De acuerdo con datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente en México se resguardan 40 de las 57 especies existentes de ballenas en el mundo entre las cuales se encuentran: la ballena azul, la ballena rocual, la ballena bryde o la yubarta.

Mientras que al hablar de los delfines el país cuenta con 19 especies de 32 existentes, entre las que se encuentran el delfín nariz de botella, el fraser, el girador, el listado y el de dientes rugosos.

En muchas ocasiones se minimiza el papel que estas especies juegan en la naturaleza, pues ayudan a mantener los océanos sanos; con sus heces fertilizan los ecosistemas marinos y mitigan la crisis climática, ya que en promedio a lo largo de su vida confina la misma cantidad de carbono que el equivalente a mil árboles.

Actualmente estas especies mueren en su gran mayoría por la ingesta de plástico ya que pueden provocarles lesiones internas, obstrucciones gástricas e incluso la muerte. Incluso mueren a causa de escombros con los que “chocan” o son golpeados por barcos, nadando con dificultad días previos a su fallecimiento.

Dentro de estos plásticos también se encuentran las artes de pesca abandonadas o desechadas, conocidas como “redes fantasmas” que constituyen un diez por ciento de la contaminación en los océanos, ya que 300 mil delfines, ballenas y marsopas se enredan en estas redes.

El problema de la caza ballenas y delfines no es algo nuevo ya que los primeros intentos de confrontar esta situación se realizaron antes de la segunda guerra mundial cuando se cayó en cuenta de que la población de ballenas mermaba algo que ponía en riesgo el negocio que se tenía en esa época.

En búsqueda de frenar su extinción el 23 de julio de 1986 la Comisión Ballenera Internacional decidió proclamar el Día Mundial de las Ballenas y Delfines.

 

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