Continuando con el tema del poema épico de la conquista, ahora se presentan los episodios que corresponden a como se recibió a Hernán Cortés en Tlaxcala, el trato y los planes para ir sobre Cholula. Además, están presentes algunas descripciones, organización y distribución de la ciudad y su gente.

Destaca la figura de Maxixcatzin, quien toma las decisiones para recibir a los españoles en Tlaxcala, aunado al discurso que pondera la participación de Hernán Cortés y la relación que entabló con los tlaxcaltecas.

Para comprender la esencia del discurso, al igual que la entrega anterior, se han tomado las estrofas referentes a Tlaxcala, cuidando que la secuencia sea la adecuada.

Estaba el gran Cortés bien prevenido

Al suceso de la fortuna, y hado,

Cuando por un repecho asomar vio

Un pequeño escuadrón bien ordenado:

Su gente en un instante ha apercibido,

Que todo estaba, puesto y alistado,

Los caballos tenían ensillados

Paciendo hierba entre los verdes prados.

 

Traían por delante una bandera

Blanca, y azul, por imitar la nuestra,

Para señal de paz, clara y sincera,

Tremolándola siempre hacia la diestra:

De mucha gente acompañada era,

Haciendo de alegrías clara muestra.

Eran Hueypili, y Xicohténcatl el fuerte,

Celebres en estado, honor, y fuerte.

 

Venían por extremo ataviados

De galas, invenciones, y braveza,

Están todos mirando, y admirados

Del modo, la osadía, y la grandeza:

Aguardándolos los nuestros reportados.

Para ver en que, para su fiereza,

Llegó en esto un indio de los nuestros

Diciendo, aquellos son amigos vuestros.

 

Bandera es de amistad, según su usanza,

De paz vienen señor yo lo sospecho,

No tratan de rigor de aguda lanza,

No muestran contra ti soberbio el pecho:

Cortés las armas en el punto lanza,

Y quedando seguro y satisfecho,

Se entró dentro en su tienda, por mostrarles

Su intención, y mejor poder hablarles.

 

Llegaron los Caciques valerosos,

Haciendo humillación ambos muy baja,

Sonando en aquel punto mil gustosos

Acordes instrumentos, y sonaja:

Se mostraron muy alegres, y amorosos,

Sin referir en cosa la baraja

De aquel pasado y áspero rencuentro,

Entrándose en la tienda entrambos dentro.

 

Cortés los abrazo, y mando sentarlos,

Dándoles de amistad muy claro indicio,

Procuró grandemente de alentarlos,

Dando muestras de serles muy propicio:

Y de quererlos siempre y estimarlos,

Ellos ambos comienzan el oficio

De embajadores ciertos y legales,

Diciendo al gran Cortés palabras tales.

 

Maxixcatzin y el Senado valeroso,

Me envía ante ti con gran contento,

Y dice que del trance riguroso

No fue la culpa él ni fundamento:

Que el vulgo incauto, a veces tan dañoso,

Incitado del malicioso intento,

Le persuadió que no te recibiese,

Ni tu gente en su tierra el pie pusiese.

 

Y que, pues tu asentabas amistades,

Con Moctezuma rey tan poderoso,

Y crecerían las enemistades

Que en esto había mil dificultades,

Por ser tan vengativo, riguroso:

El daño de su pueblo, a él tan odioso,

Y que esta fue ocasión de lo pasado,

De que pide perdón, a ti humillado.

 

Y que veías seguramente luego,

Donde veras do llega su deseo.

Y que, si no admitieses este ruego,

Sera pagarle mal tan buen trofeo:

Cortés les respondió, Hijos no niego

La causa referida, pues ya veo

La llana voluntad que se me ofrece,

Estimándola en todo, cual merece.

 

Y así Caciques ir en hora buena,

Y dile a Maxixcatzin, que yo iré al punto.

A gozar de la paz, y amistad buena,

Que me ha ofrecido a mí, y al campo junto:

Y que mi voluntad hallará llena

De amor, y de amistad todo conjunto,

Y la paz queda cierta y asentada,

Recibida de entre ambos, y jurada.

 

Luego se despidieron al momento,

Habiéndoles Cortés mil cosas dado,

Fueron volando casi por el viento,

Y alegres en Tlaxcala se han entrado:

Donde estaba el congregado ayuntamiento

De Maxixcatzin, y todo su Senado,

Dieron razón de su mensajería,

Y asentaron la paz con alegría.

