“No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”. –Salvador Dalí-  

En uno de los más bellos rinconcitos del país de nombre Tlaxcala el surrealismo político ha alcanzado dimensiones extraordinarias con el que, André Bretón, el padre del surrealismo francés tal vez quedaría fascinado.

O quizá el excéntrico Salvador Dalí volvería a repetir esa frase que se volvió célebre cuando visitó nuestro país, “De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”.

Es que en Tlaxcala ocurren algunas situaciones que verdaderamente se vuelven surrealista a los ojos de quienes tratamos de encontrar una lógica racional en la actuación de miembros de la clase política, entre quienes priva una forma de pensamiento distinto a la generalidad.

Ahora observo con cierta melancolía ese intento que hacían nuestros políticos mexicanos –en el pasado-  por “cuidar las formas”, intentando al menos evitar de forma tan burda favorecer a sus familiares inmediatos para ser colocados en puestos importantes y entregando reconocimiento de forma directa.

Orgullo materno

Y es que apenas la semana pasada fuimos testigos de que el expresidente de Texoloc,  Miguel Ángel Covarrubias Cervantes, fue nombrado ciudadano distinguido 2017, y su madre, quien es actualmente la Presidenta Municipal fue la encargada de entregarle dicho reconocimiento.

Sin quitarle mérito a este personaje, quien saltó a la fama a nivel nacional por protagonizar primero, un incidente en un taxi –no entraré en detalles-, durante su estancia en los Cabos Baja California y, después. generar polémica por copiar un ‘discurso’ de la serie estadunidense House of Cards.

Insisto, no puedo demeritar el perfil de este joven político, quien hay que reconocer, logró un presupuesto histórico para Texoloc durante la administración en la que fungió como Presidente Municipal.

Tentación

Si algo disfrutamos quienes somos madres, son los logros de nuestros hijos desde muy pequeños hasta su vida adulta y profesional. Quienes lean estas líneas saben a lo que me refiero. Los padres nos sentimos como “pavoreales” cuando en la escuela les entregan un reconocimiento a nuestros hijos después de ser evaluados por un grupo colegiado de forma transparente.

Pero aquí en Tlaxcala parece práctica común caer en la tentación de entregarse reconocimiento entre familiares, eso ni es ético, políticamente es reprobable y socialmente es totalmente desaprobado.

Si los personajes, como este joven político, son brillantes –que no está en duda-, tendrán muchos espacios en los que recibirán un reconocimiento por su trayectoria, porque tiene mucho camino por andar y dejar huella de su aporte en muchos espacios en los que se desempeñará.

La clase política en Tlaxcala está equivocada cuando cree que los ciudadanos pasan por alto este tipo de acciones en donde se favorece a familiares y amigos.

Pese a que se ha dicho que no hemos avanzado mucho en cultura política en nuestro país, porque seguimos vendiendo nuestro voto por una torta, un refresco o una “chamba”, el espíritu crítico está en gestación, aun en los sectores tradicionalmente menos participativos o menos informados.

Subestiman

El uso y abuso de espacios, acciones, cotos de poder tienen un límite y la ciudadanía tiene memoria y se corre el riesgo que tarde o temprano la presión genere otro tipo de acciones y reacciones por parte de diversos sectores de la sociedad.

Vivimos en un contexto en el que se exhibe cada vez más a los políticos, a quienes simulan, abusan, transgreden, a quienes se corrompen y no transparentan.

Es un momento en el que servidores públicos y la clase política están cada vez más observados, en donde nada es permanente, en donde hay políticos que están tras las rejas por el uso y abuso de sus cargos.

Al menos es una esperanza o tal vez una ilusión el  que vivimos con menor impunidad pese a quienes sostienen que la corrupción es estructural y que no hay manera de acabar con ella.

¿Corrupción estructural?

Hay intelectuales que sostienen que la corrupción es estructura y funcional. Definitivamente me resisto a resignarme a esa realidad.

En ese sentido los medios de comunicación tienen ahora más que nunca un rol fundamental en evidenciar lo oculto, lo absurdo, la corrupción, las arbitrariedades. En la medida que se fortalezca y garantice la libertad de expresión de quienes se dedican al periodismo es que se fortalecerá el derecho que tiene la sociedad a estar informada.

A pie de página

Apenas el lunes fuimos testigos de un intento de asalto en un comercio ubicado en pleno centro capitalino que está, apenas, a unas cuadras de la Dirección de Seguridad Pública de Tlaxcala.

El evento fue transmitido en tiempo real por algunos medios de comunicación digitales y por los propios ciudadanos que enardecidos pedían castigo para los delincuentes.

El asunto es serio porque algunos ciudadanos nos preguntamos ¿Por qué unos delincuentes se atreven a robar en pleno centro capitalino, a unas cuadras de la Dirección de Seguridad Pública de Tlaxcala? ¿Acaso los encargados de la seguridad en la entidad y concretamente en la capital proyectan una imagen demasiado relajada al grado que existen las condiciones propicias para delinquir en esta área? ¿Por qué cuidar tanto la identidad de los delincuentes cubriendo sus rostros en el momento de ser detenidos?

Sin duda, la reacción de los ciudadanos enfurecidos por lo ocurrido es una llamada de atención para las autoridades y las acciones que se están tomando para brindar seguridad.

No esperemos que suceda lo que en otros municipios de la entidad, que los ciudadanos se tomen la justicia por propia mano, ante la actuación ineficiente de sus autoridades. Esto sería verdaderamente riesgoso.

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