Un 31 de Enero de 1909, se incendia el Teatro Guerrero, uno de los más visitados y conocidos de su tiempo en la ciudad, ubicado actualmente en el Portal Hidalgo, frente al Zócalo.
Es conveniente decir que el “Teatro Guerrero”, no se construyó en homenaje al héroe de la independencia Vicente Guerrero, sino fue una iniciativa de su constructor y propietario, Ignacio Guerrero y Manzano.
Ignacio Guerrero, fue un empresario visionario nacido en 1811(se desconoce su ciudad o estado de origen), invento materiales para fierro colado, un tipo específico de ladrillo, resistente al calor y al frío. Fue miembro de la Junta de la Industria y organizo su negocio la empresa de las “cañerías”, además de explotar fábricas de hilados y tejidos.
En 1862, un año antes de la intervención francesa, Guerrero decide crear un nuevo teatro en la ciudad, usando los adelantos de aquellos años, por lo que decidiría comprar los locales de la cárcel, que pertenecían al ayuntamiento, para dar forma a su proyecto.
El actual portal Hidalgo, había sido durante muchos años la Cárcel del Ayuntamiento, además de una sala de confesiones, para el año en que Ignacio Guerrero, decidió convertirlo en teatro ya estaba abandonado.
Cinco años tardaría el empresario en darle forma al recinto, enfrentando problemas de financiamiento y utilizando la madera de la Plaza de Toros de San Jerónimo para su creación, más dos años en que lograba autorizar su apertura.
Para el 12 de Abril de 1869, se autoriza la apertura del “Teatro Guerrero” por el entonces gobernador Don Rafael García, siendo el quinto teatro perteneciente a la ciudad. Veinte años después Ignacio Guerrero moriría logrando ver realizado su sueño.
Durante cuatro décadas este recinto acogió a diversas compañías de teatro y ópera de la época.
En 1909 a las tres y media de la tarde el teatro se incendia, consumido por el incendio, hasta quedar poco más que cenizas, el fuego se lograría localizar hasta las 10 de la noche, aunque el recinto quedaría abandonado por muchos años.
Para 1928 comenzaría su reconstrucción, apoyada por el gobierno del estado, instaurándole un estilo art-decó, que venía de Nueva York y París. Para ser reinaugurado, con el mismo nombre el 8 de octubre de 1931, con la presentación de la obra La Malquerida, de Jacinto Benavente.
El teatro fue remodelado en diversas ocasiones hasta que en 1972 se transformó en cine. Hasta el año de 1993 cuando el Ayuntamiento lo adquirió de nuevo y al renovarlo lo nombró Teatro de la Ciudad, reinaugurándolo en febrero de 1996.