Del estenopo a la imagen revelada

En una época dominada por las cámaras digitales y los teléfonos inteligentes, la fotografía análoga se ha convertido en un arte casi ritual. Mientras hoy se pueden capturar miles de imágenes en segundos, la fotografía tradicional invita a la paciencia, a la experimentación y al asombro por la materialidad de la imagen.

Una de las formas más fascinantes de este tipo de fotografía es la fotografía estenopeica, una técnica que prescinde de lentes y utiliza objetos tan simples como una lata. En este método, la lata se convierte en una cámara oscura: se perfora un pequeño orificio (el estenopo), que permite el paso de la luz para proyectar una imagen invertida sobre un papel fotosensible colocado en su interior.

Una vez capturada la imagen, generalmente después de varios minutos de exposición dependiendo de la intensidad de la luz, el papel se revela en un cuarto oscuro. Este proceso implica sumergirlo en una serie de químicos: revelador, que hace visible la imagen latente; baño de paro, que detiene la acción del revelador; y fijador, que estabiliza la imagen y la vuelve permanente. Después, el papel se enjuaga cuidadosamente con agua para eliminar los residuos químicos.

La imagen resultante es un negativo, que luego se puede positivar: se coloca sobre otro papel fotosensible, se expone a la luz y se repite el proceso químico para obtener una fotografía en positivo. Cada paso requiere destreza, paciencia y conocimiento, pero también ofrece una experiencia única: la de ver nacer una imagen en tus manos.

A diferencia de las imágenes digitales, que viven en pantallas y nubes, estas fotografías son objetos físicos, tangibles. Se pueden sostener, archivar y observar con la certeza de que no dependen de un cargador ni de un respaldo digital. Esta materialidad es una de las cualidades que más valoran quienes practican o redescubren la fotografía análoga hoy en día.

Históricamente, la fotografía análoga marcó el inicio de la era visual moderna. Desde los daguerrotipos del siglo XIX hasta las cámaras de rollo del siglo XX, fue el medio dominante para capturar la realidad. Sin embargo, con la llegada de la fotografía digital a finales del siglo pasado, esta práctica comenzó a decaer. Actualmente, se considera un arte de nicho, cultivado por aficionados, artistas visuales y educadores.

En esta era de inmediatez y exceso de imágenes, la fotografía análoga, y en particular la estenopeica con latas, representa una resistencia poética. Nos recuerda que una fotografía es más que una imagen: es una experiencia, un objeto y una historia que se revela, literalmente, poco a poco.

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