En el noroeste de Tlaxcala en el municipio de Calpulalpan, se encuentran las ruinas de la Hacienda San Antonio Mazapa, una de las propiedades más antiguas del estado, cuya construcción comenzó en el siglo XVII. Con una extensión de aproximadamente 10 mil hectáreas a inicios del siglo XX, esta hacienda fue testigo de numerosos eventos históricos que marcaron su destino, desde saqueos por ejércitos revolucionarios hasta la Reforma Agraria promovida por el general Lázaro Cárdenas, que provocó su decadencia y eventual abandono.
La primera dueña de la hacienda, una mujer con un marcado gusto por la arquitectura europea, inició la construcción de una iglesia con estilo gótico dentro de la propiedad. Sin embargo, la muerte le impidió completar su ambicioso proyecto, y hoy, esa estructura inconclusa se ha convertido en su panteón familiar. Es en este lugar donde, según los habitantes de la zona, su espíritu aún deambula, acompañado de sombras y siluetas que parecen pertenecer a los antiguos hacendados que alguna vez vivieron en la hacienda.
La Revolución Mexicana y la repartición de tierras aceleraron la decadencia de San Antonio Mazapa, sumiéndola en el abandono. Sin embargo, a pesar de su deterioro, la hacienda se mantiene como un «museo vivo» que invita a sus visitantes a viajar en el tiempo. Entre sus ruinas, es posible experimentar la atmósfera enigmática que envuelve al lugar, con sus muros cargados de historias y leyendas que incluyen voces, gritos y apariciones que, según se dice, son comunes en la hacienda.
Hoy en día, la Hacienda San Antonio Mazapa se erige como un lugar ideal para quienes buscan capturar la belleza de su decadente arquitectura y disfrutar de un momento de tranquilidad, quizás con un pulque en mano. Su cercanía a la Ciudad de México la convierte en un destino accesible para aquellos interesados en explorar un sitio donde el pasado y lo paranormal se entrelazan, creando un ambiente que no deja indiferente a nadie.