Tlaxcala es tierra de maíz, y su riqueza agrícola se refleja en la diversidad de colores y variedades que aún se cultivan en sus campos. Amarillo, blanco, rojo, azul, negro e incluso pinto, cada grano representa siglos de historia y tradición que han dado sustento a las familias campesinas y han sido base de la gastronomía local.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura en Tlaxcala, el estado conserva un importante reservorio de maíces nativos, lo que contribuye a la seguridad alimentaria y a la preservación de la biodiversidad. Estos granos, además de su valor cultural, ofrecen distintas propiedades nutricionales y usos: desde el tradicional maíz blanco para la tortilla, hasta el maíz azul rico en antioxidantes o el rojo empleado en atoles y tamales festivos.
La variedad de colores no es únicamente un rasgo estético, sino una muestra de la capacidad de adaptación del maíz a diferentes climas y suelos, resultado de prácticas agrícolas heredadas de generación en generación. Por ello, Tlaxcala es considerado un espacio estratégico en la conservación de este patrimonio biocultural de México.
Con cada ciclo agrícola, las y los productores tlaxcaltecas mantienen viva la relación entre la milpa y la comunidad, recordando que el maíz no solo alimenta el cuerpo, sino también la identidad y la memoria colectiva del estado.