“Esto siempre se ha hecho así, y nunca pasa nada”
Incongruencias
Una cosa son los discursos triunfalistas de los políticos que pretenden mostrarse doctos a la hora de enfrentar una situación extraordinaria, un desastre natural por ejemplo y, otra, es la realidad que enfrentan los ciudadanos que por la falta de información y de respuesta eficiente por parte de sus autoridades, atraviesan momentos de zozobra.
El sismo de la semana pasada es un llamado de atención para los ciudadanos y autoridades de este país y, es que una vez más, la naturaleza nos sorprendió con un sismo que se sintió de forma impactante en algunos estados de la República y cuyo saldo mortal y la cuantificación de daños materiales está todavía en curso.
La ciudad de México y la desbordada solidaridad
En esta ocasión no hubo milagro que salvara a la ciudad de México de sufrir severos daños como los que pudimos observar en 1985 en diversos puntos de la geografía capitalina que dejó ver una enorme cantidad de edificios y casas derrumbados y un gran número de personas fallecidas.
Esta vez no fue la excepción, la sociedad civil fue la primera en reaccionar, en crear los lazos de solidaridad necesarios para actuar en pro del otro.
De nueva cuenta emergió ese espíritu que parecía dormido desde hace 32 años en esa urbe cuyo ritmo y estilo de vida traen consigo la implacable urgencia por llegar a tiempo sin voltear a ver al otro, sin brindarle la importancia al que va a nuestro lado.
Miles de “chilangos” reaccionaron al instante y cual si fuera una oleada imparable por una fuerza invisible, treparon edificios sin medir riesgos y comenzaron actuar, a crear largas filas de seres humanos que, a mano limpia, recogían trozos de los edificios derruidos.
La desesperación por levantar y salvar las vidas de desconocidos imprimieron adrenalina a aquellos que, a pesar del transcurso de las horas, se mantuvieron estoicos removiendo escombros con una sola esperanza, poder sacar a alguien con vida.
La diferencia
A diferencia de 1985 cuando el gobierno de Miguel de la Madrid fue negligente y omiso, esta vez vimos a rescatistas, militares y marinos en los lugares de desastre sumándose a las labores iniciadas por los civiles, tratando de coordinar las acciones para lograr mayor efectividad en el rescate.
Esta vez al menos lo consignaron redes sociales y los medios tradicionales los militares se fusionaron con los civiles para
El Presidente acompañado de su gabinete se apuró a tomar cartas en el asunto y regresar de forma inmediata a la Ciudad de México, no sin antes hacer una declaración que le ganó colocarse como la principal fuente de inspiración de los memes que circulan por las redes.
Mancera, de forma rápida, reunión la información para brindar un diagnóstico sobre la situación de la Ciudad de México y darlos a conocer a los medios de comunicación que abrieron espacios especiales en radio, televisión y medios digitales para subir de forma inmediata las declaraciones del jefe capitalino.
La telenovela y su desenlace
Una vez más Televisa hizo de las suyas y nos vendió una mini novela que duró unas veinticuatro horas; la protagonista principal Frida Sofía acompañada de actores secundarios: altos mandos del ejército mexicano y una narradora espectacular, que logró conmover a quienes siguieron minuto a minuto la conmovedora historia que, según Loret de Mola, se convertiría en el ícono de la desgracia ocurrida ese 19 de septiembre.
Y sí que se convirtió en un icono, pero en un ícono de la mentira, de complicidades entre televisoras y versiones oficiales, de historias creadas para mantener a un público cautivo a quien se le vendió una historia conmovedora que hizo a más de uno rezarle a su santo o convocar a las fuerzas del universo para que esa niña fuera rescatada.
¿Pero qué paso? ¿Acaso el guionista de la historia olvidó alguno de los apartados que darían un cierre final?, feliz por supuesto. Resulta que el Almirante Ángel Enrique Sarmiento Beltrán, Subsecretario de Marina, dijo en mensaje a los medios algo que desconcertó y causó la indignación, cuestionamiento y burla a través de redes sociales.
“Queremos puntualizar que con la versión que se sacó del nombre de una niña no tenemos conocimiento, nunca tuvimos conocimiento de esa versión y creemos, no creemos, estamos seguros que no fue una realidad, puesto que, repito, se corroboró con Educación Pública, con delegación y con la escuela, y todos la totalidad de los niños, desgraciadamente algunos fallecieron, otros, repito, están en hospital, y otros están su casa”.
Se cayó el circo y la mínima credibilidad de periodistas, reporteros y la televisora que una vez más demostró que lo suyo es la creación de telenovelas.
Mientras tanto, la ayuda no llega…
Mientras las cámaras se enfocaron en mantener nuestra atención en su telenovela con tientes “sentimentaloides” la gente damnificada de Morelos, fundamentalmente, difundía a través de las redes sociales “la ayuda no llega”.
Hubo gente que lo perdió todo, absolutamente todo, un techo y sus seres queridos y a quienes sólo les queda continuar a la espera porque “la ayuda no llega”.
La visita presidencial y la cobertura mediática que proyectó una ayuda inmediata fue parte del espectáculo.
¿Y en Tlaxcala?
Tuvimos suerte, pero es muy difícil hablar en esos términos porque no podemos apostarle a situaciones fortuitas y no actuar previendo posibles escenarios a través del diseño e implementación de un protocolo eficiente.
En esta ocasión se trató de corregir la falta de coordinación de las autoridades para crear los canales de comunicación con la población e inclusive con los distintos niveles de gobierno para que la información fluyera de manera eficiente.
El más claro ejemplo: el sector educativo
En el sismo del 7 de septiembre fue uno de los ejemplos más evidentes de la falta de un protocolo que dé cierto margen de garantía en la implementación de un plan de acción entre autoridades de los distintos niveles de gobierno y los diversos sectores de la población fue, sin duda, el educativo.
En esa ocasión fue un desorden total, por decir lo menos. El Secretario de Educación Pública en el Estado, Manuel Camacho Higareda, se vio rebasado por la pésima comunicación que fluyó a los centros educativos del Estado.
Un alto porcentaje de directivos instituciones educativas hicieron caso omiso de la instrucción que se dio a nivel nacional de la suspensión de actividades en los centros educativos, hasta que se llevara a cabo una revisión por parte de personal de Protección Civil, que permitiera constatar las condiciones de las escuelas de Tlaxcala con el objetivo de no poner en riesgo a los estudiantes.
La gravedad del asunto
La gravedad del asunto reside en que directivos de instituciones educativas públicas y privadas tomaron la decisión unilateral de llevar a cabo actividades de forma normal, pese a que las edificaciones no habían sido verificadas por personal de Protección Civil.
El asunto no es menor porque se brincaron la instrucción federal, la estatal y la del Secretario de Educación Pública y, de forma totalmente irresponsable, pusieron en riesgo a los estudiantes de Tlaxcala.
De la experiencia se aprende
Sin duda, este tipo de eventos a todos nos deja una lección para mejorar el protocolo, los mecanismos de comunicación y las acciones concretas en caso de un desastre natural.
Lo que sería cuestionable es que no se hiciera nada al respecto y quede bajo el criterio de directivos un asunto tan serio como es el poner en riesgo la vida de niños y jóvenes de las escuelas de Tlaxcala.
Sin duda lo ocurrido el pasado 19 de septiembre muestra que existe la intención de las autoridades educativas de mejorar los flujos de información, para hacerla más eficiente con los diversos centros educativos y, con ello, minimizar el riesgo para docentes, personal administrativo y los miles de niños que asisten a las instituciones educativas de Tlaxcala.