es un acto de respeto y conexión espiritual.

“Siempre pido permiso antes de tocar un cuerpo, porque esas personas en algún momento tuvieron vida. Mi trabajo es hacerlo con el mayor cuidado posible, para que su descanso sea digno y sus familiares puedan despedirse en paz”, relata.

La tanatopractora asegura que uno de los momentos más significativos de su labor ocurre cuando los familiares agradecen verla despedir a su ser querido con un semblante sereno. “Verlos tranquilos, como si estuvieran dormidos, es una gran satisfacción”, comenta.

Entre sus experiencias, recuerda el caso de una mujer cuyo rostro reflejaba enojo al llegar a la plancha.

“Me pidieron que hablara con ella, y aunque muchos podrían pensar que es una locura, lo hice. Le hablé con respeto, le dije que ya era su momento, que debía irse en paz. Poco a poco su semblante cambió, su rostro se relajó. Fue impresionante”, recuerda con voz serena.

Sandra afirma que el contacto constante con la muerte ha transformado su visión de la vida.

“Mi relación con la muerte cambió totalmente. Hoy puedo decir que es mi amiga, porque estoy en paz con ella y conmigo misma. El día que venga por mí, me iré tranquila. Todos la tenemos cerca, pero pocos lo aceptan.”

Sobre los mitos que rodean su trabajo, explica el fenómeno conocido como “el último grito”, que en realidad tiene una explicación científica.

“No se trata de que la persona esté viva o grite. Cuando el cuerpo empieza a liberar gases y se introduce la cánula durante la preparación, a veces estos gases se escapan por la tráquea, generando ese sonido. Es un proceso natural, no un signo de vida.”

Para Sandra Moreno, su labor no solo implica técnica, sino sensibilidad. Su cercanía con la muerte le ha enseñado a valorar cada día y a entender que hablar de ella también es una forma de reconciliarse con la vida.

“No todos tenemos la sangre para estar en ese momento tan crítico, pero para mí es algo que me llena. Preparar un cuerpo es un acto de amor y respeto”, concluye.

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