Esa mañana mi hermano me dijo: hablas a las 12 al programa, das tus datos, pides los boletos y listo. Posteriormente me enteré que Santa Sabina tocaría en el estadio Tlahuicole y mi carnal quería obtener entradas para el concierto. Él era colaborador en Radio Universidad y por tanto no podía ser acreedor a los boletos. Yo no había escuchado a Santa Sabina pero conocía su nombre y recordaba a su cantante: Rita Guerrero. Ella, había salido junto a Julieta Venegas en una portada de la Mosca en la Pared. Una revistota tamaño tabloide que contenía información musical y de bandas o conciertos y cine y literatura, en fin; una publicación contracultural que me marco machín. La vampiresa Rita había chupado sangre del cuello de Julieta y esta última parecía disfrutar de ello. Esta portada fue una escena erótica dark que casi no se veían en los puestos de revistas.

Yo estaba muy emocionado cuando fui por los boletos, ¡por primera vez iría a un concierto y conocería a un grupo famoso en vivo! Cuando llegue a la emisora, fingiendo no conocer a mi hermano, me percate que ahí estaba Rita y los otros del grupo, ¡les estaban haciendo una entrevista! Del lugar salí con boleto y disco recopilatorio, que también regalaba la radiodifusora. Más tarde, ya en casa, mi hermano me dijo: Te vas solito al concierto, los de la emisora entraremos sin boleto. Yo no perdí la oportunidad y desde muy temprano estaba esperando la tocada. En ese inter subieron los músicos de Santa Sabina e hicieron sound check. Me quedé perplejo, la rola que utilizaron para afinar los instrumentos fue: “Ajusco Nevado”. Una poderosa melodía que en vivo te toca las entrañas. Regresaron a sus camerinos y poco después aparecieron con Rita al frente. La piel se me enchino y durante todo el concierto no pude dejar de verla. La música se albergó en mí oído como un fondo sonoro y mis ojos no soltaban al personaje: una vampirella mexicana con ojeras en un rostro blanco y una silueta negra provocativa que hacía dibujos acompañada de flores. Un hipnotismo gótico me había invadido.

Después de esta experiencia, Santa Sabina se incorporó a la lista de mis bandas favoritas. También y al parecer, Tlaxcala se convirtió en un lugar apreciado por la agrupación. Por ejemplo, más tarde fijaron fecha para una nueva presentación en el primer festival “Circo Piensa” que organizó el Instituto Tlaxcalteca de la Juventud, grabaron un video para el disco “Espiral” y realizaron un concierto en el Teatro Xicoténcatl que se convirtió en un ritual delicioso y magistral.

Santa Sabina no solo tocaba muy bien sus rolas, el grupo tenía una personalidad singular para una propuesta musical en México: eran oscuros, místicos sin caer en el chamanismo, poéticos y con conciencia social. Rita se convirtió en un ícono del rock mexicano. Amalgamando sus clases de teatro en el CUT con el proyecto del grupo en donde también exploró esa vena. Rita era el plus de Santa Sabina, tenía una personalidad única y una voz bien trabajada y singular. De niña, cantó en un coro de música barroca y al final de sus días se dedicó a ello. Con ese proyecto, Rita, hizo una presentación en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción en el Ex Convento de San Francisco en la capital tlaxcalteca. La presentación fue religiosa, quiero decir, espiritual. Su voz y el ambiente del templo se hermanaban para generar una atmosfera antigua y rococó. Los fantasmas barrocos, al parecer, habían despertado por el cantó de Rita.

Fue Rita Guerrero una mujer con liderazgo explotadora de su talento. Respetada y admirada. Un ser humano que con su voz y performatividad trascendió la piel para pasar a la inmortalidad del recuerdo social, casi como aquella otra mujer que sirvió de inspiración para el nombre de su grupo, es decir: María Sabina.

artodearte@gmail.com

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