Su crecimiento académico ha sido más estando en prisión que afuera. Concluir la carrera que eligió por gusto, pero que le ha costado trabajo, es el objetivo próximo a cumplir de Hilario, quien nos narra, en una breve charla, parte de su historia de vida.

Rentar su casa en el estado de Morelos a un sobrino lo ha llevado a estar 15 años recluido en el Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Miguel, de la capital poblana, debido a que el inmueble fue utilizado como casa de seguridad para víctimas de secuestro.

Mediante una serie de trámites legales, Hilario, de 42 años de edad, busca que su sentencia sea menor y en algunos años pueda obtener su libertad, debido a que no participó en el ilícito por el que fue señalado.

Los años que ha pasado en San Miguel lo han ayudado a crecer y a redescubrir que el estudio es lo suyo, primero porque estudió la preparatoria y porque actualmente estudia la carretera de Ingeniería en línea en Tec. Milenio.

Pese a que las matemáticas, como a muchos, -dijo- le costaban trabajo, eligió la carrera porque “lo que más trabajo cuesta mejor persona nos hace”, y actualmente está a 11 materias de lograr terminar lo que espera su hija también decida estudiar ahora que ingresará a la universidad.

Lo académico no lo es todo estando privado de la libertad, ya que se tienen que pagar cosas adentro y ayudar a la familia, por eso que es Hilario también cuenta con una mesa de trabajo en artesanías.

Superación personal

La elaboración de piezas en madera pintadas como talavera han llamado la atención en el espacio de comercialización del Cereso, en las expo de artesanías e incluso una de sus piezas está por irse a Virginia del Norte.

Dejar la escuela estando en libertad –dice- es de lo que más se arrepiente porque de lo contrario no estaría ahí y otra sería su situación. Así como el señor Hilario otros internos han decidido continuar sus estudios, tal es el caso de Rogelio, también de 42 años de edad, quien mediante una beca y el apoyo de su familia cursa la maestría en Gestión en Sistemas de Información.

Un delito grave y una sentencia de 50 años lo ha llevado a que, de los 19 años privado de la libertad, 18 tenga de ser asesor educativo, actividad que la ha dejado una satisfacción muy grande al entregar certificados de primaria a sus compañeros que aprendieron a leer y escribir.

Reinserción Social

Estudio, capacitación para el trabajo, actividades físicas y culturales, son parte de los ejes que se aplican a la población penitenciaria en el Cereso de San Miguel, tanto en área varonil como femenil, con el objetivo de que al obtener su libertad logren reintegrarse a la sociedad y al campo laboral.

La jefa de Servicios Escolares, Ana María Altagracia Flores Flores, detalló en entrevista que se trabaja de manera incluyente tanto con personas sentenciadas como con procesados y lograr casos de éxito.

El responsable del área de Pedagogía, Herón Doroteo Cid, refirió que se trabaja en la formación de Auxiliares Educativos para que sean multiplicadores de conocimiento. Actualmente son 14 mujeres y 17 hombres quienes son capacitados para alfabetización, primaria, secundaria, preparatoria, licenciatura y maestría.

Hoy en día, 42 personas privadas de la libertad son alfabetizadas; 270 estudian primaria; 190 secundaria, 124 preparatoria; 7 licenciatura y 1 maestría.

Empresas al interior del penal

A través de cursos impartidos por el Centro de Capacitación para el Trabajo Industrial (Cecati), el Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Puebla (Icatep) y la Procuraduría de Federal para el Consumidor (Profeco) se preparan para apoyar a sus familias y cumplida su condena aplicarlo en alguna empresa o en su propio negocio.

Debido a que muchos son pilares de familia, ocho empresas cuentan con espacio al interior del penal, que se dedican a la realización de pinzas para ropa, sácate, esponjas, reciclaje de plásticos, cubre bocas, talavera, empaquetado (área femenil) y bonetería (calcetines).

Otras formas de obtener recursos para sus familias y ellos poder vivir en el Cereso, es realizar artesanías en madera o repujado, entre otras, en 72 mesas de trabajo, y en el taller de carpintería donde se elaboran piezas más grandes.

En el área femenil, se imparten cursos para la elaboración de productos higiénicos, de repostería, tejido, corte y confección, repujado, entre otros.

Sobre las actividades culturales y deportivas, se realizan bailables, exposiciones de pintura y encuentros de futbol con la liga Volkswagen, el equipo Lobos BUAP, Tec de Monterrey, además de partidos de béisbol con Pericos de Puebla.

Otras actividades deportivas son torneos de futbol, básquetbol, atletismo, activación física, incluso 26 internos están capacitados en reglas de rugby.

Difícil aceptación

Pasaron muchos años para volver a convivir con sus hijos y familiares, porque los “amigos” y “cercanos” se ausentaron al poco tiempo de que Leticia ingresó a la cárcel por una decisión mal tomada.

En 2015 su buen comportamiento la hizo obtener una preliberación y afrontar el difícil camino de reintegrarse a la sociedad y a la familia tras 17 años de estar privada de la libertad, en lo que todo, incluida la ciudad, cambió para ella.

“Cuando una persona ingresa por poco tiempo, al salir existe una integración con la familia, pero cuando es un lapso tan grande, sales y eres “x”, desconocida para ellos. Te conocen físicamente pero no cómo eres o reaccionas y es difícil”.

En entrevista, detalla que una vez fuera de prisión fue a visitar a su abuela de 93 años de edad -porque su madre falleció mientras estaba en el penal y no pudo darle el último adiós- y encontró el rechazo de algunos familiares que no la querían ver.

Los amigos, compadres y conocidos desde el inicio se alejaron por temor a que los involucraran en el ilícito en el que también participó su pareja.

Pese a lo anterior, para ella todos esos años no le fueron tan pesados por que empezó a trabajar y a todo lo que aprendía le sacaba provecho, pues tenía que mantener a sus dos hijos que en ese tiempo tenían 10 y 17 años de edad.

Su primer trabajo, recuerda, fue tejiendo, pero al poco tiempo aprendió la técnica de repujado, artesanía que continúa haciendo y tratará de compartir a internas de Ceresos Distritales una vez que se concrete el proyecto por parte de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y los municipios.

La exempleada del gobierno federal, desde el primer momento aceptó por qué estaba ahí, “acepté que todo lo que se hace se tienen que pagar. La factura fue alta y la pagué”, porque a pesar de darle carrera a uno de sus hijos, no estuvo con ellos.

Precisó que al principio “todos te visitan por el morbo de ver cómo es una cárcel, te preguntan por qué (sus compañeras) están ahí; después se empiezan a ausentar al grado de que únicamente te visitan tus hijos o tu madre”.

El pasar de los días hace valorar todo, incluso “la moneda que luego ves tirada en tu casa y que te dio flojera levantar”, porque hasta un peso se necesita para comprar estando adentro.

A dos años de gozar de libertad, la señora Leticia ha iniciado un negocio de cenadurías, el cual tiene un mes en operación, y continuará realizando piezas de repujado o aplicando alguna de las cosas aprendidas como repostería, gelatina artística, electrónica