Un 23 de Enero en 1683, el entonces beaterío de Santa Inés inicia sus actividades eclesiásticas.
La iniciativa que había dado fundación a este convento, nación con el objetivo de formar una hermandad religiosa entre los laicos, encaminada hacia fines religiosos y sociales que cumplían con las obras de caridad cristiana.
El padre dominico Fernando de Andía, les otorga a una hermandad de mujeres laicas, conocidas también como las “Hermanas Terciarias”, un edificio en la 3 Norte y 14 Poniente, a través del dinero otorgado por el entonces obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Cruz.
En 1671 aparece la cofradía de Santa Inés, con la intención de que las personas celebrasen los actos religiosos de la sociedad católica y dar sagrada sepultura para sus miembros.
Para 1683, se tiene la idea de transformarla en beaterío, bajo la advocación de la Santa Dominica del mismo nombre. Quince años después, las beatas se transfieren al convento total que actualmente ocupa terminando de construir casi todo excepto el templo.
El beaterio empieza a funcionar el 23 de enero de 1677, y dos años después, el padre Andía, que sería patrón de la cofradía, haría donaciones para la manutención del mismo convento.
Debido a que ya existía en Puebla, otro convento de la misma orden con nombre similar, que se había fundado unos años antes, era necesario darle un nuevo nombre de santa al beaterío.
Se optaría por cambiar el nombre del convento a Santa Rosa, decidiéndose nombrarlo formalmente para 1740, a la misma santa, a quien se le concedía una fiesta en el convento de Santo Domingo, hasta este cambio de dirección. Otorgándose una bula, traída desde Roma, al cabildo actual, como reconocimiento a este convento, ordenando un festejo de toda la ciudad y transformándolo en monasterio.
El edificio obtendría fama y los festejos a la santa igual, además de que en su construcción mostraría características artísticas del barroco poblano característico de nuestra ciudad.
Las monjas y las beatas establecidas en el convento, seguirían las normas católicas de comportamiento, mediante el seguimiento de votos de fe.
Una primera exclaustración llegaría en 1860, durante la época de las leyes de Reforma, en las que el presidente Juárez atacaría el poder de la iglesia en el país.
Degradándose a este convento a falta de mantenimiento a Manicomio de hombres, para después pasar a ser vecindad propiedad de particulares. En 1954, fue declarado monumento nacional, hasta transformarse en el actual Museo de Arte popular poblano, con un acervo de aproximadamente 13,654 piezas, que también funciona como centro cultural.