 

Está Tlaxcala en bajo, entre unas cuestas,

De ricos edificios abundosa,

Las casas por nivel todas compuestas,

Y una esparcida plaza y anchurosa:

Contiene algunas torres entrepuestas,

De chapiteles, que es gustosa cosa,

Tres templos de holocaustos de sus vicios,

Donde observan, y hacen sacrificios.

 

Baña la fértil tierra un gran rio,

Que en Atlangatepec principio tiene,

Tributa con pujanza y poderío

De sus aguas las mieses que contiene:

Corre con impetuoso y fuerte brío,

Hacia el gran Zacatula, y allí tiene

Dos salidas al mar del Sur, donde entra,

Y en sus riberas con furor se encuentra.

 

Está la gran Tlaxcala dividida

En cuatro partes todas repartidas,

Ocotelulco es una la sabida,

La otra es, Quiahuiztlan muy bien servidas:

Tepeticpac y Tizatlán lucida

Y estas son las cabezas conocidas,

Gobiernan Maxixcatzin y Xicohténcatl,

Tlahuexolotzin, y el bravo Chichimecatl.

 

Salió Maxixcatzin acompañado

De todos los Caciques, y señores,

A las postreras casas ha llegado

De los más ciudadanos moradores:

Vestido muy galán, bien adornado,

Manta blanca y azul, y otros colores,

Una tiara, y grandes orejeras

De sutil oro, y ricas narigueras.

 

Llego Maxixcatzin muy humillado,

Hacia Cortés, que a pie también venia,

Un coselete rico bien labrado

El bravo capitán puesto traía,

Ambos con grande amor se han abrazado.

Y muy sobrada y justa cortesía,

Y a los demás les habla y acaricia,

Con muestra conveniente y muy propicia.

 

Todos los Capitanes valerosos,

Hablan a los caciques más tenidos,

Se abrazaron todos muy gozosos,

Iban juntos al pueblo entretejidos:

Cortés dijo, caciques valerosos,

Que a regalarme solo son venidos,

Sabed de mi jornada el fundamento,

Mi embajada, demanda, y sano intento.

 

Carlos Emperador engrandecido,

Un monarca señor de todo el mundo,

A donde nace el Sol tan conocido

Y en todo lo que cubre sin segundo:

En su nombre Real hemos venido,

Pasando el lago y fiero mar profundo,

A enseñaros la Fe de Christo eterno,

Y a sujetarlos a su gran gobierno.

 

Y así ante todas cosas, lo primero

Habéis de someterle la obediencia,

Y recibir de Christo verdadero

La fe divina de su omnipotencia:

Maxixcatzin responde, así lo quiero,

Que sea fe de justicia, o de clemencia,

La acepto en nombre de todo el Senado,

Y a Carlos se sujeta, y da el estado.

 

Tomó un testimonio con testigos,

Cortés que no era nada inadvertido,

Luego fueron marchando los amigos,

Creciendo de las fiestas el ruido:

El cielo, el aire, y aves son testigos

Del contento que todos han tenido,

Viendo aquella ciudad tan poderosa,

Primera posesión dulce, y gustosa.

 

Llegaron a las casas principales

Morada de Maxixcatzin poderoso,

Hubo cosas de ver al gusto iguales,

De ornato de aquel pueblo generoso:

Voy me ligero tras las esenciales,

Que no estoy nada amigo de reposo,

Y no quiero ocupar la tosca pluma

En cosas que quisiera se presuma.

 

Hospedo allí a Cortés Maxixcatzin luego,

Y repartió los hombres estimados,

Y no fue menester hacerles ruego,

Que son de todos, todos deseados:

Todo lo acomodó con gran sosiego,

Dándoles mil manjares regalados,

Hueypile aposentó a los hermanos

Alvarado con hechos más que humanos.

 

Después de festejados largamente,

Trata Cortés de irse a su viaje,

Pide a Maxixcatzin lo conveniente,

De gente que le pase el carruaje:

Y alguna ayuda de indios suficiente,

Y quien lleve a Cholula su mensaje,

Todo lo hizo, y dio de sus estados

Seis mil indios y más muy bien armados.

 

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