Después de un festejo interesante y por consecuencia muy importante para mi familia. He tenido de nueva cuenta, la oportunidad de percibir por mis sentidos, lo bello de todo cuanto me rodea, desde los colores del amanecer al atardecer, el trino ensordecedor de las aves, los aromas de los azares de los árboles anunciando la llegada de los frutos. Esos invaluables sabores de la cocina de mi bella tierra, Tlaxcala. Y la sensación de las temperaturas sorprendentes y cambiantes de estos días. Lo que trajo a mi mente una frase que no recuerdo de dónde salió pero que dice: Quién tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo hacerlo.
Y explicó por qué me gusto: Debe resultar natural que nuestra vida para que tenga un sentido o una razón, requiere de por lo menos una motivación especial, una razón que sirva como motor, que nos haga sentir que nuestro ser o existencia según nuestra educación, contiene y requiere algo superior y trascendente que solo trabajar, comer y dormir.
Recuerdo con mucho gusto y emoción que en mi niñez, la mayoría de los amigos de mi padre, casi siempre andaban de traje y con su portafolio, siempre impecables, propios, educados y con vastos conocimientos del tema que fuera. Recuerdo con cariño a mi innolvidable padrino Luvín Vázquez, a Pedro Pérez, Vázquez Alfaro, mis tíos Juan Pérez “el Coyote”, Alfonso García, Ernesto García y a Ernesto Xelhuantzi y muchos otros que escapan por ahora a mi mente. Pero que eran un modelo para querer llegar a ser un profesional universitario. Lo que se convirtió en mi porqué, para llegar primero a mi querida Normal y luego a la Universidad y querer ser docente y abogado. Eso me llevó a estudiar, luchar e incluso a sacrificar algunas cosas. Lo que es el cómo para llegar y considero que lo logré. Para de nueva cuenta encontrar un nuevo porqué, que me llevara a lo que fue el principio de la utilidad de mis carreras; esto es, que todas mis acciones como profesionista y como persona, buscaban lograr el beneficio inicialmente para alguien o para algo afín a mis principios y valores inculcados en mi casa paterna, y luego en las escuelas donde estudié. Lo que permitió que mi ejercicio profesional encontrara el cómo, de mi nada fácil trabajo, enseñar a leer, limpiando lágrimas y sudor o arreglando entuertos y procurando orientar algunos casos para una conciliación o acuerdo beneficioso para las partes, evitando con ello largos, engorrosos y costosos litigios, que regularmente tienen resultados imprevisibles.
Con el paso del tiempo, la vida me dio la oportunidad de poner en práctica lo aprendido y observado a hombres y mujeres habitantes del mundo, mi mundo, que en su gran mayoría son buenos, optimistas y que aman la vida. Lo que se convirtió en mi porqué. Para con ello ayudar a aquellos que lo necesitaban, ya fuera a grupos sociales, familias, parejas o entes individuales. Lo que me convirtió en un sujeto con la suerte para asistir a todo aquel que se acercara. Surgiendo el cómo, para ocupar una parte de mí a tocar algunas puertas que me permitieran reafirmar la solidaridad humana.
Y bueno, continuando con los porqué, habré de decir que es así como empiezo a escribir para mí ideas, percepciones, observaciones y más. Según para puntualizar entre otras cosas el crecimiento espiritual, superación personal, autoestima, valores, virtudes, la familia y otros tópicos más. Pero para cumplir con mi cómo, aproveché la oportunidad que me brindaron para escribir formalmente por primera vez y de manera formal que hicieron tiempo después, reflexionara aún acerca de lo que estaba haciendo. Me tomara unas breves vacaciones y volviera a aprovechar otra oportunidad en esta, mi casa editorial Síntesis, para continuar compartiendo lo que para mí y muchos otros, es correcto y benéfico para nuestra sociedad.
Creo no ser el único que conoce esa frase, que ahora sé fue creada por Nietzsche. La cual fue puntual al sentenciar: ”…Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo…”. Y con esos elementos pudiera encuadrar que mi porqué de vida y lo más grande de ella, es la felicidad de mi familia, ese núcleo social que me permite soñar y pensar que es posible ese sueño. Para que el cómo, se logre a través de la proyección, la planeación y la ejecución a partir del amor, la comunicación, el respeto, la solidaridad, y armonía permanente, lo cual no es difícil de alcanzar, si aprendemos que el trabajo en equipo con fines comunes, en los que sus éxitos o fracasos corresponden a todos sus miembros convertidos en una unidad. Porque eso es Dar de Sí, antes de pensar en Sí.
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