López Baena, a sus 65 años, se ha unido a más de 300 alumnos en Cecapdif, buscando independencia y un proyecto de autoempleo a través de la capacitación culinaria.

Esther López Baena tiene 65 años y su espíritu por aprender y mejorar sus habilidades culinarias no la han detenido y desde el pasado mes de febrero se incorporó al del Centro de Capacitación para Personas con Discapacidad a cargo del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (Cecapdif).

El amor a sus seres queridos ha sido un motor para expandir sus conocimientos y buscar alternativas para consentirlos con lo que ella más disfruta que es la cocina, especialmente, pasteles y postres.

En su búsqueda por buscar un espacio para capacitarse la llevo a visitar el Cecapdif, ubicado en la carretera Ocotlán-Chiautempan donde observó las instalaciones, un espacio amplio, con bellos jardines, cercano a su hogar y donde fue bien recibida: “Me dieron toda la información y me inscribí, ahora los días me levanto, desayuno y me vengo para acá a trabajar, a aprender”.

Ahí, su maestra Marilú Hernández Lima les ha mostrado con paciencia y dedicación. Enseña técnicas para la elaboración diversos postres, desde los más sencillos como muffins, tartas con crema pastelera y fruta, hasta los más complejos como cheesecake, el pastel opera y de mil hojas.

“Soy pensionada y estar todo el día en casa no es para mí, lo que hago es para mi familia, les encanta, cada que llevo con algo nuevo lo prueban y cuando les gusta mucho el fin de semana se los vuelo hacer y lo pongo en práctica”, expresó.

Con una gran sonrisa, comentó que su esposo y su hijo le motivan a seguir practicando y a poner mucho mayor esfuerzo para hacer de sus postres los más ricos, ya que su secreto es ponerle amor

“Mi familia me dice que me sale muy rico y les digo que es porque les pongo mucho amor, los ingredientes son amor; paciencia y perseverancia, porque si una cosa no me sale bien lo vuelvo hacer para ir mejorando cada día, desde que peso mis ingredientes, inicio, pongo mi música y le pido a Dios a que todo salga bien, y lo meto en el horno pensado que todo salga bien y me emociona ver que el resultado que sale, me llena de felicidad”, dijo.

Sostuvo que el venir al Cecapdif le ha dado una nueva rutina a su vida porque aparte de que aprende, ha conocido gente nueva y convive con otras personas de su edad con quienes ha compartido experiencias de la vida cotidiana.

“Me siento contenta porque ya sé que en la mañana ya tengo mi actividad que es desayunar, arreglarse a trabajar, a desestresarnos un rato, a conocer gente nueva y a conocer experiencias de todas las compañeras porque como ya todas somos adultas mayores tenemos un sinfín de experiencias y no falta quién comente una cosa y yo comenté otra, eso también nos enriquece como personas”, manifestó.

Doña Esther forma parte de los poco más de 300 alumnos que actualmente toman un curso de capacitación con el propósito de independizarse y crear un proyecto de autoempleo, por lo que no descartó la posibilidad de que en un futuro ella venda postres.

“Algún sueño es que en un futuro seguir practicando, y en algún momento ofrecerlo a las personas y si es posible, hacer un pequeño negocio para mí y mi familia”, finalizó.

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