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En Rectoría del Complejo Cultural Universitario de la BUAP, Alfonso Esparza Ortiz se entrevistó con Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), y Marcos Rodríguez del Castillo, vocal ejecutivo del INE Puebla, con la finalidad de estrechar lazos de cooperación e impulsar una cultura democrática.
Generar condiciones estandarizadas y homogéneas en el sistema electoral, en términos de procedimientos, es el objetivo de la reforma electoral. Para ello, el Instituto Nacional Electoral (INE) no es una autoridad jerárquica, sino un socio en el proceso para robustecer cada elección y que ésta no sea impugnada, indicó Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del organismo.
Al participar en el panel “Elecciones nacionales y subnacionales, en perspectiva comparada”, del seminario internacional “Cien años del sistema electoral mexicano: continuidad y cambio”, en el Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico (ICGDE) de la BUAP, destacó que el INE ha acompañado el desarrollo de los organismos públicos locales, para robustecer su autonomía e independencia frente a los distintos poderes políticos.
Lorenzo Córdova Vianello, también investigador con licencia del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, precisó que este acompañamiento implica también una vigilancia más cercana de las actuaciones de los organismos públicos locales electorales y de las comisiones en las que operan, porque esto se ha traducido en la necesidad de tomar medidas como ocurrió en Durango en 2016 y en este año en Nayarit.
En su intervención, René Valdiviezo Sandoval, secretario General de la BUAP, señaló que a 100 años del sistema electoral mexicano, después de la Constitución de 1917, se han realizado más de 3 mil elecciones.
En cuanto a la alternancia del poder, consideró que las experiencias locales han propiciado este proceso, pero las elecciones federales han sido las principales fuentes para el cambio de partidos. No obstante, el cambio de gobiernos no representa siempre una democratización.
Con respecto a este punto, Orlando Espinosa Santiago, académico del ICGDE, agregó que puede haber democracia sin alternancia y viceversa, alternancia sin democracia.
En el proceso de alternancia política en México, refirió que se ha observado una variable importante: la existencia de un candidato externo que encabece la alianza opositora, generalmente un empresario, ex priista o líder de alguna organización no gubernamental. “Cuando hay ausencia de este tipo de candidato, es casi posible que continúe el mismo partido; así se inhibe la alternancia política”, dijo.
Explicó que para derrocar al poder en turno, en 1989 surgieron las alianzas de partidos políticos, “ya que en el país el Partido Revolucionario Institucional tiene una presencia fuerte y la única entidad con la fortaleza para derrocarlo es el Partido Acción Nacional”. Actualmente, agregó, subsisten “sistemas de partido dominante”, con bipartidismos locales.
Por otra parte, en el panel “Sistema electoral y gobernabilidad”, Hugo Concha Cantú, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, expuso que el sistema electoral, clave en la representación y gobernabilidad, tiene cuatro grandes elementos: muchos actores, instituciones y, por ende, representaciones; organización y normas; un sistema de partidos para buscar equidad, así como justicia electoral para la resolución de conflictos.
Con ello, se ha mejorado la pluralidad, competencia, representación y participación, por lo que en perspectiva el sistema electoral mexicano ha ayudado a la gobernabilidad democrática. Sin embargo, existen desafíos como reducir el número de normas y promover una cultura democrática.