El creador de la red social Facebook, Mark Zuckerberg, se encuentra en el ojo del huracán después de que los datos que recopila esta plataforma, fueran utilizados de forma indebida y sin permiso de 87 millones de personas por la empresa británica Cambridge Analytica.
Estos datos fueron manejados por el equipo del entonces candidato Donald Trump para segmentar a los votantes potenciales y ser utilizados en la campaña a favor de este último personaje.
Zuckerberg compareció en una sesión ante los miembros del Senado estadunidense, para contestar preguntas acerca de la seguridad de los datos de los usuarios y lo intromisión de terceras personas en el que incluso se mencionó a Rusia a quien acusan de haber tenido injerencia en el proceso electoral de Estados Unidos en el que Donald Trump resultó ganador.
Las preguntas y las observaciones de los legisladores fueron francamente duras con Facebook, pues lo acusan de tener expuestos los datos de los usuarios al mejor postor, cosa que ya ocurrió a gran escala, que no se diga a baja escala, es algo recurrente acudir a la red social para lograr segmentaciones de mercado o conocer los comportamientos de los usuarios.
Zuckerberg reconoció que precisamente por albergar a millones de seguidores por todo el mundo, hay muchos que tratan de acceder a sus sistemas para su explotación y ofreció en invertir para mejorar esta situación y en la revisión de contenidos.
El senador John Kennedy advirtió: “No quiero tener que votar para regular Facebook. Pero por Dios, lo haré. Depende de usted (…) Su acuerdo de usuario apesta“. Ante esto, Zuckerberg respondió que no se opone a la regulación, mientras sea “la regulación correcta”.
Creo francamente que es un tema sensible el que una empresa acceda a los datos de tantas personas y haga un uso ilegal con ellos, sin el conocimiento de los afectados, cosa que me parece conocida en México con el robo (¿o venta?) de la base de datos de electores que se han encontrado en varias ocasiones en otras manos y no ha pasado nada.
No obstante, los usuarios conocemos, o debemos saber, de los riesgos que implica el dar tus datos cuando accedes a una cuenta en Facebook o en cualquier otra red social, estamos advertidos también de que estas empresas trazan un perfil muy certero de nosotros a través del uso del internet, e incluso lanzan preguntas específicas: qué te gusta leer, cuáles son tus películas favoritas, qué es lo que escuchas, o aún más, qué lugares visitas, con qué frecuencia.
Y cierto es que la mayoría entrega gustosa esa información, presumiendo sus restaurantes, sus viajes, sus vuelos, sus eventos y un largo etcétera. El usuario, para empezar, tiene la opción de no acceder a una red social. O si accede, a ser restringido con los datos que expone pues cuántas veces hemos conocido de casos donde han robado un domicilio por que sus dueños publicaron que salían de viaje, es cosa de todos los días el robo de identidad, es por seguridad.
Yo espero que la comparecencia de Zuckerberg sea el antecedente para mandar a traer, por ejemplo, a los fabricantes de armas para que respondan por todas aquellas matanzas que los usuarios civiles de sus productos realizan y que tan solo en Estados Unidos se cuentan por montones, y también por aquellos casos de delincuencia organizada, terrorismo y de lesa humanidad.
Que se llame también a las empresas que con sus poluciones arruinan la vida de miles de habitantes en el planeta contaminando aire, mar, tierra, agua y causando estragos en la salud de la población, eso también es importante y no he visto a las autoridades estadunidenses armar un escándalo mayúsculo por esta situación, por el contrario, el máximo dirigente de esa nación ha dicho a los cuatro vientos que el cambio climático no existe.
¿O por qué no mandan traer también a quienes hicieron un mal uso de esos datos robados a Facebook, quién fue el beneficiado directo de esta acción y porqué desvían la atención con este escándalo mediático? Es como si mandaran a traer al cerrajero porque la chapa falló y dejó entrar al ladrón, en lugar de encerrar en la cárcel al ladrón.
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