Fue el 28 de febrero del 2020, cuando la vida en nuestro país comenzó a cambiar drásticamente, al ritmo que lo estaba haciendo en otras partes del mundo. Lo anterior, debido a que a primera hora de la mañana de aquél viernes, el Subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, el Dr. Hugo López- Gatell Ramírez, estaba anunciando el primer caso positivo de SARS-CoV- 2 en México, el cual se presentó en un hombre de 35 años, mismo que arribó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, proveniente de Bergamo, una bella ciudad ubicada en la región de Lombardía, al norte de Italia, que por cierto, fue el primer país occidental golpeado por la crisis sanitaria.
A mi mente vienen las aterradoras imágenes compartidas por la prensa internacional en la cual se observaban decenas de camiones del ejército italiano transitando por las avenidas bergamascas, con la única finalidad de acarrear decenas de féretros que contenían cuerpos de las víctimas que no iban a poder recibir sepultura en la pequeña ciudad, pues los panteones no daban para más. A pesar de las escalofriantes noticias que se recibían del exterior, muchos de los mexicanos llegamos a pensar que la emergencia duraría a lo mucho, unos cuantos meses y que tal vez existiría una estrategia adecuada por parte del Gobierno de la República, no solo por la experiencia previa que habíamos tenido con la influenza H1N1, o por la ventaja que significaba aprender en cabeza ajena con aquello que estaba aconteciendo en Italia (como lo señalé en mi colaboración de hace un año, titulada “Covid 19: lecciones desde Italia”); sino también porque desde un principio, el mensaje que se emitió desde la Presidencia de la República fue que estábamos preparados con “tres meses de anticipación” (así lo señaló el propio Presidente), además de que constantemente se decía que nos estábamos enfrentando a una pequeña gripe, algo así como aquello que le gustaba decir a Jair Bolsonaro: “uma gripezinha”, justo antes de convertir a Brasil en el cementerio que es en la actualidad.
Terrible error, la confianza que teníamos en el manejo de esta situación por parte de nuestras autoridades, se ha desmoronado con el transcurrir de los meses, al menos para aquellos a los que sí nos duele la realidad y tenemos empatía con la cifra de casi doscientos mil fallecimientos (oficiales), la cual para nada podemos normalizar, no solo porque se ha rebasado por mucho el escenario catastrófico de las sesenta mil muertes, planteado por el encargado de gestionar la crisis sanitaria en México, sino también porque corremos el riesgo de que este sentimiento de “normalidad” genere un debilitamiento en las medidas de prevención por parte de la población, incrementando a pasos agigantados el número de fallecimientos.
Después de un año de verdadero terror para muchos (me incluyo), resulta necesario conocer que sienten y piensan lo mexicanos respecto a su vivencia con el covid-19, para lo cual, contamos con la encuesta denominada “A un año de la pandemia: febrero 2020- febrero 2021”, realizada por la casa encuestadora “Consulta Mitofsky”, cuyos datos son de los que más confianza generan en los mexicanos si los comparamos con otras instituciones privadas que se dedican a realizar la misma función.
Año de terror
Una de las primeras preguntas que aparecen en la encuesta, es “¿Qué tanto miedo tiene de contagiarse usted o su familia?”, ante la cual, se observa que el miedo sigue latente e incrementando entre la población, pues un 75.3% admitió tener este sentimiento en la actualidad, lo cual representa un incremento drástico si lo comparamos con el 43.9% presentado el 2 de febrero del 2020, cuando las únicas noticias que teníamos sobre el SARS CoV-2 provenían del exterior, principalmente de China e Italia.
Curiosamente, aún cuando el temor de contagiarse ha incrementado, el miedo de fallecer a causa de esta enfermedad ha presentado una leve disminución (sin embargo, no deja de ser un porcentaje alto), pues ante la pregunta “¿Qué tanto miedo tiene de morir a causa de coronavirus?”, un 62% de los encuestados admitió tener algo o mucho miedo en la semana del 28 de febrero, la cifra más baja desde agosto del año pasado.
Por si no teníamos suficiente con el debate del cubrebocas…
En el último año, hemos sido testigos de uno de los debates más ridículos en la historia de la humanidad: ¿utilizar o no el cubrebocas en medio de la pandemia?, pero si creíamos que las discusiones sinsentido terminarían ahí, estábamos bastante equivocados: ahora también se está discutiendo el tema de la vacuna.
Sin embargo, ahora el debate no se centra exclusivamente en si uno se va a vacunar o no, los mexicanos están emitiendo su punto de vista en torno a cuál sería la vacuna de su preferencia, pues hay quienes no quieren la vacuna rusa o china, o por el contrario, prefieren estas. Desafortunadamente, no parece que muchas de estas opiniones estén fundamentadas en cuestiones científicas como sí lo están en situaciones políticas e ideológicas radicales e irrisorias.
En este sentido, la encuesta en cuestión, demuestra que la población mexicana está depositando mayor confianza en la vacuna de Pfizer-Biontech, la cual tiene una calificación de 73.2%; mientras que desconfiamos de la china Sinovac, a la cual solo le otorgamos un 28.6% de confiabilidad. En el caso de la hasta hace algunas semanas criticada Sputnik V, presenta una aprobación del 53.1%. Esperemos que más allá de las opiniones sin fundamentos, las filias y fobias, los mexicanos hagamos caso de los especialistas y nos vacunemos con cualquiera de las vacunas que se ofrecen (una vez que las haya), pues todas ellas han pasado por las pruebas necesarias a nivel internacional.
El virus que nos ha golpeado a todos
A un año de haber modificado nuestras vidas debido a la irrupción del coronavirus, se ha desmentido por completo algo que desde el principio era obvio: el coronavirus puede afectar a cualquiera, no distingue clase social ni alguna otra situación. Desgraciadamente, esto se ha comprobado en la encuesta proporcionada por Consulta Mitofsky, pues ante la pregunta “¿Sabe de algún conocido suyo que se haya contagiado?”, las respuestas afirmativas han alcanzado su punto más alto, llegando a un 91.8%. En relación con la interrogante anterior, se planteó la pregunta “¿Sabe de algún conocido suyo que haya muerto por el coronavirus?”, ante la cual de manera desafortunada, el 80.1% de los encuestados ha señalado que sí.
Twitter: @JUANFERESPINO