Ana Lilia Rivera Rivera

Entre todos los que queremos que México salga adelante, tenemos que empezar a construir una nueva conciencia social. Nuestro país está caminando con paso firme hacia una sociedad honesta, transparente y justa.

Durante los últimos 35 años, desde las más altas esferas del poder, se alentó un modelo rapaz, que combinó corrupción con autoritarismo e impunidad.

Desde el fraude electoral de 1988, hasta las elecciones amañadas de 2006 y 2012, ese viejo y caduco régimen hizo y deshizo a su antojo.

La intocable figura del presidente en turno simbolizaba a ese sistema que hundió en la miseria a millones de mexicanos, abrió las puertas a la violencia y permitió una corrupción escandalosa, que dejó a unos cuantos con los bolsillos llenos, a costa del sufrimiento del pueblo de México.

Ahora, gracias a los mecanismos que se han ido construyendo para garantizar la participación de la ciudadanía en los temas más relevantes y trascendentes, se abre la oportunidad para reunir firmas, que permitan abrir paso a una consulta popular, en la que se dirima la posibilidad de llevar a juicio a cinco ex presidentes de México.

Como ya es del conocimiento público, a partir de las declaraciones hechas por el señor Emilio L., se ha ido conociendo la manera en que funcionaban las tramas de corrupción entre los personajes que tenían secuestrado al país.

Aquí no se trata de negociar la ley. A fin de cuentas, ya hay una denuncia formal contra uno de esos ex presidentes. Es tarea del denunciante y de la propia Fiscalía General de la República aportar pruebas y deslindar responsabilidades. Esa investigación seguirá su curso y ya no hay forma de detenerla.

La consulta popular tiene un sentido mucho más amplio. En temas trascendentes como este, se debe contar con la participación del pueblo; que sea él quien decida si es necesario iniciar formalmente investigaciones contra quienes detentaron la más alta responsabilidad de este país.

Estamos en una coyuntura histórica. Aquí no se trata de venganza, sino de justicia. Muchos países han recurrido a consultas populares para abordar diversos temas, como la validación de constituciones, tratados de paz e incluso para otorgar el perdón o la amnistía a quienes hubieran incurrido en alguna violación a las garantías fundamentales, durante el ejercicio del poder.

Son célebres los plebiscitos y consultas populares de Chile, Bolivia, Ecuador y Colombia, entre otros países hermanos, cuyos gobiernos nacionales sabían que tenían que preguntarle al pueblo, no como un acto para lavarse las manos o para negociar la ley, sino como un mecanismo de participación abierta. Sólo así se puede construir la democracia: preguntándole a la ciudadanía sobre los temas torales.

En los países mencionados ya se contaba con cuerpos legislativos e instituciones judiciales, además de marcos normativos lo suficientemente robustos como para seguir adelante en los temas que fueron sometidos a consulta popular.

Lo importante, lo fundamental, lo éticamente correcto fue mirar hacia el pueblo y tomar su opinión. Eso es lo que hacen las sociedades avanzadas. Y México quiere transitar ese camino.

Si no luchamos para acabar con la corrupción, si no tomamos acciones y la enfrentamos, terminaremos siendo parte de ella. Es necesario que nuestros hijos aprendan que la corrupción es un estigma que mancha, y que te deja marcado para toda tu vida. Es necesario hacer entender a todos que la corrupción es un símbolo de deshonor y de vergüenza. Y que ya no vamos a permitir que se siga saqueando al país.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here