Tepoztlán, Mor.- Con las majestuosas montañas tepoztecas y el gigante amate, árbol milenario que protege a la Tierra y sus habitantes, como testigos, los “Coyotes” celebraron 35 años de la Ecoaldea Huehuecóyotl, en donde los antiguos caminantes se establecieron para cultivar el campo y la cultura mexicana.

Son 35 años en que han florecido los sueños de una semilla que permanece en la tierra y se convierte en una realidad ecológica para las nuevas generaciones, señaló en entrevista Alberto Ruz Buenfil, el “Coyote”, quien en 1982 regresó a México, junto con su grupo de teatro que viajó desde 1968 por Estados Unidos, Canadá, Europa, Asia y África, en camiones de la alegría.

Alberto narra que al regresar a esta tierra supo dónde debía establecer su aldea, cuando él y sus compañeros de viaje observaron el milenario árbol de Amate, un gigante que parecía cubrir la ladera de la montaña con sus troncos y ramas, vivo y sano, tras más de 900 años.

La Ecoaldea Huehuecóyotl es el proyecto de un grupo de personas de varias nacionalidades dedicado a moldear e investigar un estilo de vida, basado en la ecología, las artes, la democracia y la práctica de métodos de salud holística que se dirigen al bienestar de los individuos y las comunidades en un balance ecológico sustentable.

Las actividades de Huehuecóyotl tienen como finalidad la salud física, emocional y espiritual del grupo, que vive dentro del marco de una ecoaldea modelo.

Los Coyotes ofrecen programas de educación ambiental, salud y diversidad por medio de eventos, cursos, talleres, retiros y productos a grupos e individuos que quieran explorar diversos estilos de vida, métodos de curación y prácticas espirituales.

Viven para cultivar la tierra con métodos que respetan a la naturaleza, además de desarrollar la construcción con materiales ecológicos e impartir diversos talleres, como el de nutrición, fabricación de muebles de bambú, acabados naturales de cal y tierra, teatro, poesía, respiración, sanaciones y temazcal.

La permacultura es un sistema de principios de diseño agrícola, social, político y económico, basado en los patrones y las características del ecosistema natural, refiere Ruz, hijo del arqueólogo Alberto Ruz Lhuilli, quien descubrió la tumba de Pakal el Grande en el Templo de las Inscripciones en Palenque, Chiapas.

Ruz, por su parte, estudió Economía en la Facultad de Ciudad Universitaria, donde también asistía Carlos Monsiváis, pero su vocación lo llevó a las artes escénicas y le permitió recorrer cuatro continentes para aprender que es posible vivir con respeto a la naturaleza.

La “Madre Tierra” es un ser vivo y como tal deben reconocerse sus derechos, para mantener sus ríos y montañas, conservar el equilibrio ecológico y aprender una nueva relación entre el ser humano y el medio ambiente”, afirma el “Coyote”.

El entrevistado consideró como un logro que se haya introducido la propuesta del Foro Mundial de los Derechos de la Madre Tierra, llevado a cabo en junio del año pasado en Huehuecóyotl, para preservar y cuidar el ambiente de la capital del país, mediante la inclusión de los derechos de la Tierra en la Constitución de la Ciudad de México.

Alberto explica que tras regresar al país, hace 36 años, él y su grupo iniciaron un recorrido de un año por todo el país, desde Baja California hasta Belice, en el que participaron siete autobuses de la alegría, con los músicos y artistas que ofrecían su espectáculo.

“Entonces nos llamábamos los Elefantes Iluminados, había personas de diferentes partes del mundo con nosotros, suecos, franceses, españoles, alemanes, de la India y algunos mexicanos, que tras 15 años regresamos a nuestra tierra”, expuso.

En ese viaje, los Elefantes aprendieron de diversas culturas indígenas, desde los cochimí, ahora en riesgo de extinción, hasta los legendarios mayas en Chiapas y afianzaron su amor por la tierra y la cultura del país.

En 1982 tuvieron contacto por primera vez con Huehuecóyotl, en náhuatl “coyote viejo”, dios de las artes, señor de la música y de la danza ceremonial, guía de la adultez y de la adolescencia.

Lo que conquistó al grupo de Elefantes fue el gigantesco árbol de amate, cuyos troncos y ramas parecen cubrir una ladera de la montaña y se alza majestuoso sobre una gran superficie, vivo y sano, con más de 900 años de edad.

El grupo multicultural, que entonces contaba con 70 personas, entre hombres, mujeres, adolescentes y niños, compraron la tierra y de inmediato se dedicaron a construir su aldea, a cultivar la tierra y a presentar su espectáculo. En ese momento tuvieron que tomar una decisión, cambiar su “mandala” de Elefantes a Coyotes, en la tierra magnética de Tepoztlán.

“Hace apenas 35 años los Elefantes Iluminados nos convertimos en Viejos Coyotes, por lo que ahora celebramos un aniversario más, reunidas tres generaciones”, señaló Alberto, de 73 años, quien tiene hijos y nietos vinculados a este proyecto.

Además, junto con miembros jóvenes de su grupo y apoyo de las autoridades de la Ciudad de México, Alberto ha desarrollado el concepto de ecobarrios en algunas delegaciones, como Coyoacán y Xochimilco.

Un Ecobarrio es un barrio urbano concebido para minimizar su impacto en el medio ambiente contemplando una autonomía energética, e intentando disminuir su huella ecológica y devolver la deuda, con el fin de mejorar su calidad de vida, explicó.

En la ecoaldea participan Alberto Ruz Buenfil, historiador, creador de la caravana Arcoíris por la Paz y defensor de los derechos de la Madre Tierra; Andrés King Cobos, poeta, chamanismo, conducción de grupos a sitios sagrados; Barú, quien se dedica al aAlpinismo local y carpintería.

Además, Bea, en entrenamiento, facilitación para grupos y movimiento biorregional; Alejandro y Mary, guardianes de la aldea, quienes cuidan los jardines y la comida para grupos; Giovanni, músico y responsable de la Red Global de Ecoaldeas y la ecoeducación; Kathy, música, educación multicultural y jardines comunales y Laulin, con danza y pedagogía.

Asimismo, Lourdes, psicoterapeuta y sanación alternativa; Odin, con la enseñanza de permacultura y música; Paolo, músico, deportes y negocios; Pernille, Artes y moda; Svante, fotógrafo, dreamspell y visiones alternativas: Toña, con video y documentales, derechos indígenas y arte, y Verónica, con terapias alternativas y espiritualidad femenina.

En 1982 crearon una tienda cooperativa, una escuela alternativa, una cooperativa de artesanos, una cooperativa de mujeres costureras en el municipio vecino de Amatlán y una organización de campesinos en varios de los poblados vecinos.

De 1982 a 1996 los Coyotes vivieron en paz y armonía en “Huehue”, pero aún tenían una misión por cumplir y en ese último año, un pequeño grupo de la aldea inició nuevamente un peregrinaje por América Latina. Consiguieron y repararon un viejo autobús, “La Mazorca”, en el que emprendieron un viaje que los llevó durante 13 años a visitar 17 países de América del Sur.

Alberto Ruz asegura que fue un viaje de amistad con los pueblos latinoamericanos, que sólo pretendió hermanar a las comunidades que trabajan por la ecología y la paz, con lo que fue posible formar un directorio de aldeas en América, al cual Huehuecóyotl pertenece y actúa en diversos frentes.

Ahora la principal ocupación e interés de este grupo de soñadores es desarrollar la permacultura, un método sistemático que fue expuesto por primera vez por los australianos Bill Mollison y David Holmgren en 1978, dijo el líder de los Coyotes.

Esta palabra se refiere a una agricultura permanente, pero también una cultura permanente, debido a que los aspectos sociales son parte integral de un sistema verdaderamente sustentable, con base en la filosofía de la Agricultura Natural de Masanobu Fukuoka, señaló Ruz.

La ecoaldea imparte talleres de permacultura de manera regular y ha difundido este conocimiento, además de impulsar la construcción de casas con materiales amigables con la naturaleza, y cultivar su comida en el huerto e invernadero que funciona en el lugar.

“Una casa ecológica debe construirse con materiales sostenibles y además es deseable que sea autosuficiente, es decir, que sea ecológica en un sentido más completo, por lo que se requiere generar su propia energía, aprovechar el agua de lluvia y reutilizar tanto ésta como los residuos que, por descontado, también han de ser mínimos”, expuso Alberto Ruz.

Precisamente de esta manera funcionan los hogares en Huehuecóyotl, pues la aldea cuenta con un enorme depósito de agua de lluvia, que se distribuye equitativamente en las casas, además que en tiempo de sequía, la comunidad debe mantenerse con el agua almacenada.

Por otra parte, cuentan con paneles solares para generar energía eléctrica. Los hábitos ecoamigables minimizan el gasto energético y de materiales, al tiempo que obtienen un ahorro económico, como el uso de baños secos, reciclaje y composta, entre otras acciones.

En la fecha del aniversaro 35, al alba, con los primeros rayos del sol todo estuvo listo para la ceremonia de chamanes y la bendición de la tierra, con los cuatro elementos, el aire, el fuego, el agua y la tierra.

Los asistentes disfrutaron a los pies del majestuoso amate el sonido de los caracoles, las flores y frutas que colocaron los coyotes como ofrenda, el aroma del copal y el incienso, así como las palabras del poeta, antiguo estudiante de economía y ahora chamán, Andrés King Cobos, que dieron inicio a este luminoso día de celebración, alegría y esperanza.

Durante el día se presentaron exposiciones de pintura, muestras de arte indígena, masajes holísticos, juegos para niños, comida alternativa, cantos, danzas y rituales.

Para cerrar el festejo, la música estuvo a cargo de Roco Pachukote, de la Maldita Vecindad; Jesús Hidalgo y bajo el amate sagrado, el grupo de música prehispánica, La Tribu, bajo la luz de un cielo infinitamente estrellado que en esa noche regaló a los presentes el paso de una estrella fugaz.